Alguien que anda por ahí, Deshoras, Libro de Manuel, Octaedro y Salvo el crepúsculo tienen nueva apariencia. La editorial Alfaguara ha realizado cinco portadas nuevas para los libros respectivos y nosotros le hemos preguntado a escritores, periodistas y docentes que era lo que significaba ese autor que como bien dice Bruciaga “en algún momento se volvió parámetro de lo que debía ser escritor”. “Le perdonamos La Maga”, dice la poeta y pintora Tanya Huntington, en una nota donde hay varios que dicen que no pudieron terminar de leer Rayuela y que como bien dice la reportera: ¡Vivan los cuentos!
Ciudad de México, 12 julio (SinEmbargo).- En las redes muchos quisieron que ganara durante el Mundial Bélgica, porque “en Bruselas nació Julio Cortázar”. Claro que para él, “podría haber nacido en Helsinki o en Guatemala, depende del destino que le dieran a mi padre”.
Julio Cortázar, nació efectivamente en Bruselas, el 26 de agosto de 1914 (“Cuando las tropas nazis entraban a tomar Bélgica”, dijo después) y falleció en París, el 12 de febrero de 1984, a los 69 años.
La poeta Tanya Huntington dice en tono de broma y no tan broma: “le perdonamos a La Maga”, aunque hay todavía grandes lectores de Rayuela, lo cierto es que son sus cuentos, esas maravillas de la imaginación por donde uno entra, en esa “Casa tomada” y luego es muy difícil escapar de su encanto.
Roberto Bolaño, el gran autor chileno (1953-2003), amaba sus cuentos y un poco se sonrojaba cuando alguien le decía que “El ojo Silva” parecía ser un cuento de Julio. A ambos dos, cuando eran niños, un médico ordenó que les sacara las lecturas, que eran demasiado “perniciosas”.
“Soy de los que lloran en el cine y luego salen escondiendo la cara, para que no lo vean”, dice Cortázar en un documental, donde lo escuchamos recitar el poema dedicado al Che, “Yo tuve un hermano” y recordamos esa adolescencia fervorosa y militante, cuando en los ‘70 y los ’80, “todos los jóvenes que luchaban por un mundo mejor, en contra de la opresión, eran” Ernesto Guevara.
Tuvimos a Cortázar, no lo vimos nunca pero no importaba. Era nuestro hermano. Y aún lo es, podríamos decir parafraseando a su poema para el Che y ahora que la editorial Alfaguara ha hecho cinco nuevas portadas para cinco de sus libros, es bueno recordarlo como ese hombre con un suéter blanco y tal vez una rosa olvidada en algún bar de Buenos Aires. Una rosa que le regaló alguien que pasaba por ahí y lo veía.
“Crecí con las lecturas de cuentos. Mi papá quería enseñarme el amor por la literatura, y eligió este género porque pensó que, por su brevedad, sería más fácil para mí. Me dio a leer cuentos de Mario Vargas Llosa -recuerdo especialmente La tía Julia y el escribidor-, de Gabriel García Márquez –Los doce cuentos peregrinos– y de Julio Cortázar. Recuerdo especialmente “El perseguidor”, porque además, por esos años se estrenó una película dirigida por Clint Eastwood basada en ese cuento.
Así que, a tu pregunta de si valoramos más ahora los cuentos que las novelas de Cortázar, te respondo con sinceridad que me estrené como lectora gracias a sus cuentos, los sigo leyendo y disfrutando y que, en cambio, he de confesar, nunca he podido terminar de leer Rayuela”, dice la escritora y periodista Irma Gallo.
Recordar a “El perseguidor”, cuando decía eso de “lo estoy tocando mañana” y Julio aclaraba que “Vos sabés que en “El perseguidor” hay un episodio en donde Johnny cuenta cómo el tiempo queda abolido. Bueno, eso es absolutamente autobiográfico. Y además no solo me sucedía en la época en que escribía “El perseguidor” -y que en ese momento, en el orden del cuento me vino bien, entró esa intuición que tiene Johnny- sino que me sigue sucediendo. Por ejemplo, hace tres o cuatro días volví por el lado de la Place d’Italie, en el metro, y tenía que llegar hasta aquí, a la Gare de l’Est. Estaba en un estado de cansancio, de mala salud, como sabés, y muy distraído. Los estados de distracción (eso que se llama distracción) son para mí estados de pasaje, favorecen ese tipo de cosas. Cuando estoy muy distraído, en un momento dado es ahí por donde me escapo. Bueno, el otro día me pasó exactamente lo mismo en el metro. Entré en el metro, me senté, el metro echó a andar y yo empecé a pensar. Era el final de una conversación con un amigo; seguí pensando, le di vueltas a la cosa y aparecieron episodios del pasado, una serie de imágenes. El solo hecho de que yo te lo esté contando así ya está llevándonos unos cuantos segundos, ¿no? Pero eso siguió y siguió. Yo no tenía ningún control de tipo temporal, simplemente estaba perdido en una meditación. Y en un momento determinado sentí el golpe de los frenos, el tren se detenía. Miré la estación, suponiendo que ya debía estar muy cerca de la Gare de l’Est. Y era la primera estación después de aquella en que yo lo había tomado”.
Hay una película que se llama El perseguidor, sobre el cuento de Julio que ha servido para muchas otras películas, como la que nombra Irma, The Bird (Clint Eastwood).
El perseguidor es de 1965, que protagonizan Zulma Faiad y Sergio Renán, con guión del propio Cortázar.
“Juego, felicidad, compromiso político. Más cuentista que novelista, es cierto. Es un clásico joven, que es leído por las nuevas generaciones con avidez. Rayuela ha envejecido un poco. Pienso en la lectura de Cristina Rivera Garza sobre la misoginia y el personaje de la Maga, muy adecuada. Y sin embargo me quedo con la lectura juvenil de ese libro”, dice Pedro Ángel Palou, autor de la reciente novela Todos los miedos.
“A mí se me ocurrió intentar escribir un libro en donde el lector en lugar de leer un libro tuviera diferentes opciones. Eso le otorgaba un carácter igual al autor, porque el autor también había tomado diferentes opciones, posibilidades de acciones, de dejar de leer el libro por un lado y leer otra y crearse un mundo en el cual el lector adoptaba un papel activo y no pasivo”, era lo que decía Julio sobre Rayuela.
“Su nombre me abre los más profundos y agradables recuerdos. Me llevó, con asombro, a vivir emociones desconocidas. Es mi cuentista favorito. Y sí, inmediatamente pienso en cuento, a pesar de que leí Rayuela y me fascinó”, afirma la novelista y cuentista Patricia Laurent Kullick.
“Cuando desde hace treinta años se le pregunta a un joven por un trío de autores, con el paso del tiempo los dos autores cambian pero Cortázar siempre se mantiene presente en esa tríada. Representó la posibilidad de que escribir desde Latinoamérica abarcaba el mundo. Creo que varios cuentos son ya clásicos de la literatura”, dice el autor Mario Bellatin.
“Julio Cortázar para mí es el representante de una nueva forma de enunciar los mundos desde la ficción. Su gran manejo del vocabulario y de las estructuras narrativas lo llevó a escribir Rayuela, en donde lleva a cabo juego muy placentero con las palabras, el amor, el desamor y la estructura trastocada de la trama, como si ésta acompañara ese amor trastocado por la Maga. Es un narrador excepcional ya sea como cuentista o novelista. En los talleres que he impartido siempre regreso al relato “Casa tomada”. Es, sin duda, uno de los narradores más importantes de la narrativa moderna del la segunda mitad del siglo XX”, dice la escritora y docente Claudia Guillén.
“Cortázar es uno de los grandes maestros del cuento en castellano, periódicamente yo regreso a leer sus relatos con inmenso placer y siempre aprendo algo distinto. Sus novelas no me gustan tanto, ni sus textos más ideológicos, como los de “Último round”, que la verdad me aburren, pero hay lectores para todo, no me atrevería a afirmar que lo valoramos más por sus cuentos. Yo personalmente los prefiero, si eso significa algo”, afirma la escritora Ana García Bergua.
“Nunca he dejado de admirar Rayuela, pero no menos La autopista del sur, “Casa tomada”, “La señorita Cora”, “El perseguidor””, dice el poeta Ricardo Yáñez, mientras que el poeta y narrador Felipe Lomelí, afirma que “¡Claro que es un clásico! Es uno de los mejores cuentistas que ha gozado este mundo. No sé si antes se le valoraba más como novelista porque mi pasión es el cuento, así que no puedo ser objetivo. Cortázar es inmortal”.
“Desde que aprendí gracias a él cómo la perspectiva puede cambiar de una especie a otra a través del vidrio de un acuario, cómo el confort de un suéter azul nos lleva al precipicio, cómo la ficción se convierte en realidad a través de la lectura, Julio Cortázar representa para mi un Weltanschauung, una manera de ver el mundo. Hasta le perdono la Maga”, dice la poeta y pintora Tanya Huntington.
“Es curioso pero Julio Cortázar se inmortalizó por su rizomática y contracultural Rayuela. Y aunque cuentos como “Casa tomada” o “Instrucciones para llorar en un velorio” están llenos de humor y sorpresa, me parece que el nombre de Cortázar está asociado en el imaginario cultural con el jazz, la búsqueda huidiza de la Maga, la voz grave de un franco argentino y ciertos clichés sobre el amor, emanados del capítulo 7.
Sospecho que los millenials han olvidado a Cortázar. De hecho, en mi prejuicio generacional no sabría qué leen los millenials además de tuits y memes. Los de la generación X al menos leíamos a Douglas Coupland por lo menos para saber por qué se nos etiquetaba así a nuestra cohorte. ¿Será que los millenials en su imperio de la imagen se volvieron todos consumidores de los youtubers? En fin querida, solo son confesiones deformes de un chavo ruco”, dice el maestro por la UNAM y docente Patricio Rojas.
“Yo tengo problemas con Julio Cortázar, no se si me gusta o no, y creo precisamente por el mito o leyenda que pesa sobre él, creo que impone un tipo de literatura valiosa, pero que en algún momento se volvió parámetro de lo que debía ser “escritor”.
Creo es un clásico muy atorado en su propia valoración y leyenda”, dice el periodista y escritor Wenceslao Bruciaga.
“Para los que somos casi de su generación, era muchas cosas. Hoy es un cuentista destacado y un clásico y es un montón de frases amorosas en Internet”, dice con cierto escepticismo el escritor Mario Pinto (aunque no es de su generación).
“Julio Cortázar siempre fue muy valorado en la Argentina. Más que Jorge Luis Borges por lo que unen su literatura con su compromiso político. Y si ahora se lo reconoce mas que nada por sus cuentos es por el signo de estos tiempos que convocan a la lectura rápida. En términos futboleros, Cortázar juega corto, mediano o largo y siempre es un crack”, dice desde San Petersburgo Juan José Panno, responsable de la página de cuentos cortos “Cuentos y más”.
“Ya Julio Cortázar era un autor clásico cuando comencé a leerlo. Tiene un significado especial para mí porque Bestiario fue el primer libro que compré con un dinero que había juntado a partir de pequeños trabajos como despachador de una paletería en Tepito. Yo tenía 15 años y algunos libros, todos regalados por mis hermanos. Así que fue ese título de Cortázar el primero que adquirí con mis “recursos”. Y el primer relato, por supuesto, “Casa tomada”. Jamás había leído algo así de “raro”. Claro, en mi haber tenía tres o cuatro libros, así que todo era sorpresivo. Por ende, cualquier cosa que leía era rara, peculiar, para mí. Quizá por ello, por aquella impronta de asombro, Cortázar nació, para mis ojos lectores, como un clásico. Era un autor que “debía” leerse. Lo disfruté mucho, excepto Rayuela. No me llevo bien con su libro más conocido. Nunca he podido emprender con gusto su lectura. Supongo que algún día lo haré. Me quedo con sus colecciones de relatos Todos los fuegos el fuego y Las armas secretas, sobre todo con mi cuento favorito: “Las babas del diablo”, dice Víctor Torres, periodista y director de Cultura de Excelsior.
“Julio Cortázar. Creo que aún hay lectores que dividimos la literatura en dos : o eres fan de Borges o eres fan de Cortázar. Es medio en broma porque se reconoce lo genial que son ambos, pero se sigue haciendo esa pregunta, y solo sirve para ensalsar a ambos, por supuesto.
Cortázar me remite a un mundo terrible, lleno de colores, pero también muy sombrio y a veces terrorífico, como si fuera un niño que pintara en la pared flores pero usando sangre, algo así
Siento que Cortázar sí es más valorado por la mayoria de sus cuentos, Los venenos, La señorita Cora, etc, son redondos con un eco impresionante, referentes para dibujar una época y revivirla, mostrarnos la concición humana siempre pendiendo de un hilo.
No sé si sea un clásico, creo que no me corresponde decirlo, pero se sigue leyendo y no creo que algo detenga su lectura, es una referencia latinoamericana para el mundo, creo que si uno quiere ser escritor tienes que leerlo, porque podemos deleitarnos y aprender de esa manera de narrar colorida, rítmica, poética y jovial sin dejar de ser, por supuesto, terrible. Entiendo algo, las referencias a los famas y los galas dejaron de hacerse: tú eres un fama o tú eres un gala, se escuchaba por los noventa allá en Ciudad Juárez. Ya no lo he escuchado o quizá soy solo yo quien ya no lo escucha, pero estoy seguro que si se hace esa pregunta alguien de inmediato tendrá una respuesta de por qué se puede ser uno o el otro.
Y mientras se decide esa pregunta banal como decir: entre las mascotas soy más de perros o soy más de gatos, mientras decidimos ser fan de Borges o Cortázar, debemos leer ambos”, dice el poeta y novelista César Silva.
Julio Cortazar es para mi rayuela y “La casa tomada”, muchos otros cuentos y un axolotl en Le Jardin des plantes, pero sobre todo eso. Era mi referencia e ídolo cuando tenía veinte y tantos. Para mi primero eran los cuentos pero después de Rayuela las cosas cambiaron. Para mí es un clásico indiscutible”, afirmó Naief Yehia.
¿Tú eres millenial y ya no lees a Julio Cortázar?, como acusa Patricio Adrián. ¿O tienes nostalgia y quieres tener las nuevas portadas Alguien que anda por ahí, Deshoras, Libro de Manuel, Octaedro y Salvo el crepúsculo?