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Melvin Cantarell Gamboa

12/06/2024 - 12:05 am

La estultofilia de la “comentocracia” mediática

“¿Por qué ante sus fallidas expectativas y predicciones ahora quieren escapar al ridículo con nuevas mentiras?”

“Para muchos mexicanos, principalmente jóvenes profesionista, el punto de vista de los estultófilos, tiene un sola explicación: son gente que vive fuera de la realidad, en una burbuja”. Foto: Mario Jasso, Cuartoscuro.

“Cuando nos abandonamos a la fantasía (por ejemplo, a soñar despiertos), sentimos un inmenso placer, pero en cambio nos causa una gran incomodidad y vergüenza confesar nuestras fantasías a otros”.

El sublime objeto de la ideología.

Slavoj Zizek.

 

De la misma manera que se llama filósofo al que ama la sabiduría, me permito aplicar el neologismo estultofilia a quienes exhiben en los medios electrónicos y en la prensa escrita su estulticia en supuestos “análisis” de los resultados electorales del 2 de junio con descarada estupidez dogmática. Carentes de honestidad y exhibiendo una abundante incapacidad para argumentar, examinar y evaluar información, situaciones y circunstancias de manera sistemática y coherente, es decir, haciendo caso omiso de la lógica y la razón para presentar sus argumentos, un grupo de comentócratas (Epigmenio Ibarra, Dixit), que no analistas, sino  intelectuales-teóricos y opinionistas  representantes de la oligarquía, han venido exhibiendo en público la  inepcia e  ignorancia  propia del estulto, que no solo se manifiesta en un no saber, sino en la ausencia  personal de una sana relación consigo mismo, así como su incapacidad, por deshonestidad intelectual, para   ser veraces, sin servidumbres ni consignas; escribió Séneca en la Carta 52 a Lucilio: “la estulticia es una agitación del pensamiento e irresolución que no se fija ni se complace en nada”. Lo   peor del estulto, está en su exposición a todos los vientos al dejar entrar a su mente todas las representaciones según su muy personal percepción de las cosas y aceptarlas sin examinarlas y sin saber analizar lo que representan doblegado por sus pasiones, deseos, ambiciones, hábitos de pensamiento, ilusiones e intereses, condición que lo hace incapaz de hacer una diferencia entre los hechos y sus representaciones. Desafortunadamente, “lo que no quiere el estulto en su terquedad, dice Seneca en De la tranquilidad, es actuar de tal modo que por quererse a sí mismo, quiera libremente y sin prejuicios”. En este caso, cuando hablo de estultofilia me refiero a Alazraki, Dresser, Castañeda, Loaeza, Ferriz de Con, Zapata, Ciro, Bozo, Krause, Aguilar y demás fauna de acompañamiento.

El lunes 3 de junio y en los días siguientes, esta tribu de psicóticos soltó duros cuestionamientos a los resultados electorales desde una personal percepción del evento; sin el menor rubor y prudencia reactivaron con ferocidad su moral del odio, ahora no contra López Obrador, sino contra los ciudadanos que votaron por la 4T por no haberlos escuchado y en defensa de un triunfo que ni por asomo existe.  Siempre es posible que en la democracia se dan este tipo de actitudes en pequeños grupos de escritores e intelectuales que, en el colmo de su soberbia, se consideran los fiscales de la sociedad; prefieren encerrarse en sus dogmatismos antes que aceptar hechos consumados.

Los conozco y no caigo en sus trampas, cuando asistí a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, detecté, desde entonces, como iban construyéndose en lo oscurito cadenas de favores con mediocres grupitos sin una sólida formación académica que solapándose unos a otros se impulsaban unos a otros, al mismo tiempo que obstruían el paso a otros compañeros restándole cualidades para desplazarlos como posibles competidores. El club de Toby que hoy está enojado porque sus demagógicas falacias no impregnaron el imaginario social, tienen de origen en el tipo de cofradías que se fueron estructurando durante años; de ahí que cuando discuten ante las cámaras o a través de la radio no se contradigan, ni ofrezcan otros puntos de vista, sino que refuercen, como pensamiento único, sus hipótesis deshechas por la cruda realidad y la amarga verdad; para colmo, ahora, en el último acto de su comedia histérica, reproducen los mismos síntomas neurótico-obsesivos que ya conocemos; solo que ahora su odio lo descargan sobre quienes votaron por Claudia Sheinbaum y el segundo piso de la 4T acusándolos de ignorantes, vendidos, traidores, corruptos, irresponsables, etc.; no hay duda de que se volaron la barda, cuando con el mayor descaro, después de insultarlos, llegaron a la vergonzosa amenaza de no dejar propinas a meseros, viene-vienes, cerillos y otros trabajadores informales por haber sufragado por Morena. Pasa por alto esta horda de psicóticos, que al momento de votar desaparecen las jerarquías producto de las relaciones sociales y el ciudadano hace valer su derecho a decidir por sí mismo; este tipo de respuesta conductual ha definido tradicionalmente a la derecha (recordemos el caso de Salvador Allende en Chile en 1973, los Estados Unidos promovieron un golpe militar para enmendar lo que el “ignorante e irresponsable” pueblo chileno había hecho: elegir a un   presidente socialista). Esperamos que esa brutal y sangrienta experiencia no se repita en el cuerpo de nuestro pueblo; allá, como aquí, todo empezó acusando a la gente de ignorantes, débiles mentales que no entienden su realidad, de esclavos que no supieron quitarse las cadenas y se vendieron a cambio de ayudas sociales y otras aberraciones; todo para limpiar su fracaso y no reconocer su cualidad de estultos, sin considerar que pedir al pueblo que los siga porque representan la cabeza pensante de la sociedad por su mayor preparación y gozar del privilegio de asistir a “mejores escuelas” constituye una soberbia inaceptable que ofende la dignidad de los ciudadanos que sufragaron por Morena.

Bien ¿Por qué estos sujetos modificaron el objeto su odio?  Lacan denomina a este comportamiento deslizamiento metonímico; si recordamos las mesas de discusión de los intelectuales teóricos y pseudo analistas políticos durante el proceso electoral, se acordarán que volcaron odio y hiel sobre el presidente, de la misma manera como   lo hacen hoy con el pueblo. Según la metonimia lacaniana este proceso psíquico es inconsciente, consiste en trasladar y hacer caer el odio hacia una persona o grupo sobre quienes se atrevieron a desobedecerlos, solo que, en este caso, los argumentos expuestos son producto de   conjeturas intencionalmente construidas a partir de premisas falsas, producto de una lectura   incorrecta de lo que sucedió el domingo 2 de junio, aun cuando la realidad les mostraba otros datos.

En lo que nos concierne probar ¿Porque ante sus fallidas expectativas y predicciones ahora quieren escapar al ridículo con nuevas mentiras? Es obvio que el fracaso de sus expectativas disparó su estrés social y reaccionaron con aflicción ante la realidad, desviando su frustración hacia el sentimiento de padecer opresión política por parte del gobierno y, como variante de es estrés, toman represalias hacia quienes no los obedecieron; según la neurociencia, el estrés y dolor que padece el estulto, en este caso, los obliga a utilizar paliativos: toma al pueblo como chivo expiatorio, defiende la objetividad de sus puntos de vista y para evitar el  colapso total de su cualidad de forjador de “opinión pública” y verse como sujeto relajado, busca desesperadamente una nueva manera de relacionar lo objetivo y los subjetivo e implanta como verdad  una nueva mentira: en las recientes elecciones hubo FRAUDE, proposición imposible de probar pero que, por el momento,  justificará su rendimiento como observador de la realidad nacional, le proporcionará puntos para conservar su negocio, mantendrá el reconocimiento de sus patrocinadores y podrá continuar satisfaciendo sus anhelos y placeres.

El punto de partida de esta conducta del estultófilo es la construcción de fantasías y hacer abstracción de la realidad o distorsionarla;  regularmente no centraron su atención en lo que es su objeto de conocimiento, como buenos teóricos, optan por la subjetividad, como lo revela cualquiera de las mesas de discusión que armaron; esto es el   autoengaño que provocó su citado deslizamiento metonímico: la pretensión de verdad del que se cree poseedor del saber y menosprecia lo real, que da mayor peso a sus percepciones que a los hechos y, de esta manera, obnubilar su entendimiento creándose así un vacío intelectual íntimo.

¿Qué crea esta ilusión ideológica de dimensiones fantásticas que induce a los intelectuales a considerarse pastores de un rebaño? La falsa idea de mantener una íntima cercanía con el público que los lleva a suponer que han infiltrado la conciencia de todas las capas de la sociedad y que, en cuanto pastores, tienen una congragación de fieles a su cargo que esperan su tutelaje; sin embargo, esta distorsión solo anida en su inconsciente, piensan que su actividad social y presencia cotidiano entre la gente les da algún tipo de autoridad que les otorga el derecho de encarnar sus aspiraciones, deseos e intereses, cuando ningún hombre, líder o partido, por sabio y justo puede personificar, substituir o encarnar la representación de un pueblo; este, aun equivocándose, será siempre soberano en la  democracia.

Para muchos mexicanos, principalmente jóvenes profesionista, el punto de vista de los estultófilos, tiene un sola explicación: son gente que vive fuera de la realidad, en una burbuja, un habitáculo hermético y aislado de lo externo y de lo que ahí sucede; que en tanto  globos de aire, se asocien con lo fugaz, lo insustancial y lo efímero, por lo que el imaginario popular los relaciona, por semejanza con pompas de jabón sin contenido alguno; figura  metafórica que identifica a las conciencias “fifis” por su insustancialidad e inanición, dos características psíquicas que los incapacita para enfrentar, por miedo, el núcleo duro de los problemas concretos.

En un espacio compartido, toda orientación dirigida al individuo ha de responderse a la pregunta: ¿En beneficio de quién he de hacer mía una directriz ajena? Interrogante para la que solo hay una respuesta: A ninguna en una sociedad dividida en clases; quienes somos parte de una multitud de conciencias, la libertad y la autonomía es nuestro bien más natural, nuestro único defecto, la sumisión, la cobardía a pensar por nosotros mismos y la renuncia al coraje de enfrentar a los modernos medios de control, la tiranía informática, la sociedad de consumo y la asociación de poder económico y poder político.

Desde esta perspectiva, la propuesta de las “burbujas” en el ámbito político local carece de interés y significado, gira en torno a especulaciones y conjeturas meramente conceptuales que no guardan correspondencia con la realidad existencial; la argumentación del fraude en este contexto no pasará de ser motivo de debates insulsos entre pequeños grupos de estultófilos que inútilmente tratan de convencerse unos a otros con conceptos  fundamentados en la metafísica, pues más que esforzarse en presentar pruebas y evidencias de un fraude y la veracidad de sus argumentos se empeñan en negarles a sus espectadores, oyentes y lectores capacidad para comprender su mundo; para mayor lucidez de mis lectores, la metafísica clásica comienza con la reducción del ser al uno; dice Parménides “el  ser es lo único que existe y es inmutable” (fragmentos), algo parecido a esto es lo que las “burbujas” en su fantaseo quieren hacernos tragar, lo único que “es, son sus juegos del lenguaje; pretensión que se desvanece cuando en defensa de la democracia introducimos una visión pluralista y solidaria de la sociedad y rechazamos el pensamiento individualizado del intelectual orgánico del neoliberalismo.

Melvin Cantarell Gamboa
Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.

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