Un ejemplo suscitado en México tuvo lugar en septiembre de 2017, cuando después del sismo 7.1, el sábado posterior a la fecha hubo un nuevo temblor –que aunque de menor magnitud–, sólo el susto provocó la muerte de dos personas.
MADRID, 12 de junio (Europa Press).– Aunque es muy poco frecuente, es posible morirse de un susto, según asegura la Fundación Española del Corazón (FEC), quien precisa que un gran susto, una excitación extrema, o un enorme disgusto, desencadenan la liberación de muchas sustancias de estrés a la sangre, que pueden dañar al corazón y provocar la muerte del paciente.
"Esto se ha visto que podría relacionarse con lo que se denomina "miocardiopatía de estrés", una enfermedad que comparte muchas similitudes con un infarto de miocardio, entre ellas el dolor torácico y una disminución transitoria de la contractilidad (la potencia) del corazón, que quedaría como atontado", añade.
Se ha visto, según indica, que se producen más cuando hay catástrofes naturales, guerras, e incluso se han descrito casos en el contexto de los mundiales de fútbol. "En general, esta disminución de fuerza contráctil del corazón es pequeña y siempre es reversible. En algunos casos más marcados, y muy excepcionales, no obstante, se ha asociado con el fallecimiento del paciente", precisa la Fundación Española del Corazón.
En este sentido, el doctor Àngel Moya, responsable de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias del Servicio de Cardiología del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, explica que, ante un susto muy fuerte o ante cualquier situación de estrés, en nuestro corazón tiene lugar una descarga de esas sustancias de estrés antes mencionadas o "catecolaminas" (neurotransmisores que pasan al torrente sanguíneo como la adrenalina o la dopamina), que lo que hacen es aumentar la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
"Ésta es una respuesta fisiológica, es decir normal, que ocurre no sólo en las personas, si no en todos los animales, y que prepara el organismo para una respuesta de defensa o de fuga ante una situación de peligro", aclara el cardiólogo en una entrevista con Infosalus.
En algunas situaciones muy especiales, y en general muy infrecuentes, como en las situaciones emocionales muy estresantes antes mencionadas, advierte, eso sí, de que puede darse una respuesta en nuestro corazón, de forma que la parte más distal del mismo se dilata y deja de contraerse. "Puede tener en su inicio una presentación clínica similar a la de un infarto, es decir, un dolor torácico, y a veces producirse insuficiencia cardíaca, en forma de ahogo", precisa el experto.
Esto es lo que se conoce como "miocardiopatía de estrés" o "síndrome de tako-tsubo", que en lenguaje coloquial se le ha llamado 'síndrome del corazón roto'. "Es una repuesta anormal, en general, pero no siempre, a una situación de estrés habitualmente excepcional, que provoca una disfunción de la contracción del corazón, que afecta a la parte más distal del mismo, tal y como se ha mencionado", señala el doctor Moya.
Es importante destacar, a juicio del cardiólogo, que aunque se lo haya llegado a llamar "síndrome del corazón roto", la rotura cardiaca como tal, que puede ser una complicación infrecuente del infarto de miocardio, no suele presentarse en estos casos.
¿QUÉ LA DIFERENCIA DE UN INFARTO DE MIOCARDIO?
El experto del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona ahonda en que la forma de presentarse puede ser muy similar a la de un infarto, ya que el paciente puede presentar dolor en el tórax, hasta en un 30 por ciento puede haber insuficiencia cardiaca, que se puede manifestar con sensación de ahogo, y hasta en 10 por ciento pueden darse cuadros de hipotensión severa y grave, que es lo que se conoce como "shock cardiogénico". "Se considera que puede estar presente entre más de un 6 por ciento de pacientes que ingresan con sospecha de un infarto de miocardio", precisa.
Aunque en aproximadamente un 50 por ciento de los casos se suele desencadenar por emociones intensas, no siempre se suelen identificar desencadenantes de este tipo, y casi un 50 por ciento de los casos no se identifican desencadenantes. "Es más frecuente en mujeres, y especialmente a partir de la postmenopausia, de forma que la edad típica de presentación es en personas mayores de 60 años", agrega Moya.
En concreto, el experto del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona subraya que las diferencias más importantes entre Tako-tsubo y el infarto de miocardio responden al mecanismo, a la forma en la que se afecta el corazón, y a la evolución de ambos.
En el infarto de miocardio, detalla Moya, el mecanismo es una obstrucción de una arteria coronaria importante, que deja sin irrigar a una parte del músculo cardiaco (miocardio), y por lo tanto lo deja necrosado o muerto, y parte del corazón deja de contraerse con una cicatriz, de forma definitiva. Aquí se procedería a un cateterismo generalmente, ante la arteria obstruida (en Tako-tsubo no).
Mientras, en la miocardiopatía del estrés puntualiza que la causa no es una obstrucción de una arteria mayor del corazón, sino que se debe a esa descarga adrenérgica inapropiada (esas sustancias del estrés o "catecolaminas"), y la parte de corazón que se daña agudamente se suele recuperar, y no queda cicatriz posterior; por lo que los pacientes suelen quedar con un corazón normal en el seguimiento gracias a la medicación y al reposo.
"Tako-tsubo es una entidad reversible. En el infarto de miocardio se sabe que si se actúa de forma precoz, atendiendo al paciente rápidamente y realizándole un cateterismo urgente que permita abrir la arteria dañada, se puede reducir el tamaño de la cicatriz, aunque al final, y de forma general, queda una cicatriz. Mientras, en el síndrome de Tako-tsubo la recuperación es completa, en muchos pacientes incluso antes del alta, y la mayor parte tiene un corazón normal a los 3 meses", sentencia el cardiólogo.