Bitácora de un debutante. Día 18…

12/06/2012 - 12:00 am

En un mes, el movimiento #YoSoy132 ya ha logrado dos cosas importantes: mostrar a un Peña Nieto vulnerable y doblarle las manos a Televisa y TV Azteca, dos de las empresas más grandes de nuestro país. Por primera vez en muchos años, una generación de jóvenes mexicanos de todas las clases sociales se organizan y marchan. Se dicen “desesperados”, “el México que despertó”, una masa sin rostro que crece día a día en todo el país.

No sólo se manifiestan en las calles. A través de las redes sociales han llamado a la juventud mexicana a participar como observadores electorales el 1 de julio. Hay también la intención de iniciar en los próximos días rutas de capacitación electoral para llevar la información que circula en las redes a lugares en los que no tienen acceso a Internet.

El problema es que parece que las marchas y las propuestas llegan muy tarde. La convocatoria para participar como observador electoral se lanzó el 28 de mayo, apenas cuatro días antes de que termine el período de registro en el IFE. Hasta donde sé, las rutas de capacitación electoral todavía no se concretan y tomará días, si no es que meses, llevar la información a los rincones más aislados del país.  ¿Comenzaron muy tarde?

¿Qué va a pasar si Enrique Peña Nieto llega a la Presidencia? ¿Se manifestarán en su toma de protesta el próximo 1 de diciembre? ¿Y qué más? Hay algunos, los más aguerridos, que hablan de una posible lucha armada. En un foro con editores de El Universal, integrantes de #YoSoy132 aseguraron que el verdadero movimiento estudiantil comenzará después del 1 de julio.

Su meta es generar conciencia y que los medios no impongan al próximo Presidente pero, ¿y si la mayoría de los mexicanos realmente quiere que el PRI regrese? ¿Dónde están las manifestaciones y los reclamos hacia esa oposición que desperdició la alternancia y le ha dado fuerza al PRI y a su candidato presidencial? Su posición apartidista parece una de sus mayores virtudes, pero también una de sus desventajas más marcadas. No tomar partido aparece como la posición más cómoda, el lado fácil, desde el cual se puede criticar a todos sin compromiso, pero también sin conseguir una transformación.

Somos una generación acostumbrada a lo inmediato y los grandes cambios toman tiempo. ¿Seguirán luchando dentro de seis años, cuando, convertidos en padres de familia y empleados tengan otras obligaciones y otras necesidades? ¿Defenderán otras causas y buscarán que el movimiento crezca? ¿Podrán soportar la decepción de la derrota y seguir trabajando por el México que sueñan? Yo no los veo como héroes revolucionarios, pero sí les doy el beneficio de la duda.

 

@fhurias1

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