“Estamos llegando ya a los límites de nuestro planeta y eso se refleja en la extinción de miles de especies, el cambio climático, la contaminación del agua por las fábricas textiles, y todos los problemas ambientales a nivel local y global. Con esto no quiero decir que debemos de regresar a vivir en las cavernas o volvernos hippies, simplemente creo que debemos de buscar alternativas al modelo económico actual”, señaló Gabriela Baeza del de Proyecto Cero Basura.
Por Luis Carreño
Ciudad de México, 12 de mayo (Vice Media/SinEmbargo).- ¿Alguna vez te ha sorprendido la cantidad de basura que producimos los humanos? En la Ciudad de México se recolectan diariamente 86 mil 343 toneladas de desechos, aproximadamente 700 gramos por persona. Esto quiere decir que, según las estadísticas, producimos 255 kilos de basura por persona cada navidad, un hermoso, fétido y letal regalo anual para la madre tierra.
Producir basura es algo extremadamente sencillo, basta con salir por algo a la tienda: pedir un café para llevar, comprar fruta picada, fumarte un cigarro o ir al baño. El mundo está diseñado para producir basura. Son miles las toneladas de desechos que se juntan en tiraderos y rellenos sanitarios. Todos los días.
Con estos datos, imaginar ser parte del cambio suena como una labor complicada, pero actualmente existen iniciativas que están transformando esta realidad. La historia de Proyecto Cero Basura comenzó cuando Gabriela Baeza, creadora de la iniciativa e hija mayor de la familia, conoció una amiga minimalista que no compraba nada empaquetado. A partir de ahí se dio cuenta de que quería llevar una vida que no dañara o pusiera en riesgo al ecosistema ni a terceros. Ahí es cuando arrancó su proyecto.
La primera semana de Proyecto Cero Basura fue una de las más importantes, Gabriela comenzó a comprar alimentos e ingredientes a granel y sin bolsa. Para esto, ella y su familia, fueron a hacer el súper y en lugar de pedir una bolsa, las diseñaron previamente usando tela. Luego fue al mercado e hizo lo mismo. La clave para que esta iniciativa funcione, según Gabriela, es usar las 5 “R”.
Rechaza: mantente atento a que nadie te de algo que no quieres recibir como unicel, popotes o cubiertos desechables.
Reduce: pregúntate a ti mismo si realmente necesitas esos jabones o detergentes con tanto papel y plástico como envoltorio.
Reutiliza: compra cosas de buena calidad y no consumas de forma sistemática artículos efímeros.
Reincorpora: separa tus residuos orgánicos y haz una composta para utilizarla como fertilizante o energía.
Recicla: este es el menos saludable de todos los procesos porque requiere mucha energía y el impacto ambiental es muy alto, pero siempre habrá algún material dispuesto a ser reciclado.
Cuando todos estos pasos se logran, la producción de basura de una familia de cuatro personasse aminora casi a 2.5 bolsas chicas de basura mensuales, pero no todo queda ahí, una vez que se juntan todos esos desechos, pueden intercambiarse por alimentos o ingredientes en el Mercado de Trueque.
Platicamos con Gabriela Baeza para conocer más a fondo su proyecto e ilustramos la entrevista con las sustituciones que puedes hacer en tu vida para querer más al mundo en el que vives, al ritmo que mejor te haga sentir.
-¿Desde siempre te preocupó el medio ambiente?
-Mis padres siempre fueron muy ecologistas. Siempre estaban buscando reutilizar el agua, protestaban contra gasolineras y hacían muchas cosas con la finalidad de cuidar nuestro planeta y cuando verdaderamente tomé conciencia de la problemática ambiental fue durante mi licenciatura en ciencias ambientales, considero que todas las clases me hicieron darme cuenta de lo inconsciente que era. Otro momento clave fue cuando descubrí cómo las grandes empresas estaban involucradas en las ciencias. Creo que este fue el mayor momento de desplome para mi. Todo lo que creía se vino abajo. Me di cuenta de que las corporaciones ejercen un poder enorme al subsidiar a la academia, y que los académicos están tan encerrados en el estudio de su propio campo que no ven las consecuencias a nivel global.
Es triste decirlo pero alguien tiene que hacerlo. La mayor parte de la investigación en las ciencias atiende a los intereses de las grandes corporaciones, y creo que ese es uno de los principales obstáculos por los que un cambio de conciencia no es posible. Se necesita que los académicos alcen la voz ante la problemática que estamos viviendo. También hace falta que la academia comience a tener avances en enfoques más sistémicos, para que los investigadores salgan de su nicho y vean cómo su propio campo se relaciona con otros, es decir, realizar investigación con enfoques éticos y sistémicos.
-Cuéntanos brevemente de Proyecto Cero Basura
-Proyecto Cero Basura surge como un blog para dar a conocer el concepto de ZeroWaste al narrar mi jornada en la búsqueda de dejar de producir basura. Pero el concepto que me gustaría plasmar es más ambicioso. Me gustaría dar a conocer que en realidad llegar a cero residuos no es una utopía; en verdad es posible hacer una sociedad sin basura, con la cooperación de todos. Esto implica que los ciudadanos de a pie hagan un consumo consiente y sustentable, y que las empresas le apuesten a innovar sus procesos productivos para ser más responsables con el medio ambiente.
-¿Por qué se llama Cero Basura?
-Cuando empecé todo esto no encontré nada de información sobre zero-waste. En inglés si había literatura y muchos blogs pero nada en español. Yo no quería que el término se confundiera con “basura cero” que me recordaba a un programa de gestión de residuos poco exitoso de la Ciudad de México. También de mi papá saqué la idea de “Proyecto”, porque yo quería que mi casa fuera cero basura de un día para otro y él me explicó que lo importante radicaba en la minimización de los residuos, no tanto en enfocarse por llegar a cero residuos inmediatamente.
-¿Por qué crees que el humano corrompe tanto el espacio compartido?
-Creo que nuestro sistema económico actual nos facilita corromper dicho espacio. Vivimos en un sistema económico que no es compatible con la vida. Eso tiene que ver con que vivimos en un sistema con recursos naturales limitados, pero buscamos un crecimiento económico material infinito a toda costa.
Estamos llegando ya a los límites de nuestro planeta y eso se refleja en la extinción de miles de especies, el cambio climático, la contaminación del agua por las fábricas textiles, y todos los problemas ambientales a nivel local y global. Con esto no quiero decir que debemos de regresar a vivir en las cavernas o volvernos hippies, simplemente creo que debemos de buscar alternativas al modelo económico actual.
-¿Como cuáles alternativas?
-Por ejemplo, una de esas soluciones se encuentra en la economía circular. Consiste en regresar los recursos extraídos de la naturaleza a los procesos industriales, para así evitar la extracción de nuevos recursos. Así es como funciona la naturaleza. Debemos de aprender de los procesos naturales e imitarlos para poder sobrevivir como especie, y eso es lo que buscan corrientes como la economía circular, la ecología industrial y el decrecimiento.
-¿Qué parte del proyecto ha sido tu favorita?
-Grabar el documental me gustó. También la parte que me gustó mucho fue recibir tantas historias de gente: una vez me escribió una mujer que se había emocionado hasta las lágrimas con el proyecto, y que sentía vergüenza por que su hija de 11 años los había empujado a la concientización de reducir el uso del plástico y ellos como padres no habían hecho caso. Después de conocer el proyecto, habían decidido apoyarla al 100 por ciento. Ese fue el momento muy bonito para mí.
-¿Cómo estás transformando el entorno local?
-Los grandes filósofos lo han dicho desde tiempos antiguos: si quieres cambiar el mundo debes de empezar contigo mismo. Creo que ese es el mayor valor que descubrí a través de Proyecto Cero Basura.
Acusamos al gobierno y a todos los sectores de la problemática ambiental, pero no volteamos a ver hacia nosotros mismos, ¿qué es lo que nosotros estamos haciendo día con día? Antes de salir y criticar todo, creo que debemos de voltear hacia nosotros mismos y hacer esos cambios. Y lo mismo aplica para muchos otros problemas.
Nos educaron para esperar a que los demás tomen acción, sobre todo el gobierno, pero no se nos educó para que nosotros tomemos la iniciativa sobre todos aquellos problemas que nos gustarían cambiar. Sin embargo, antes de salir e intentar cambiar al prójimo, debemos de poner el ejemplo, y a través de ese ejemplo es como muchas otras personas se pueden inspirar. Creo que ese es el valor del cambio local, y es lo que realmente necesita nuestro planeta, una revolución que empiece en la conciencia de cada uno de nosotros.
-¿El mayor crimen natural?
-El mayor crimen es lo que están haciendo gran parte de las compañías transnacionales por mantener su imperio. Desde las petroleras hasta las farmacéuticas, la ambición por el poder está causando estragos en nuestro planeta. Por ejemplo, con el cambio climático. Desde los 70 se conoce la problemática y las grandes compañías petroleras lo sabían, y han gastado millones en esconder esa verdad.
Lo mismo pasa con otras grandes empresas, que debido a que las reglas de juego económico están mal, actúan como psicópatas con la finalidad de hacer crecer sus ganancias.
-¿Imposibilidad o esperanza?
-Definitivamente hay mucha esperanza. Creo que todos juntos como sociedad podemos poner nuestro granito de arena para hacer nuestro planeta mejor. Eso fue lo que también descubrí con este proyecto. A veces las cosas que hacemos parecen pequeñas ante el mar de calamidades que hay en el mundo, pero solo el hecho de hacerlo ya suma. Es algo de lo que estoy convencida, es el efecto mariposa, cada acción por pequeña que parezca se puede hacer muy grande, si hacemos las cosas con el corazón.
-¿Algo más que quieras añadir?
-Que no nos debemos de quedar con el concepto de todo o nada. Cada pequeña acción cuenta y cada uno de nosotros podemos aportar mucho desde nuestra cancha: podemos ayudar a nuestro planeta ahorrando agua, evitando producir basura, fomentando a las cooperativas, etc. Es decir, hacer lo que esté en nuestras manos, lo que sepamos que es correcto, sin importar que parezca pequeño, debemos estar conscientes de que podemos ser parte de la solución.