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María Rivera

12/01/2022 - 12:03 am

Ahora

“En estos días y semanas, muy seguramente usted entrará en contacto con personas contagiadas: este no es el momento de socializar sin mascarilla, ni con sus amigos, ni con su familia. Piense que debido a la altísima transmisión que hay y a la enorme contagiosidad del virus, sus medidas de protección deben de extremarse como nunca”.

“El mayor riesgo, sin embargo, está en personas no vacunadas, y en este rango entran todos los niños y los adolescentes menores de 15 años que no han sido inmunizados por la política totalmente criminal e insensata del Gobierno”. Foto: Cuartoscuro

Ahora, que el tsunami de Ómicron ha entrado en México, que comenzamos a verlo con total claridad, es bueno recordar aquí que, contrario a lo que las autoridades de salud federales y locales de la CDMX dicen, la infección por SARS-CoV-2 no es un catarro.

No lo es, tanto como no es una jirafa un hipopótamo. Sí, produce una infección respiratoria distinta, en las vías superiores altas, no en los pulmones. Sin embargo, la COVID-19 es, esencialmente, una enfermedad sistémica, lo que significa que ataca a distintos órganos y sistemas del cuerpo. Esto se sabe ya desde hace tiempo y si algo han demostrado estudios médicos de todo el mundo, es que la COVID puede producir enfermedad en el corazón, los riñones, el cerebro, el sistema digestivo, el sistema nervioso, entre otros. También sabemos que el virus deja secuelas en una parte importante de quienes lo han padecido de manera asintomática, incluso, y que en los niños y adolescentes puede causar un síndrome inflamatorio grave, tras presentar infecciones “leves”.

Sí, sabemos también que el coronavirus no enferma igual a todas las personas, desde su versión original, una gran proporción de los contagiados presentaron enfermedad leve o asintomática. Vamos, no es una novedad. Lo que sí es una novedad son las vacunas. Ciertamente, la vacunación ha logrado que la gente esté presentando una enfermedad más leve. Funcionan y funcionan muy bien, pero no para evitar el contagio, ni la enfermedad sintomática. Esto, sin embargo, no evita que las personas no estén en riesgo de desarrollar una enfermedad más severa, por lo que deben evitar exponerse lo más que se pueda. El mayor riesgo, sin embargo, está en personas no vacunadas, y en este rango entran todos los niños y los adolescentes menores de 15 años que no han sido inmunizados por la política totalmente criminal e insensata del Gobierno. Lamentablemente, ellos parecen estar en mayor riesgo de ser hospitalizados y presentar una enfermedad grave, como se está viendo en todos los países en los que arribó antes Ómicron, entre ellos Estados Unidos y Reino Unido.

En realidad, querido lector, el margen de incertidumbre con la variante Ómicron aún es muy grande. Las hospitalizaciones se están elevando en varios países y seguramente la mortalidad también se elevará. No sabemos si causará los mismos estragos a largo plazo, si causará daños en los órganos con la misma virulencia que Delta, que aparecerán después. Es una irresponsabilidad decir que la enfermedad es un catarro, cuando no lo es y no sabemos aún cuáles serán sus implicaciones por que hace muy poco que la variante colonizó al mundo.

Lo mejor, querido lector, es que no asuma que se va a contagiar. Cuidarse, extremar precauciones es lo sensato ahora, aunque todo esté abierto, y el Gobierno haya decidido dejar que los contagios continúen, sin hacer nada para evitarlo. Es una locura, por donde se le vea.

Las medidas necesarias para evitar el contagio son las que ya conocemos: use un cubrebocas N95 o KN95 (pero que esté muy bien ajustado a su rostro, con un extensor de las correas). Ningún otro cubrebocas lo protegerá de la misma manera. Los de tela no funcionan en nada y los quirúrgicos dejan escapar el aire. Recuerde que el virus se transmite por el aire, esto es lo fundamental. Ningún espacio cerrado es seguro ahora, por lo que es mejor no retirarse el cubrebocas por ningún motivo. Hay que ventilar los espacios, también, continuamente.

En estos días y semanas, muy seguramente usted entrará en contacto con personas contagiadas: este no es el momento de socializar sin mascarilla, ni con sus amigos, ni con su familia. Piense que debido a la altísima transmisión que hay y a la enorme contagiosidad del virus, sus medidas de protección deben de extremarse como nunca. Y es que nunca, desde que empezó la pandemia, habíamos corrido un riesgo tan alto de contagio. Si había un momento para guardarse, imponer restricciones, era justamente este. Hágalo usted, cuídese, si no se ha contagiado, es posible evitarlo. No caiga en la locura de que “todos nos vamos a contagiar”, porque una parte de todos no tendrá suerte, eso téngalo por seguro. Si usted tiene comorbilidades, no se exponga estas semanas. Eso es lo inteligente.

Si en cambio, usted que me lee, ya se contagió, o tiene síntomas, aíslese y hágase la prueba, descanse y recupérese, vigile que su oxigenación no baje y si lo hace busque ayuda médica. Seguramente, tendrá un cuadro leve y benigno. Le deseo lo mejor a usted y los suyos, cuídese mucho, cuídese como nunca.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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