Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– “El Gobierno Federal pretende establecer una narrativa oficial de la masacre [de los 43 normalistas en Iguala] y una verdad jurídica con el fin de evadir su negligencia y responsabilidad en los hechos. Se trata de ocultar que fue un crimen de Estado y un crimen de lesa humanidad. Sin embargo, su explicación está llena de omisiones, inconsistencias y contradicciones”. Estas son las conclusiones del reportaje del diario londinense The Guardian, firmado por Luis Hernández Navarro.
El diario destaca que el pasado 23 de septiembre, el Presidente mexicano Enrique Peña Nieto recibió por parte de la Appeal of Conscience Foundation (Fundación por un Llamado a la Consciencia) el Premio Estadista Mundial 2014 (World Statesman Award) por el liderazgo que ha demostrado al tomar "difíciles decisiones que buscan impulsar a su nación y su pueblo, y por ser un actor en la responsabilidad global comprometida al desarrollo económico y social".
Tres días después, puntualiza, su Gobierno entró en la crisis más profunda y más dramática de toda administración mexicana desde 1968.
“En las semanas posteriores, en las aulas, en las calles y en las redes sociales, millones de ciudadanos enojados, especialmente los jóvenes, han estado exigiendo la renuncia de Peña Nieto. El Gobierno Federal ha llegado a la deriva. Su estrategia parece ser la de ganar tiempo, esperando a que el descontento desaparezca y un milagro aparezca”.
De acuerdo con el periodista, hay varios hechos relacionados que explican “la masacre”. Primero: en México los normalistas de las zonas rurales son estigmatizados porque su compromiso con la reforma social desagrada a las élites económicas y políticas.
Este estigma unido a la impunidad generalizada del estado de Guerrero, donde muchos activistas han sido asesinados o han desaparecido, la presencia de bandas de narcos en disputa y la existencia de un "narcoestado” que controla la política, explican, según The Guardian, que casos como el de Iguala puedan suceder.
“La incapacidad del Gobierno para resolver el caso y la forma en que algunos políticos han sido protegidos, ha despertado una ola de cólera en todo el país. La agresión contra los estudiantes de Ayotzinapa fue la gota final para el pueblo”.
The Guardian afirma que la buena imagen del Presidente está rota, “todos los esfuerzos de sus socios por sacarle a flote han fracasado”.
El autor narra la historia de Guerrero, convertido en uno de los estados más afectados por el narcotráfico, y el origen de las escuelas normalistas. “La normal de Ayotzinapa, fundada en 1926, es uno de los últimos reductos de la Revolución Mexicana de 1910 a 1917, que sigue predicando una reforma agraria radical y una educación gratuita y laica para todas las personas”.
“Las escuelas de capacitación rural son uno de los pocos caminos abiertos a los jóvenes en el México rural para ascender socialmente. (…) Ellos ven las escuelas normales como una herencia viva de la Revolución Mexicana a la que no quieren renunciar”.
El texto del diario inglés menciona la turbulenta situación de las protestas en Guerrero. “El fuego que devora edificios públicos y vehículos expresa la creciente furia de más y más jóvenes en Guerrero. Es el termómetro de una insurgencia cívica y popular que se extiende a través de sus municipios y sectores, la evidencia de una ira que se radicaliza más cada día que pasa.
Por último el diario valora la respuesta de las autoridades como desastrosa, errónea, incapaz, barata y brutal:
“La estrategia del gobierno para hacer frente a la crisis ha sido desastrosa. Cada paso erróneo adoptado por las autoridades les acerca al abismo. Incapaces de comprender la naturaleza de la insurgencia cívica, han recurrido a la política barata y a maniobras brutales. Una y otra vez, en manifestaciones por todo el país, las multitudes exigen la renuncia del presidente. La insurgencia cívica y popular ha entrado en una nueva etapa. Y no se puede ignorar”.