Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).- "A gritos, estas placas piden y hablan que quieren justicia. Una justicia que mientras este gobierno no nos haga llegar, no la vamos a ver porque vamos a estar en una tumba", dijo Araceli Rodríguez, durante una celebración ecuménica, en el marco del cierre de los 10 días por la Paz y los derechos humanos, en la nombrada Estela de Paz.
Araceli es madre de Luis Ángel León Rodriguez, un elemento de la Policía Federal que desapareció el 16 de noviembre de 2009 junto con seis uniformados más y un civil cuando se dirigían a una misión en Zitácuaro, Michoacán.
Como ella, miles de familiares claman justicia a las autoridades y ayer, seis sacerdotes de distintas congregaciones ofrecieron una misa ecuménica en acompañamiento a las familias de víctimas del Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad, denunciando y demandando a las autoridades para que hagan su trabajo y den respuesta a las exigencias de las víctimas.
Poco antes del medio día llegaron integrantes de Iglesias por la Paz y colocaron pétalos de rosas alrededor de las 28 placas, que llevan los nombres e historias de personas desaparecidas y/o asesinadas y que están al frente de la Estela de Luz y que, desde el año pasado, el Movimiento fundado por el poeta Javier Sicilia, nombró Estela de Paz.
A un costado de las puertas a la zona del bosque de Chapultepec, decenas de jóvenes también se dan cita para hacer acrobacias en patines. Algunos de ellos aprovechaban y leían las historias de las placas, mientras otras personas del evento repartían el programa de la ceremonia.
Niños y niñas acompañados por sus padres también se detenían para ver las placas. Una madre le explicaba a su pequeño de cuatro años qué había en el piso y el menor sólo le preguntó: "¿Y por qué desaparecieron?", la respuesta de su mamá fue el silencio.
Comenzó la ceremonia, pero esta se vio interrumpida por la llegada de María Herrera, otra integrante del Movimiento por la Paz y madre de cuatro hijos desaparecidos, dos de ellos en Guerrero y dos más en Veracruz.
Acompañada por su otro hijo, Juan Carlos Trujillo, Mari Herrera, como se le conoce, pidió una disculpa, pero por cuestiones de salud sólo podía permanecer un momento y dejó cuatro ramos de rosas rojas en cada una de las placas que corresponden a sus hijos y dirigió unas palabras.
"Si algo me llegara a pasar, les pido que sigan luchando", dijo con lágrimas en los ojos.
Mari se retiró.
La ceremonia siguió y recordaron el motivo de esta:
Queremos aquí, con la fe de los que han perdido un hijo, una hija, un padre, una madre, un hermano que podamos exigir justicia, porque las autoridades han abandonado los casos o no se les da seguimiento debido o peor aún, nunca iniciaron una investigación, y por eso estamos aquí, en la Estela de Paz. En este memorial, en estas placas que son los testimonios y los gritos de las familias para exigir justicia y que aparezcan sus seres queridos, porque se los llevaron vivos y vivos los queremos.
Luego dieron paso al testimonio de Araceli, dijo que las placas están ahí para recordarle al gobierno que nuestros hijos, hijas, esposos, esposas, cada uno de nuestros familiares no están con nosotros. Aseguró que lo que sufren es un "duelo congelado", pues ella lleva cinco años en la lucha buscando a sus hijo.
La mamá de Luis Ángel aseguró que la simulación del gobierno no permitirá que lleguen a la verdad de sus casos, pero lo que más afecta es la "indiferencia de la gente, de la sociedad que pasa y no ve al ser humano que está parado con lágrimas de dolor y nos etiquetan como liosos y mitoteros, no señor, son miles de desaparecidos en el país, únanse", pidió.
"No queremos ni uno más desaparecido, ni uno más asesinado, ayúdenos , difundan. No nos vean nada más como si estuviéramos locos, no estamos locos. Nos está dejando locos el gobierno de tanto dolor por no hacer su chamba, por no hacer su trabajo".
Los líderes religiosos compartieron pan y hostias con los presentes, incluso se acercaron a dos elementos de la Secretaria de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) quienes también recibieron la comunión.
Finalmente rezaron un Padre Nuestro en una versión "que nos identifica con nuestras problemáticas actuales". Leyeron en voz alta los nombres de las placas verdes que corresponden a los desaparecidos y pronunciaron en voz alta: "¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!".