Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).- Guanajuato, San Luis Potosí y Puerto Vallarta son las ciudades que mostraron el mayor retroceso en el Índice de Competitividad Urbana 2014. Factores como la caída en salarios y la falta de medidas para atender las emergencias ambientales y la falta de competencia electoral resultan en problemas para administrar el territorio.
El índice alerta que en el país el campo se ha convertido en un “espacio muerto” sin productividad, que en lugar de recuperarlo se está urbanizando y ejemplo de ello es la zona en la que se construirá el nuevo aeropuerto.
En el caso de Guanajuato, que descendió de la posición número 12 en la que se encontraba en 2013 en el Índice de Competitividad a la número 20 en 2014, sus mayores retrocesos se registraron en el ámbito laboral, de innovación y en el político.
San Luis Potosí, que se ubicó dos posiciones abajo en comparación de 2013, ubicándose en el lugar 16 en 2014, destacó a la baja en el ámbito político, en el mercado laboral y en el medio ambiente.
Por su parte, Puerto Vallarta, descendió del lugar 11 al 13 en 2014 debido a sus indicadores político, social y del mercado laboral.
En general, la seguridad, la atención a los desastres naturales y el desarrollo urbano, se mantienen como algunos de los factores que frenan la competividad en las ciudades del país y aunque la administración federal ha decidido crear una política nacional de desarrollo urbano para delimitar los perímetros o zonas hacia dónde pueden crecer las ciudades, aún son miles las viviendas que se encuentren afuera de los perímetros establecidos.
En contraparte, la zona del Valle de México es la más competitiva, según el IMCO, gracias a que su Producto Interno Bruto per cápita alcanza los 180 mil pesos por persona y tiene un índice de talento de 74 puntos.
En tanto que las ciudades de Chihuahua, Querétaro y Aguascalientes fueron las que registraron los avances más destacables en 2014.
Mientras que Los Cabos, Querétaro y Monterrey tienen un nivel adecuado con 161 mil pesos per cápita y un índice de talento de 46 puntos.
Acapulco es la ciudad con mayor tasa de homicidios con 145 por cada 100 mil habitantes. Además de que es la entidad con el menor Índice de Competitividad en 2014.
Mientras que Mérida es la que tiene una tasa menor con 2 por cada 100 mil habitantes.
“La hipótesis central de este trabajo del IMCO es que el desastre tiene como causa principal la pérdida de control sobre el territorio, la incapacidad para gestionar el espacio urbano, las dificultades para conciliar el interés público con la ganancia privada”, detalla el estudio.
En el caso de la capital del país, de acuerdo con el estudio, México se encuentra por debajo del promedio de productividad del resto de las ciudades del mundo. Se necesita conectividad aérea, donde actualmente ocupa el lugar número 20.
Una parte del estudio hace especial referencia a los casos de Acapulco y Ciudad Juárez, ciudades a las que evalúa por el efecto que los desastres naturales y la inseguridad han tenido sobre su competividad.
En el caso del paso de los meteoros “Ingrid y Manuel” en septiembre de 2013, “las inundaciones no fueron, estrictamente hablando, un desastre natural sino uno generado por la falla del Estado en su responsabilidad de gobernar el territorio. Los hechos son bien conocidos: en la última década, las autoridades municipales autorizaron la construcción de fraccionamientos de vivienda en el banco occidental del Río de la Sabana pese a que en el Atlas de Riesgo municipal esta zona estaba señalada como susceptible de ser inundada (riesgo de inundación alto y medio)”, destaca.
Resalta que hace 10 meses se hizo el anuncio de que existiría un documento que señalara responsables de las inundaciones de Acapulco, vinculadas al desarrollo urbano irracional e irresponsable, hicieron eco en muchos medios de comunicación, sin embargo nunca se reveló.
A través de una solicitud de transparencia, el IMCO solicitó al gobierno federal dicho estudio y la respuesta fue que era “inexistente” al menos hasta el pasado 2 de abril.
“Con cierta regularidad, los desastres naturales desnudan la corrupción, la irresponsabilidad y la irracionalidad que caracterizan nuestros patrones de desarrollo urbano. Pero, como país, no parecemos aprender de las catástrofes. Seguimos tropezando con la misma piedra: una incapacidad para gobernar el territorio eficazmente, garantizando la protección de las personas y de su patrimonio. En buena medida, las conclusiones del paso de los huracanes Manuel
e Ingrid fueron las mismas que las conclusiones del efecto del huracán Paulina, que en 1997 devastó buena parte de las ciudades y pueblos del sur del Pacífico mexicano”, señala el IMCO.