Ernesto Hernández Norzagaray
11/12/2021 - 12:05 am
AMLO y lo sustantivo de la FIL
“El Presidente López Obrador debió ir a la FIL y aprovechar ese foro para dar respuestas a estos temores y reclamos que hoy están en el ambiente de la vida pública y plantear sus puntos de vista, como corresponde a una sociedad democrática, y que, él, en forma reiterada ha dicho que está comprometido con ella”.
Era previsible que sucediera nuevamente en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que la crítica se enseñoreara en las voces que ahí concurrieron y dejara sus mensajes al poder y es que, una feria de los libros no puede ser de otra forma, ahí se exponen ideas y se discute en beneficio de la sociedad que la alberga, incluso, más allá.
Ahí radica la fortaleza de esta feria que está entre las más prestigiadas del mundo -se dice que solo la de Frankfurt la supera- y, por lo tanto, debe ser motivo de orgullo para todos los mexicanos.
Quizá, por eso, sorprende que funcionarios del Gobierno federal y estatal no hayan hecho acto presencia por las rencillas que tienen sus titulares con Raúl Padilla López, presidente del Comité Organizador de la FIL, y no sólo eso, que vean en ella un espacio enemigo.
El Presidente López Obrador lo dijo en la conferencia mañanera “en la FIL se dedicaron a atacarnos”, es decir, desde su ego y visión hubo una estrategia en operación para que así sucediera, y no que era inevitable, en un espacio por su naturaleza crítica.
Acaso ¿no recordamos que la FIL en sus 34 años de existencia muchos presidentes de la República la han evitado y sufrido?
Ahí están los ejemplos de Ernesto Zedillo que nunca asistió a una edición de la FIL, pero eso no evitó que fuera mencionado nada más, ni nada menos, por José Saramago, el Nobel de Literatura, que, en la presentación de uno de sus libros en 1999, dijo, en clara simpatía por el zapatismo de las cañadas chiapanecas:
«Yo no tengo otro comentario para dejar aquí. Pero parece que es un sino mío, cada vez que llego a Guadalajara, algo tengo que decir que no le va a gustar al Gobierno mexicano. Entonces, lo único que yo quería decir es lo siguiente: hay guerras que son guerras y hay no guerras que son igual que guerras. La no guerra de Chiapas es una guerra»
Otro más, fue el caso de Felipe Calderón, que en 2007 ya habilitado como Presidente asistió a la FIL para participar en una presentación, pero, fue vapuleado por los seguidores de López Obrador.
Uno de esos ataques fue el de una joven que gritó airadamente: «¡Felipe Calderón: eres un Presidente espurio!», La joven fue sacada de inmediato y a la fuerza de la Expo Guadalajara, por miembros del Estado Mayor Presidencial, años más tarde, Margarita Zavala, candidata independiente a la Presidencia, viviría algo similar cuando la interpeló otro joven mientras firmaba uno de los ejemplares y le recordó que había perdido a su padre, que era una víctima de la guerra que había provocado su marido.
Y un caso patético fue el de Enrique Peña Nieto, candidato a la Presidencia de la República, quien tuvo dificultad para señalar los tres libros que habían marcado su vida y se hizo bolas, con los títulos y los nombres de esas obras.
Carlos Fuentes, ante la confusión con el título una de sus obras, dijo, que Peña Nieto, no estaba preparado para ser Presidente, y que era un personaje pequeño, que no lo merecían los mexicanos lo que fue un golpe mediático de grandes proporciones.
Ahora López Obrador en sus tres años de gobierno ha evitado asistir a la FIL para presentar algunos de sus libros y, peor, la ha criticado porque asisten a ella como invitados especiales Mario Vargas Llosa, Enrique Krause, Héctor Aguilar Camín o Jorge Castañeda que tienen una postura crítica contra su Gobierno.
Incomprensible cuando, otros presidentes, han sido cautos, en el momento de expresarse sobre lo que sucede en los diez días de la FIL, aun, cuando, sea dura la crítica, como debe ser en esos espacios deliberativos y de mucha interacción con los lectores asistentes.
Y es que, repito, como no podía ser así, iría en contra del espíritu de una feria del libro.
Claro, el Presidente López Obrador ve una confabulación, entre los organizadores, los invitados especiales y los medios de comunicación que le dan vuelo a lo que estos dicen.
Pero, esa percepción equívoca, sólo muestra el disgusto que le provoca la palabra de sus “adversarios ideológicos” y hasta se pensaría, que quisiera que no existiera la FIL y se impusiera el pensamiento único del poder, pero, eso, no cabe en una sociedad democrática marcada por la pluralidad y la diversidad de voces.
Estamos hablando de la libertad, un valor intrínseco a las sociedades democráticas que no pueden ser puesta en entredicho y está, acorde, con el señalamiento presidencial de que en México no se persigue a nadie por sus ideas por lo que se escribe o lo que se dice, pero, estos deslices dejan entrever la molestia, la proclividad a la uniformidad y el desdén por los intelectuales.
Más bien, espacios como los de la FIL, deberían multiplicarse como referencias a las que el gobernante debiera acudir para tomar el pulso de lo que piensa la inteligencia y tomar decisiones más informadas para el bien de todos los gobernados.
Y aquí aprovecho para acercarme a la enseñanza de lo ocurrido en dos eventos de la FIL, la mesa “México, un presente en busca de un futuro”, que moderó Héctor Aguilar Camín, y donde estuvieron Jorge Castañeda, Lisa Sánchez, Guillermo Cejudo y Luis Carlos Ugalde.
Luego de plantear diversos problemas que conlleva esa busca de futuro el moderador planteó: ¿Cuáles son los más más graves?
Y la respuesta de Ugalde es de tomar en cuenta por sus implicaciones en la vida pública en clave de amenazas a nuestro sistema democrático:
“La primera es el crimen organizado como operador de campañas políticas. Aunque aquel ha venido capturando a muchos gobiernos municipales en las últimas décadas (en algunas entidades más de la mitad del territorio es presa de los grupos criminales), fue hasta la elección de este año que –además– se convirtió en movilizador e inhibidor del voto” (…)
“La segunda gran amenaza a la democracia mexicana que crece a pasos agigantados es la militarización, no sólo de la seguridad pública, sino de amplias actividades civiles que incluyen construcción de grandes obras públicas, operación de puertos y aeropuertos. No sólo eso: las Fuerzas Armadas serán beneficiarias del usufructo de algunos de esos proyectos que serán para sus sistemas de pensiones”.
Y la otra fue la intervención de Mauricio Merino, coordinador de la Red de Rendición de Cuentas, con sede en la UdeG, que recriminó al presidente su reiterada calumnia contra las instituciones académicas, pero, especialmente al CIDE y la UdeG que dijo habían callado como momias durante el periodo neoliberal:
“Para ser momias, somos unas momias muy ruidosas. No es verdad lo que ha dicho el presidente López Obrador y hay que decirlo, porque como parte de la defensa de la democracia debemos enderezar la verdad y no tolerar de los poderes públicos, de ningún poder público, sea el que sea, incluso el más alto, como es el caso, la mentira y la calumnia”, sostuvo.
El Presidente López Obrador debió ir a la FIL y aprovechar ese foro para dar respuestas a estos temores y reclamos que hoy están en el ambiente de la vida pública y plantear sus puntos de vista, como corresponde a una sociedad democrática, y que, él, en forma reiterada ha dicho que está comprometido con ella.
Dejó pasar la oportunidad y optó por la lejanía como respuesta.
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