Ciudad de México, 11 de diciembre (SinEmbargo).– En la celebración eucarística, que celebró ayer el sacerdote Miguel Concha Melo durante el memorial de Julio César Mondragón Fontes, el normalista asesinado y torturado el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, no se pidió justicia divina, sino justicia legal, verdad y un cambio profundo para el país.
Después del evangelio católico, siguió un sermón donde se habló de un país lleno de vergüenza y necesitado de justicia para las víctimas del Estado y de la violencia.
La Parroquia de Santa María de la Anunciación, al sur del Distrito Federal, se llenó de consignas por la justicia para los estudiantes de Ayotzinapa, y el templo se convirtió en un espacio para dialogar sobre la situación que vive México.
Estaban la esposa, la madre, la hija de cuatro meses de Julio César, y los padres y madres de los 43 desaparecidos en Iguala.
“¡Ayotzi vive, la lucha sigue! ¡Porque vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos! ¡No están solos, no están solos!”, gritaron los asistentes al memorial en medio de la celebración.
“Lo que ellos reclaman como maestros rurales es que se les haga justicia legal, que cambie este modelo económico. Justicia, hay muchas líneas de investigación. Ellos piden reparación del daño. La primera manera de reparar el daño, es hacer justicia”, dijo el sacerdote.
Al pie del altar de la iglesia, los papás tendieron una manta con las fotografías de los estudiantes, colocaron flores y cada uno de ellos se sentó en las bancas de la primera fila con las fotografías de cada uno de sus hijos.
“Pedimos no manchar la memoria de quien ha sido torturado y ejecutado. Pedir justicia, verdad y reparación de los daños y garantías de no repetición. Necesitamos otras políticas e instituciones que nos sirvan”, dijo Miguel Concha.
El sacerdote leyó una carta escrita por los obispos mexicanos:
“Los obispos de México decimos ya basta, no queremos más sangre, muertes, desaparecidos, no más dolor ni más vergüenza. Nos unimos al clamor por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación de orden institucional”.
Miguel Concha, sacerdote y activista, les dijo a sus feligreses durante el sermón: “Dios está en la historia y Dios está interviniendo en la lucha de los de abajo”.
Después llegó el momento de las peticiones, pero el sacerdote no se guió sólo por el misal y pidió a los asistentes hacer peticiones.
Entonces llovieron las solicitudes de jóvenes, mujeres y de los padres de los 43: “¡Por las mujeres desaparecidas! ¡Por la justicia! ¡Por los padres de los estudiantes! ¡Por los centros de derechos humanos que auténticamente acompañan y defienden la dignidad de las personas!”, finalizó Concha.
Durante la celebración de la paz, el sacerdote Jesús Ramos, que realizó la misa al lado de Miguel Concha, sentenció: “No habrá paz hasta que haya justicia para los estudiantes”.
“ELLOS SON LOS TÍTERES”: FAMILIARES
Al concluir la celebración religiosa, se instaló una mesa de diálogo encabezada por Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, el padre Miguel Concha y la esposa y la madre de Julio César Mondragón.
Ahí, frente a un Cristo crucificado, tomó la palabra Felipe de la Cruz, vocero de los papás de los normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos para rechazar los señalamientos del gobierno federal de que las familias son manipuladas en sus demandas.
“Le decimos que los padres no somos tontos y que no somos manipulados. Ellos son los títeres de este gobierno”, dijo Felipe de la Cruz.
El padre de uno de los normalistas calificó como satánicos a quienes están detrás del asesinato de Julio César y de la desaparición de sus compañeros.
“No podemos nombrar de otra manera a quienes están detrás de este crimen, como unos satánicos. Nosotros seguimos en la lucha a pesar de que este gobierno asesino nos está poniendo muchas trabas”, dijo.
El vocero de los padres reiteró que este 25 de diciembre no habrá Navidad para el gobierno.
“No tenemos miedo a lo que venga. Julio César es un ejemplo de lucha y a los 43 normalistas se los llevó la policía. Ha llegado el momento de dar la batalla”, dijo.
Abel Barrera Hernández, director de Tlachinollan, tomó la palabra y lamentó la situación de Guerrero.
“Estos días en Guerrero son días de mucha impunidad, mucha bala, muchas autoridades asesinas, es un diciembre triste porque además del asesinato de los cuatro compañeros, está esta lucha incansable por los 42 jóvenes que siguen desaparecidos”, dijo.
PADRES PIDEN QUE PGR RETOME EL CASO
La familia de Julio César Mondragón exigió que la Procuraduría General de la República (PGR) atraiga el caso del normalista desollado en Iguala.
Cuitláhuac Mondragón Fontes, tío del joven, aseguró que hay irregularidades en la investigación del caso que se encuentra hasta el momento en manos de la Procuraduría de Guerrero, como la pérdida del expediente.
“Queremos que la PGR atraiga el caso, ¿cómo es posible que a los que detienen en una marcha atraiga el caso la Procuraduría y el de mi sobrino que fue torturado, no lo haga”, dijo.
Afrodita Mondragón, madre del muchacho, indicó que a pesar del dolor, quería decirle algo a su país: “¡Vamos México! Estos muchachos los llevamos en el corazón, acá estamos, ánimo, estaremos luchando con ustedes, porque ustedes nos dieron un gran ejemplo de lucha, ustedes buscaron un cambio y nosotros estamos orgullosos de ustedes, de estos jóvenes estudiantes que no se nos han ido”.
Marisa Mendoza, pareja de Julio César, leyó una carta que el joven le envió desde Ayotzinapa, cuando logró su matrícula.
“No es una típica carta de despedida, una invitación a mi vida, bienvenida a mi vida. Sin boca no te diría te amo, sin manos no te regalaría un abrazo, sin sentimientos no estaría contigo. Bebesita te amo, y aunque siento que la vida se me acaba, sin saber porqué, me atrevo a decirte que nunca me olvides”.