Tedros también subrayó que espera que más posibles vacunas puedan desarrollarse y animó a que otros laboratorios sigan sus investigaciones pese a que la de la estadounidense Pfizer, con la alemana BioNTech, se muestra por ahora como la mejor posicionada.
Por Antonio Broto
Ginebra, 11 nov (EFE).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue con optimismo los avances de las diferentes compañías farmacéuticas para lograr una vacuna contra la COVID-19, después de que Pfizer y BioNTech anunciaran el lunes que han logrado con sus ensayos un 90 por ciento de eficacia contra el coronavirus.
El organismo con sede en Ginebra, que esta semana ha reanudado de forma virtual la asamblea anual que interrumpió en mayo, ha recibido las noticias de Pfizer y BioNTech con más moderación que los mercados bursátiles, aunque su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha admitido que son esperanzadoras.
UNA VACUNA ANTES DE QUE TERMINE EL AÑO
“Como preveíamos, tendremos una vacuna a finales de este año, y la de Pfizer es muy prometedora”, proclamó el etíope en las reuniones que esta semana se celebran por teleconferencia con representantes de los 194 países miembros de la OMS.
Tedros también subrayó que espera que más posibles vacunas puedan desarrollarse y animó a que otros laboratorios sigan sus investigaciones pese a que la de la estadounidense Pfizer, con la alemana BioNTech, se muestra por ahora como la mejor posicionada.
Actualmente hay más de 200 laboratorios en el mundo trabajando en posibles vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19, y al menos unas 40 están en alguna de las tres fases de test clínicos en personas: la primera suele contar con decenas de sujetos, la segunda con cientos, y la última con miles.
De esas 40, una decena están en la tercera fase de pruebas, entre ellas la de Pfizer-BioNTech, y también las de la estadounidense Moderna, la que desarrolla AstraZeneca con la Universidad de Oxford, o tres proyectos chinos (dos de la firma Sinopharm y uno de Sinovac, este último testado en grupos de control de Latinoamérica).
También están en esta última fase la que desarrolla el grupo farmacéutico belga Janssen, de la firma estadounidense Johnson & Johnson, la norteamericana Novavax, o la rusa Sputnik V, que fue recibida con cierto escepticismo cuando en agosto el Presidente Vladímir Putin ya la presentó al mundo.
A este respecto, las autoridades rusas han afirmado hoy que “Sputnik V” ha probado ser eficaz en el 92 por ciento de los casos en la tercera fase de los ensayos, según los primeros resultados de las pruebas publicadas hoy.
La OMS ha animado a que todas continúen sus investigaciones pese a que unas vayan más adelantadas que otras, teniendo en cuenta que habitualmente, con otras enfermedades, sólo una de cada cinco candidatas acaba teniendo éxito.
En la misma carrera contra la COVID-19 ha habido varios momentos descorazonadores en este sentido, cuando las pruebas de avanzadas propuestas como las de AstraZeneca, Johnson & Johnson o Sinovac tuvieron que detenerse temporalmente debido a reacciones adversas en los individuos que las recibieron.
La OMS y los expertos han aclarado que es un contratiempo habitual, también en la investigación de otras vacunas, un proceso que habitualmente lleva años pero que debido a la gravedad de la actual pandemia la comunidad científica está intentando reducir a un tiempo récord de apenas 12 o 18 meses.
LA PANDEMIA ESPOLEÓ UNA NUEVA TECNOLOGÍA, EL ARNm
Algunas de estas candidatas, como la de Pfizer-BioNTech o la de Moderna, utilizan una nueva tecnología nunca antes probada en vacunas, denominada ARN mensajero o ARNm y que de probarse eficaz supondría un enorme avance para la epidemiología, que quizá podría adaptarse contra otras enfermedades.
Si con las vacunas tradicionales se inoculan a los individuos formas debilitadas del virus para que el organismo fabrique anticuerpos, con esta nueva tecnología sólo se introducen moléculas de ácido ribonucleico (ARN) que por sí solas contienen instrucciones con las que el cuerpo humano puede producir el virus y a la vez el anticuerpo que lo neutralice.
Esta tecnología presenta un nuevo problema que podría dificultar su deseada producción masiva y distribución a todo el mundo, dado que debe conservarse a temperaturas de en torno a 70 u 80 grados bajo cero.
En la asamblea de esta semana de la OMS ya se ha advertido que eso puede dificultar su llegada a países en desarrollo sin sistemas de almacenamiento en frío tan avanzados, por ejemplo en regiones muy golpeadas por la pandemia como América Latina.
Otro desafío para las nuevas vacunas que lleguen contra el virus es saber si bastará con una o dos dosis para estar inmunizado toda la vida, como ocurre con las que protegen contra enfermedades como la tosferina o la varicela, o si deberá repetirse regularmente, como ocurre por ejemplo con la de la gripe.
La COVID-19, de cuya existencia se empezó a saber en diciembre de 2019, es una enfermedad tan reciente que es imposible saber los efectos a largo plazo de una hipotética vacuna contra ella.
La eficacia del 90 por ciento mostrada por la vacuna de Pfizer-BioNTech significa hipotéticamente que una de cada diez personas aún podría desarrollar sintomáticamente la enfermedad pese a inocularse con ella, aunque lo cierto es que este porcentaje de fiabilidad es habitual.
Incluso vacunas hoy muy extendidas en sistemas sanitarios de todo el mundo muestran eficacias menores, como la de la gripe, que no alcanza el 50 pro ciento, mientras que la de la varicela es del 92 por ciento y la del sarampión del 97 pro ciento.