La fatiga es una de las quejas iniciales más comunes de las personas infectadas con SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19.
Madrid, 11 de noviembre (EFE).- Más de la mitad de las personas contagiadas con COVID-19 sienten fatiga persistente diez semanas después de pasar la enfermedad, según un estudio del Trinity College de Dublín (Irlanda), publicado en la revista PLOS ONE.
La fatiga es una de las quejas iniciales más comunes de las personas infectadas con SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19 y aunque las consecuencias a largo plazo de esta enfermedad todavía no han sido bien estudiadas, existe la preocupación de que el virus tenga el potencial de desencadenar un síndrome de fatiga postviral.
Para averiguarlo, los investigadores hicieron un seguimiento de la fatiga, la gravedad de la COVID-19, los niveles de marcadores inflamatorios y otras condiciones, de 128 voluntarios contagiados por el SARS-CoV-2.
Los participantes eran un 54 por ciento mujeres y el 46 por ciento varones, todos ellos con una edad media de 49.5 años.
El 55.5 por ciento de los participantes fueron ingresados en el Hospital St. James de Dublín (Irlanda) y el resto fueron tratados como pacientes ambulatorios.
En promedio, fueron evaluados para el estudio 72 días después del alta hospitalaria o 14 días después del diagnóstico en el caso de los pacientes ambulatorios.
Basándose en su puntuación en la Escala de Fatiga de Chalder (CFQ-11), el 52.3 por ciento (67/128) de los participantes del estudio cumplieron los criterios de fatiga al menos 6 semanas después de la infección por COVID-19 y sólo el 42.2 por ciento de los pacientes (54/128) dijo sentirse completamente sanos.
El estudio subraya que en ningún caso hubo asociación entre la gravedad de COVID-19, la necesidad de ingreso hospitalario o los marcadores de laboratorio rutinarios de la inflamación con la probabilidad de experimentar fatiga persistente tras la infección.
Aunque reconocen que puede haber sesgos por el perfil de los voluntarios del estudio (en su mayoría blancos e irlandeses) y porque sólo fueron evaluados en un momento concreto sin seguimiento posterior, los autores advierten de que el sexo femenino y los antecedentes de ansiedad o depresión eran más comunes en el grupo de fatiga grave.