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Julieta Cardona

11/11/2018 - 12:00 am

color marrón

las estrellas no nos hablaban de su color, pero a nosotras se nos ocurrió decirles que eran marrones. aprendimos a gritarles nuestros planes como si se les vieran los colores. y ellas nos decían, quizá algo con el corazón azorado –ahora que lo pienso–, que así no era, que aunque los dioses del olimpo y también los de esta nuestra tierra, nos sostuvieran la espalda, el destino no pensaba igual.

Cielo piñón. Foto: Julieta Cardona.

las estrellas no nos hablaban de su color, pero a nosotras se nos ocurrió decirles que eran marrones. aprendimos a gritarles nuestros planes como si se les vieran los colores. y ellas nos decían, quizá algo con el corazón azorado –ahora que lo pienso–, que así no era, que aunque los dioses del olimpo y también los de esta nuestra tierra, nos sostuvieran la espalda, el destino no pensaba igual.

hasta que una vez –lo que son las cosas–, las estrellas dijeron, en voz alta, su color. pero les pusimos, así sin más: marrón. y no es que nos sintiéramos más que todas ellas juntas, es que tú y yo les bailábamos las costas, doradas al atardecer; corríamos, nos salpicábamos de mar, conchas, caracoles, cangrejos, perlas quizá. y también la arena y el vacío –que no entendíamos, el vacío de futuro, tal vez–, nos revolcaban las entrañas. nos picábamos la panza con los dedos. nos reíamos sin fingir y nos decíamos cosas buenas, casi siempre nos dijimos cosas buenas.

anduvimos, seguro lo recuerdas, bajo un cielo apiñonado; decíamos tantas cosas, tantas, pero no hablábamos de morir, hablábamos de todo menos de morir. y nos separábamos por las tardes. para coleccionar historias, decíamos, y al reencontrarnos, nos contábamos las tonterías del día mientras salíamos a recolectar los limones que nos esperaban en el manto cálido de la tierra mojada. luego hacíamos tés de cuanta cosa y corríamos a desnudarnos entre la selva. a decirnos cuanta cosa entre la selva.

y cómo es curioso, ¿verdad? cuando sabes que algo está al borde de la muerte y te retiembla el color de las estrellas. porque sientes como si se te vaciara el cuerpo y en su lugar quedara una membrana flaca sostenida por dolor. y lo nuestro, cómo me acuerdo, así se sentía: bien marrón.

nos dejamos. pero nos llevamos cosas, mierditas; así somos, ¿no? que el libro, la carta, la botella vacía del aniversario aquel, fotos, algún elepé, cosas, cosas. y creamos memorias porque al final, recordar es todo lo que nos queda.

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