En Veracruz, según cifras de la Fiscalía General del Estado, hay más de 950 denuncias por desaparición, de ese total el 73.6 por ciento son casos de jóvenes de entre los 15 y 29 años. De acuerdo con compañeros de Génesis Urrutia, la estudiante de 22 años asesinada, la libertad es sólo un idealismo romántico que sucumbió a la violencia de un narcoestado como Veracruz. Acusan que con Duarte se volvió imposible caminar por las calles o el malecón durante las madrugadas, ir a centros nocturnos o mínimo ir a comprar al Oxxo después de las 12 de la noche.
Por Violeta Santiago
Ciudad de México, 11 de octubre (SinEmbargo/VICE.com).- Génesis Urrutia tenía 22 años. Sus amigos y compañeros la describen como una persona sociable y alegre, cuyo sueño al terminar el último semestre de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Veracruzana (UV) era tomar un año y viajar por el mundo. Ser libre.
El jueves 29 de septiembre de 2016, Génesis Deyanira Urrutia, Leobardo Arroyo, Octavio García y, en un caso aparte —pero el mismo día— Andrés García A., fueron levantados en el puerto de Veracruz; término coloquial para referirse a las desapariciones forzadas.
La idea de desaparecer es amplia en Veracruz. Es lo peor para las familias. Es no saber si la persona está viva; si lo está, no saber si sufre, si come, si realiza trabajos forzados o es presa de la trata de personas; o si ya murió y ni siquiera hay una tumba a la cual llorar.
De acuerdo a cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE), hay poco más de 950 denuncias por desaparición, de las cuales, el 73.6 por ciento son de personas con un rango de edad entre los 15 y 29 años, es decir, jóvenes.
Estos números no llegan al Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) por falta de información de los Ministerios Públicos —figura desaparecida y ahora denominados Fiscales— que tratan las denuncias de desaparición sin el mayor interés.
Ahora la libertad es sólo un idealismo romántico que sucumbió a la violencia de un narcoestado como Veracruz.
El puerto “no siempre fue así”, comentan estudiantes de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación (FACICO) que nacieron en la ciudad ubicada frente a las aguas del Golfo de México.
Pero durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa (PRI, 2010–2016), Gobernador saliente, se volvió imposible caminar por las calles o el malecón durante las madrugadas, ir a centros nocturnos o mínimo ir a comprar al Oxxo después de las 12 de la noche.
Las avenidas se inundaron de convoyes de patrullas de la Policía Estatal y la Marina, los helicópteros sobrevolaban la ciudad a baja altura, las balaceras se volvieron parte del eco de la noche. Las “leyendas urbanas” que contaban cómo los narcotraficantes ingresaban a los antros, cerraban las puertas y se llevaban mujeres, dejaron de ser ficción cuando las desapariciones de jóvenes se volvieron una realidad difícil de digerir.
Incluso, en uno de los hechos más inverosímiles, en septiembre del 2011, los delincuentes dejaron —con la parsimonia de quien no tiene nada de qué preocuparse— 40 cuerpos frente a la plaza comercial más visitada, mientras que al mismo tiempo Reynaldo Escobar, entonces Procurador de Justicia de Veracruz, daba una conferencia en el World Trade Center, a tan sólo unos pasos.
“Antes se hablaba de balaceras y asesinatos, de participación de la delincuencia organizada y hoy hablamos de robos a negocios, de que se robaron un Frutsi y unos Pingüinos en el Oxxo”, dicta una de las frases más emblemáticas de Javier Duarte, quien convirtió a Veracruz en la región más convulsiva. Resulta que Veracruz es:
• Primer lugar nacional en desapariciones forzadas (SNSP y Asociación Alto al Secuestro)
• Segundo lugar nacional en homicidios (SNSP)
• Segundo lugar nacional en ejecuciones (Semáforo delictivo)
• Estado más peligroso para ejercer el periodismo en América Latina (Artículo 19, Reporteros sin Fronteras)
• Octavo lugar nacional en feminicidios (Observatorio Nacional de Feminicidio).
SOCIEDAD QUE CONDENA
Génesis había regresado en enero de este año de una estancia en la Universidad de La Loja, en Ecuador, en donde realizó una movilidad estudiantil por un semestre, como se le conoce al programa de internacionalización de la UV.
La joven destacaba por ser fotogénica, por lo que participaba constantemente en proyectos de fotografía que realizaban sus compañeros de facultad. También fue tres veces campeona nacional en ajedrez y manifestaba consciencia social. Visitaba asilos y “como parte de un proyecto, iba por todas las calles de Boca del Río y pegaba notas sobre faltas de ortografía en las paradas de autobuses”, cuenta Margarita Torres, una de sus compañeras de generación.
“Era una chica bonita que tenía la atención de los chicos y eso provocaba envidia”, expone una de sus allegadas. Si el hecho de ser agraciada físicamente ya representaba, a veces, un estigma dentro de la misma facultad, su desaparición no estuvo lejos de la condena generalizada que aludía que por el hecho de salir a divertirse, o por ser bonita, es justificable que sea objeto de actos de la delincuencia.
Los últimos datos refieren que la joven y otros tres muchachos (un estudiante de Contaduría, de la UV, y dos alumnos del Tecnológico de Veracruz) fueron privados de su libertad abordo de un taxi el jueves 29 de septiembre, entre las 16:30 y las 17:00 horas.
Sin embargo, aún no está claro ni para la Fiscalía ni para las familias cómo o en qué punto exacto se suscitó el plagio. Mientras que unas versiones señalan que el levantón ocurrió en un domicilio, la más fuerte sostiene que el incidente sucedió frente a Plaza Crystal, en la avenida Díaz Mirón.
En la zona hay nueve cámaras de seguridad y aunque los denunciantes han solicitado copia de los vídeos de vigilancia, sólo se obtuvo una cinta en la que, por su ubicación, no se logra ver nada. Las autoridades ni siquiera han podido determinar el número económico del taxi en el que se perpetró el delito.
“LA FACICO NO SE TOCA”… HASTA QUE LLEGA EL MIEDO
El sábado 1 de octubre una noticia paralizó a una joven que caminaba en el centro de Veracruz para revelar unas fotografías. “¿Es verdad eso? Díganme de verdad que no es Génesis”, imploraba en un comentario de Facebook una de sus compañeras al ver un anuncio con la foto de la joven en el que se leía que estaba desaparecida.
Primero había temor de que se tratara de un secuestro, lo que días más tarde se descartó porque nunca hubo contacto con las familias para exigir dinero a cambio de la libertad de los cuatro muchachos.
Grecia Bonilla, otra de sus compañeras de generación, relata que la última vez que platicó con la joven fue a raíz de una exposición que tuvieron juntas, exactamente una semana antes de su desaparición.
Recuerda que, entre las pláticas con Génesis Deyanira, ella siempre le decía que su sueño era estudiar una maestría en el extranjero, posiblemente en España. Un par de días antes de que se la llevaran, sólo la vio de lejos con dos jóvenes que no reconoció, posiblemente Leobardo y Octavio.
A este último se le vinculó con el crimen organizado, pues de acuerdo a la información dispuesta en periódicos y portales estatales, Octavio García Baruch fue detenido el 28 de diciembre del 2012, vinculado con una banda que se dedicaba al secuestro, lo cual habría sido corroborado por el padre de Génesis ante otros medios. El hermano de Octavio, Gustavo García desapareció el 12 de octubre de 2015.
Dovianid Carranza Baruch, hermana de Octavio y Gustavo, relataría —finalmente, en el noticiero matutino de Ciro Gómez Leyva— que Octavio y ella fueron secuestrados en Acayucan, Veracruz, y la familia sólo alcanzó a pagar el rescate de la muchacha. Días después la banda de secuestradores ‘cayó’ y en las fotografías difundidas salía su hermano, quien no tuvo señalamientos y quedó en libertad. Tres años más tarde , Gustavo fue sacado de su casa en Veracruz junto con otros tres jóvenes (como ahora a su hermano) y cinco días más tarde de interponer la denuncia ante la Fiscalía, recibieron una llamada en la que les decían que no los buscaran más porque habían sido ejecutados.
Esto ha bastado para vincular el caso con la delincuencia organizada, hecho que también ha afectado la imagen de la estudiante de comunicación, pues a decir de sus compañeros y profesores, la joven no tendría ninguna relación con actividades delictivas, sino que su error fue “estar en el lugar equivocado, a la hora equivocada, con las personas equivocadas”.
“Creo que las personas con las que andaba no eran las correctas; tal vez no iban por ella, iban por el chico, pero ella se encontraba con él”, señala Bonilla, quien debido a la situación de Veracruz piensa que lo mejor sería dejar el estado, buscar trabajo en otro lugar.
“Me siento preocupada, el hecho de saber que es una persona cercana que pude haber sido yo u otra persona de la comunidad universitaria empieza uno a creer que todos estamos expuestos”, agrega.
Marco Agustín Rivera Malpica, director de la FACICO, llamó a los jóvenes a protestar en la avenida Adolfo Ruiz Cortínez, tras enterarse el lunes 3 de octubre de la desaparición de la estudiante. Tanto el padre de Génesis, Edgar Urrutia Hernández, como su esposa, Ramona Ramírez Ureña, son egresados de dicha facultad.
“Queríamos sensibilizar a la gente que la tiene capturada, que la liberen, solicitamos clemencia, con angustia, piedad para ella. Llegando a esos extremos, pensamos que estuvo en mal momento, malas circunstancias y malas compañías. Todo joven puede tener errores de llevarse con alguien, pero eso no es razón para la que sea objeto de cuestiones delincuenciales”, explicó el directivo en una entrevista para VICE.
La participación fue nutrida y a partir de ese momento los alumnos se organizaron para imprimir volantes y hacer colectas para recaudar fondos e imprimir lonas. Pero con el paso de las horas y al señalar la Fiscalía General del Estado, que encabeza Luis Ángel Bravo Contreras, que —como siempre— las desapariciones de los cuatro jóvenes estaban relacionadas con el crimen organizado y que posiblemente el caso se trasladaría a la Procuraduría General de la República (PGR), los estudiantes poco a poco abandonaron las protestas y se limitaron a compartir algunos anuncios vía Facebook. Para el viernes, la vida de la facultad era normal.
“Yo no creo que ella estuviera involucrada en eso (el crimen organizado), ella estaba justamente en contra de ese tipo de personas, creemos que fue un daño colateral”, comparte José Reina, quien como alumno de la FACICO está indignado, pero también tiene miedo. “En estos momento nadie deja de ser susceptible a situaciones de este tipo, expuestos por el simple hecho de ver u opinar; muchos sí quieren apoyar, pero también tiene miedo a represalias”.
ADEMÁS:
Los jóvenes de Veracruz ya no sólo temen expresar solidaridad a una compañera. Tienen miedo de que les pase algo por divertirse, por salir, por no conocer a fondo la historia de algún ‘amigo causal’. De equivocarse y no tener la oportunidad de ‘vivir para contarla’.
El profesor José Luis Cerdán Díaz, sociólogo y catedrático de la UV, al analizar la situación habló sobre la existencia de una “legitimación de la violencia a partir de conductas personales” y argumentos como “quién te manda a andar en la calle”, situaciones normales en otras ciudades, pero que se convierten en una condena en Veracruz.
Los días transcurrían y no había señales claras de que las autoridades realmente estuviera buscando a los jóvenes “como tampoco lo hubo en un montón, en cientos de casos anteriores”, reafirma el profesor, quien se refiere a la marcha de los estudiantes del pasado lunes como “una forma conmovedora no dejar de hacer el intento, dignificar el caso y presionar a la autoridad para que no se hagan pendejos”.
En el 2011 un profesor de Pedagogía de la Universidad Veracruzana fue asesinado. Años después también se registraron las muertes de varios egresados de la FACICO, pero la facultad se quedó callada, especialmente por amenazas directas que paralizaron a la comunidad estudiantil y docente. Y del miedo, al terror: “Un campo abierto; unos para la impunidad y otros para hacerse ‘guajes'”, remata José Luis Cerdán.
“En Veracruz el mal gobierno que estamos viviendo es uno de los principales factores para que estas cosas se den. Como estudiantes levantamos la voz, pero cada día se presentan peores situaciones”, concluye una de las alumnas entrevistadas.
GUERRACRUZ
Mientras que del 2004 a la fecha el grupo delictivo de Los Zetas tomó el control del estado de Veracruz, desde Pánuco, al norte, hasta Las Choapas, al extremo sur, en la actualidad estas células han visto disminuido su zona de influencia debido a las disputas existentes con otros cuatro cárteles: está el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel de Sinaloa y el Cártel del Golfo (CDG).
La pelea de la plaza se torna evidente a través de los mensajes de los mismos grupos encontrados en cuerpos regados por todo el estado y en los que se adjudican homicidios y se lanzan amenazas unos a otros. No sólo a través de cartulinas clavadas con picahielos en cuerpos decapitados, sino también en mantas colocadas en pasos peatonales se leen dichas advertencias; además, la guerra entre las bandas rivales ha llevado a conformarse alianzas, principalmente en contra de los ‘de la última letra’.
Debido a las circunstancias que rodean el caso, algunos alumnos de la FACICO que fueron entrevistados solicitaron que no se escribieran sus nombres completos. Otros negaron a seguir realizando declaraciones y unos más ni siquiera estuvieron de acuerdo en participar.
Por su parte, la dirección de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que el primer día aseguraba a medios locales que no pararían las marchas, antes del hallazgo de los cuerpos embolsados cambió su discurso y mencionaba cautela para “no entorpecer las investigaciones” y “ser prudentes”.
El miedo permeó en las entrañas de los estudiantes y profesores, quienes a una semana de la desaparición de su compañera y a cuatro día de actividades, prácticamente dejaron de lado las acciones de protesta. La FACICO se concentró más en un evento de seguimiento de egresados que en reclamar que la vida una joven que nunca debió desaparecer, hasta que finalmente se le encontró muerta y se reavivaron las actividades para reclamar justicia y seguridad.
Como Génesis, ser joven en Veracruz es sinónimo de muerte; además, ser mujer y ser guapa no es una ventaja en un estado en donde los fiscales han llegado a decir a las madres de las jovencitas desaparecidas que no se preocupen porque los delincuentes no les harán daño a las chicas por ser bonitas.
A daño se refieren con perder la vida. Porque de acuerdo con historias de las pocas sobrevivientes, de mujeres que fueron escogidas por los criminales por ser bonitas, lo que viven es un infierno y, a esas alturas, la muerte resulta menos dolorosa que una vida de violencia, sentencian muchas familias.
Las autoridades de Veracruz, las que investigan el caso de Génesis, son las mismas que le dijeron a Araceli Salcedo en el 2012 que a su hija, Fernanda Rubí, quizá “la mandó a pedir algún narco porque era bonita”. Araceli Salcedo confrontaría en octubre del 2015 a Javier Duarte de Ochoa y se convertiría en una de las principales voces de los colectivos, un grupo de madres, familiares y amigos de los cientos de desaparecidos de la entidad, que se organizan para buscar lo que la Fiscalía no se digna a hacer. “No, señor gobernador. No se escuda, sus fiscalías no sirven de nada, nos ayudan en nada, señor. Aquí está su pueblo mágico donde nos desaparecen a nuestros hijos y usted como si nada”.
Javier Duarte, el gobernador que convirtió a todo el estado en un ‘Pueblo Mágico’, una fosa gigante, un cementerio clandestino, está a semanas, días de irse. Y el caso de Génesis y de los otros tres jóvenes levantados parece precipitarse al mismo destino que el de casi un millar de personas: olvido por parte de la sociedad, impunidad hacia los responsables, criminalización de las autoridades. Una semana de atención, dos día de protestas y de ahí, a las estadísticas.
Depende, entonces, de los mismos jóvenes no enterrar en el olvido a las Génesis de Veracruz. Justicia para los desaparecidos, para los muertos; seguridad para los jóvenes.
ADIÓS, “GENEVIEVE”
El viernes 7 de octubre, en un camino de terracería entre dos poblados pertenecientes al municipio de Camarón de Tejeda, a más de 50 kilómetros del puerto de Veracruz y lugar del plagio, jornaleros encontraron nueve bolsas con restos humanos.
El contenido era macabro, desgarrador: seis personas cuyos miembros estaban revueltos con crueldad y saña, quemados con ácido. Los peritos de la Fiscalía del Estado, señaló la prensa de la región, tuvieron que armar un ‘rompecabezas humano’ para poder determinar de qué persona era cada brazo, pierna o torso. Una muerte salpicada de brutalidad y horror.
Los restos humanos fueron trasladados al Servicio Médico Forense (SEMEFO) de Xalapa, capital del estado, en donde finalmente el sábado los padres de Génesis Deyanira Urrutia Ramírez, Leobardo Arroyo Arano y Octavio García Baruch confirmaron a través de tatuajes o cicatrices que se trataban de los estudiantes desaparecidos.
Mientras que en las planchas de metal se observaban los hilos de sangre y ropas rasgadas, algunos reporteros hicieron hincapié en la presencia de arena en los restos y vestiduras. ¿Habrían estado enterrados y los ‘vomitaría’ el crimen como parte de la presión hecha por los universitarios?
Las respuestas no son claras, pues la Fiscalía, que no pudo hallarlos con vida, mantiene altos los índices de impunidad en estas situaciones. De más de 900 desapariciones forzadas en Veracruz, difícilmente hay detenidos. En la mayoría de los casos, los expedientes quedan olvidados una vez que se encuentran los cuerpos, como si no importara nada más, como si la justicia fuera sólo un eslogan, parte de la publicidad falsa del Gobierno del “Veracruz Próspero”.
La comunidad universitaria se derrumbó al conocer la noticia. Hubo resignación, coraje y llanto, pero también se mantuvo la apatía por parte de jóvenes fuera de la generación de la chica. Se convocó a una nueva marcha el lunes por la mañana, mientras que los restos de Génesis se trasladaron a su ciudad de origen, a Jáltipan, en el sur de Veracruz, en donde también fue Señorita Independencia y la Flor más Bella.
“No hubo año que no concursara, iba en ajedrez, era una cerebrito; no puedo creer el dolor de sus padres, que son excelentes profesores”, comenta Gloria Montiel, compañera de preparatoria de Génesis, en Nanchital, lugar en donde los padres de la estudiante de la UV dan clases de Taller de Lectura y Redacción, Literatura y Ciencias de la Comunicación.
En Facebook, compañeros de la universitaria crearon la página Hasta Encontrarte Génesis, primero para su localización, y ahora para compartir sus experiencias con ella, a manera de homenaje, pero también como un aliciente para protestar y actuar, pues lo que sea que esté pasando en Veracruz tiene que detenerse ya.
Génesis Urrutia era conocida en la FACICO como Genevieve (Geneviève), un nombre en francés que en castellano es Genoveva, pero que la joven usaba como alias por el parecido con su primer nombre. Ahora, entre sus amigos y compañeros duele recordar su sobrenombre, porque pareciera “Génesis vive”, lo que originó la etiqueta #GeneVive.
Ésta es la condena de ser joven —o médico, abogado, periodista, taxista, comerciante, ama de casa, estudiante, maestro, obrero, desempleado— en Veracruz, a donde, a diferencia de la emblemática canción de Agustín Lara, muchos no podrán volver a sus playas lejanas, porque ni siquiera sabemos si siguen entre nosotros o yacen cubiertos de arena de alguna fosa clandestina en algún paraje solitario.