A Michel Franco le gusta plantear su película Nuevo Orden como un “aviso” sobre los monstruos que crea la injusticia y, aunque no vaticina un escenario similar en la realidad, cree que las protestas serán inevitables si el mundo no cambia de raíz su propio funcionamiento.
Por Gonzalo Sánchez
Venecia (Italia), 11 sep (EFE).- “Si no se sacude el fundamento de nuestras sociedades es imposible que mejoren”, sostiene en una entrevista con Efe el cineasta mexicano Michel Franco. Precisamente su última película, Nuevo Orden, ha agitado la Mostra de Venecia con esa advertencia: el malestar social que engendra la desigualdad y el desafecto con las élites, agravado además por la pandemia.
Franco (Ciudad de México, 1979) no es ajeno a los rumores. En el festival italiano todos comentan su arriesgada propuesta sobre un levantamiento de los pobres contra las clases más acomodadas mexicanas en un futuro distópico que podría ser mañana, u hoy mismo.
Un artefacto a base de subversión, pillaje, ejecuciones sumarias y corrupción con el que el director de Después de Lucía (2012) o Las hijas de abril (2017) cambia de registro para cazar el León de Oro, este año como único aspirante latinoamericano.
El cineasta recibe a la Agencia EFE en el jardín de un conocido hotel del Lido veneciano y enseguida siente curiosidad por la reacción del público, pues reconoce con una sonrisa que la suya es una cinta “fuerte” que coincide además con estos tiempos convulsos.
Le gusta plantear su película como un “aviso” sobre los monstruos que crea la injusticia y, aunque no vaticina un escenario similar en la realidad, cree que las protestas serán inevitables si el mundo no cambia de raíz su propio funcionamiento.
Pero deberá ser, eso sí, “un cambio inteligente”, propone en medio de la vorágine de la Mostra, un certamen que aprecia, en el que fue jurado hace tres años y que otorgó su máximo galardón a una cinta producida por él, Desde Allá (2015), de Lorenzo Vigas.
Pregunta.- Michel, para empezar y para quien no todavía no haya visto la película, ¿qué es este Nuevo Orden?.
Respuesta.- Mi película es una distopía ambientada en un futuro cercano, algo que imaginé hace cinco años y que curiosamente en el proceso de escribir cada vez empezó a acercarse más (a la actualidad). La película tiene que ver con la brecha, la enorme desigualdad que hay entre millones de pobres, en el caso de mi país sesenta, y una clase privilegiada muy reducida que acapara la riqueza. Para mi es una bomba de tiempo. La película va por ahí.
P.- ¿En qué momento tuviste esta idea?
R.- Solo escribo sobre temas que me obsesionan o preocupan sobremanera. Si sigo pensando uno o dos años después en algo llega el momento en que piensas “caray, nunca me lo voy a quitar de encima si no hago la película”. Puedo huir de la película un año, dos, tres, pero intelectualmente me va a alcanzar. Aquí fue emocionante porque dije… “en qué lío me estoy metiendo”. Pero al mismo tiempo me obliga a crecer como director y productor, me gustó ese reto, me metí en líos tremendos pero me siento muy satisfecho.
P.- En estos años se han sucedido las protestas por todo el mundo, ¿Tiene algo de profético Nuevo orden?
R.- Más que profético diría que estaba en el aire y en las noticias. Europa está con una xenofobia brutal hacia los migrantes y queriendo conservarse puro cada país. Los Gobiernos de ultraderecha olvidando completamente lo que se vivió aquí en los años Treinta y Cuarenta. Y sí, gente insatisfecha. Entonces claro que me llamó la atención que de pronto los chalecos amarillos se parecían a lo que yo estaba escribiendo. En Chile lo mismo o algo similar, o en Hong Kong por sus propios motivos. Y hace un par de meses, con la invitación de Venecia, el Black Lives Matter. Y yo viendo eso por televisión y terminando la película. Pero más que profética atiende a temas urgentes.
P.- Temas urgentes que también afectan a Latinoamérica. Hablas de la ultraderecha en Europa pero también está el caso de Brasil.
R.- No quiero politizar la película porque me interesa más hablar de lo cinematográfico pero lo que me preocupa es que los gobiernos explotan el enojo de la gente, el miedo, y están militarizando y controlando cada vez más cada cosa que hacemos.
P.- ¿Y por qué crees que los Gobiernos harían eso?
R.- Es más fácil gobernar y permanecer en el poder y sacarle partido y provecho cuando hay miedo. La pregunta es si se está buscando un mundo mejor e igualitario. Parece que no. La pandemia ha mostrado justamente lo contrario, no hay empatía por quienes tienen necesidades elementales, que ya tenían llenas de carencias sus vidas y ahora han perdido el trabajo y en muchos casos ni siquiera tienen agua. En México cómo le vas a decir a alguien que se lave las manos tres veces al día y compre gel desinfectante y mascarillas si ni tiene agua. Y la clase que podría estar ayudando no hace nada realmente.
P.- Y entonces llega la pandemia para agravar la crisis…
R.- Yo creo que sí, lo ha hecho todo más evidente (…) También hay protestas en otros países como Alemania por el uso de mascarillas. La gente está harta y lista para explotar con motivos legítimos o no del todo pero con ganas de explotar y de expresarse.
P.- ¿Como director de cine entiendes este enfado?
R.- Por supuesto que lo comprendo. Lo raro y difícil de entender es que no haya explotado antes. Eso te habla de la nobleza de la gente, que ha soportado y que espera que con esfuerzo y educación la lucha va a mejorar sus vidas. Pero yo creo que cada vez ese panorama es más difícil de creer y de ver.
P.- ¿Tu película entonces es un aviso oportuno?
R.- Se puede ver como un aviso, definitivamente me gusta la idea. Cuando me preguntan si soy negativo por la película, porque tiene momentos duros, pienso lo contrario. Creo que la manera de ser positivo y la manera de no llegar al peor escenario es hablar las cosas de verdad, no echar ahí abajo del tapeto todos nuestros problemas. Hablemos del clasismo, del racismo y de la desigualdad, pongámonos en los zapatos del otro. Y seamos inteligentes. Si la cosa revienta, todos vamos a salir perdiendo.
P.- ¿Le da miedo esa situación?
R.- Claro que da miedo porque no hay un escenario positivo, no hay una manera fácil de decir “bueno, que todo el mundo lo entienda”. Si no se sacuden los fundamentos de nuestras sociedades es imposible que mejoren. No son pequeños cambios, tiene que venir algo profundo.
P.- O sea, cambiarlo todo por completo.
R: Sí pero de manera inteligente y ordenada.