En una especie de catarsis y ejercicio terapéutico, Laurence, “Lol”, Andrew Tolhurst, rasca en lo más profundo de sus memorias en el libro Cured: El relato de dos chicos imaginarios, un turbulento viaje permeado de pérdidas, adicción y separación, pero también de amistad y esperanza.
“Es la historia de mi vida, la historia de The Cure, pero también es la historia de cómo navegar en algo que le pasa a mucha gente. Cuando me pasó a mí, pensaba que estaba completamente loco. Luego encontré la salida y quise comunicar eso”, compartió el artista inglés, quien ha luchado contra el alcoholismo por años.
Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).- Laurence, “Lol”, Andrew Tolhurst —baterista, tecladista y compositor— tejió un sueño junto con Robert Smith, en el verano de 1976. Ahí comenzó un turbulento viaje permeado de pérdidas, adicción y separación, pero también de amistad y esperanza.
“Pensé en ayudar a otros. Es la historia de mi vida, la historia de The Cure, pero también es la historia de cómo navegar en algo que le pasa a mucha gente. Cuando me pasó a mí, pensaba que estaba completamente loco, demente. Luego encontré la salida y quise comunicar eso”, compartió Lol, quien ha luchado contra el alcoholismo por años.
En una especie de catarsis y ejercicio terapéutico, el artista inglés, que actualmente vive en Los Ángeles, California, rasca en lo más profundo de sus memorias para decirnos que el perdón a uno mismo es posible y que en algún lugar del huracán, hay un hueco de serenidad para todos. Esta es la entrevista acerca de Cured: El relato de dos chicos imaginarios, para Sin Embargo.
En gran parte, este libro es fruto de todo lo que me viene a la cabeza a las cuatro de la madrugada, cuando no puedo dormir.
Flores preciosas del pasado, que viven en las partes más oscuras de mi memoria…
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–Dices que una autobiografía y “memorias” no son lo mismo. ¿Cuál es la principal diferencia y cómo fue el proceso de escritura? ¿Tuviste dificultades para traducir en palabras esas imágenes mentales de lo que relatas?
–Quería presentarlo de una manera artística. Es más importante para mí que sea una memoria, pues es una historia real. Una autobiografía parece presumir; es aburrido para mí que tenga muchos hechos, uno tras otro. Así no es como experimenté mi vida.
–Conociste a Robert a los cinco años, luego, en la adolescencia, coincidieron por sus afinidades artísticas y ahí nació su fuerte vínculo. ¿Crees que él hubiera creado The Cure sin ti o tú sin él? A grandes rasgos, ¿qué aportaba cada quien desde sus distintas personalidades?
–Mi ego te diría que no, que sin mí no hubiera sucedido, ¡quién sabe! Él es una persona talentosa, estoy seguro de que hubiera sobresalido de alguna manera. Pero la química que tuvimos desde el principio, esa fusión es lo que encendió lo que se convertiría en The Cure. Creo que esta química entre dos personas es lo que lo logra; no es acerca de un solo elemento. Era muy necesario que estuviéramos todos ahí.
Yo soy algo extrovertido, Robert es más introvertido. Puestos juntos obtienes una ambivalencia. No lo sé, creo que los amigos que tengas, sabes cómo reaccionar con ellos… Cuando mi esposa conoció a Robert por primera vez, lo primero que me dijo fue: ‘Oh, es distinto a como pensé; es muy divertido e ingenioso. Yo le respondí ‘¡claro, es mi amigo!’. En las cosas que nos gustaba hacer juntos, destacaba la personalidad de cada uno.
En muchas bandas tienes por lo menos dos personas que se complementan. En el caso de The Beatles, Lennon y McCartney tenían caracteres diferentes, pero complementarios. En The Cure, todos tenían un rol determinado, una habilidad en particular, y puesto en conjunto era algo realmente fuerte. Probablemente es la única forma de arte en la que tienes que ser así. Todo lo demás es un trabajo más solitario, escribir, por ejemplo.
–Cuando dieron sus primeros pasos como banda, había a su alrededor una mezcla de “subculturas” (skin heads, quedaban los últimos hippies, proliferaba la música disco)… Ser outsiders, como lo mencionas en tu libro, ¿es la esencia de The Cure? ¿Esa es la raíz de todo?
–Sí, totalmente. Cuando tienes 18, 19 años, no te das cuenta de eso porque, digamos, “estás dentro”. Muchos comienzan bandas tocando la música que les gusta porque la escucharon de otras personas. En nuestro caso, había muchas cosas que no nos gustaban, cosas con las que no nos sentíamos cómodos, así que las quitamos y lo que quedó es lo que tocamos. Decidimos hacer algo diferente.
Escuchamos diversos estilos de música y había varias cosas de las que nos hablaban nuestros hermanos. Nos gustaba escribir, nos gustaba la literatura. En mi caso encontré poetas como Sylvia Plath, Robert halló a Camus… descubrimos una filosofía en ello. La música que tocábamos reflejaba eso. Además, éramos muy buenos [Ríe].
–Cuentas que Siouxsie y Steven Severin [Siouxsie and the Banshees] aprendieron a adaptarse e “inyectar el arte en la ecuación comercial”. ¿Es así como funciona el rock en la industria musical? ¿Para The Cure fue así? ¿Así es para todo el arte en general o pasa más con la música?
–Siempre me gusta todo lo que reta al status quo, pero lo sabemos, todo el mundo está conectado, todas las cosas están conectadas… Digamos que fuiste invitado a un programa de televisión y pensaste ‘no voy a hacerlo de esta forma porque no creo en eso’; pero en el mundo en que vivimos, si no lo haces, alguien más lo hará. Si no íbamos a los programas de televisión, alguna otra banda iría, así que tomamos la decisión de hacerlo.
Siempre intentamos hacerlo a nuestra manera, sin comprometernos demasiado. No hay una sola banda exitosa que en algún punto no haya ido a la disquera para decir ‘hey, esta es nuestra música, por favor escúchala’. Todos lo hicieron, pero pretenden que no. Tienes que hacerlo, debes interactuar… esto no significa que no seas genuino.
–The Cure significó un sonido original, fueron parte de una escena musical nueva en ese entonces. ¿Actualmente crees que la generación más joven esté creando o vaya a crear algo innovador o sólo estamos repitiendo sonidos “viejos”? ¿Qué pronosticas para la música?
–Sí y no. Cuando empezamos sí, creamos algunos “sonidos nuevos”, pero los creamos a partir del pasado también, pues teníamos cosas punk, psicodélicas… juntamos eso. Incluso más adelante, 30 años después, todos siguen haciendo eso. Ahora sé que hay muy buena música.
Tengo un hijo de 27 años y le pregunto ‘Gray, dime qué debería escuchar, qué es nuevo’. Sé que hay gente muy talentosa, música realmente bella realizada por jóvenes. Eso me da esperanza. Especialmente en los tiempos que vivimos ahora, que es muy similar a 1977. Aquí en México, en América, en Inglaterra, en Brasil… El mundo se está convirtiendo bastante en lo que era entonces y pienso que alguna especie de explosión saldrá de eso y nos ayudará a todos. Rezo por eso.
–Esta es una historia de redención. ¿Crees que contar estas historias y hablar de la adicción en lugar de que sea un tabú ayude a personas que están pasando por esto? ¿Tuviste esta intención cuando decidiste escribir el libro o no lo pensaste en esos términos?
–Es lo único en lo que pensé: ayudar a otros. Es la historia de mi vida, la historia de The Cure, es mi historia con Robert. Pero también es la historia de cómo navegar algo en la vida, que sé que le pasa a muchas más personas. Cuando me pasó a mí, pensaba que estaba completamente loco, demente. Luego encontré la salida y quise comunicar eso a la gente.
Sé que ha funcionado porque cuando asisto a algún evento de libros, hay gente que se acerca a mí para decirme ‘Lol, tengo este problema. Leí el libro y te agradezco’. Eso es conmovedor para mí. Eso para mí es de las cosas que más me enorgullecen: haber podido comunicar eso a la gente.