El Gobernador Mario López Valdez y los funcionarios de su administración “viven en una burbuja”, alejados de la situación de pobreza de más de un millón de sinaloenses. Su “frivolidad”, la “falta de solidaridad” del sector empresarial y la alta dependencia a los recursos federales obstaculizan la implementación de políticas de desarrollo social contra la precariedad en la que sobrevivió por 10 años Paula María y contra la que se siguen enfrentando miles de pobladores: hambre, una vivienda indigna sin agua, luz o drenaje. Esto no sólo pasa en Mazatlán, el puerto turístico donde el flujo de billetes del turismo, parece, se queda para los empresarios. La miseria se extiende por todo el estado.
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Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).– Paula María pesaba 10 kilos a sus 10 años, una edad en la que debía pesar entre 28 y 36 kilos, dependiendo de su estatura. Pero estaba desnutrida y deshidratada, lo que estancó su crecimiento al de un bebé de un año y medio de edad. Huérfana de madre, vivía en Mazatlán, Sinaloa, con sus hermanos dentro de una casa sin luz, sin agua y sin drenaje hecha de tablas de madera, lonas y un techo de palmas. Débil, la niña no podía hablar ni caminar. Ayer su corazón se apagó; murió de hambre.
Su historia es una gota en un mar de miseria. No sólo es Mazatlán, puerto turístico donde la bonanza se queda para los empresarios. En Sinaloa, miles de personas enfrentan la pobreza, no tienen una casa digna y en el lugar donde habitan no hay servicios básicos. Además, todos los días miles comen menos de lo necesario por falta de recursos, tienen que reducir la porción de su alimento, se saltan una o varias comidas, o su estómago no recibe nada durante horas.
Y esos miles van en aumento.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el número de sinaloenses en precariedad se incrementó entre 2012 y 2014.
Esto es resultado, de acuerdo con académicos del estado, de la “frivolidad” del Gobierno de Mario López Valdez, ya que los funcionarios públicos “viven en una burbuja” y, al no vincularse con la vida de sus ciudadanos, no invierten en educación o salud. Esta forma de administrar desemboca en jóvenes que se vuelven sicarios ante la falta de oportunidades, quienes alimentan más la violencia; el otra gran drama del estado.
En junio de este año, reveló una encuesta de Consulta Mitofsky, el 51.1 por ciento de los sinaloenses estaba en desacuerdo con la administración de Malova, el político ex priista que llegó a la gubernatura mediante la alianza conformada por los partidos de oposición Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD).
“Quiero ser el mejor Gobernador del país y hacer de nuestro estado el mejor lugar para vivir”, alardeó durante su toma de protesta a finales de 2010. El escenario, seis años después, lo contradice.
La escasez también es reflejo de “la falta de solidaridad” de los empresarios locales. Además, a pesar del alto endeudamiento de Sinaloa, el dinero se va a gastos operativos gubernamentales y no a políticas de desarrollo social contra la pobreza, las cuales dependen de manera importante de los recursos federales, dijeron los expertos.
“El gobierno de Sinaloa está tan ahogado, desde el punto de vista financiero, que hay recursos muy limitados para introducir políticas de desarrollo social para el combate a la pobreza”, afirmó Gerardo López Cervantes, economista e investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Malova entregará una deuda a largo plazo por 7 mil 468 millones de pesos.
Coneval documentó que en el 2012 había un millón 055 de personas en pobreza en el estado, cifra que subió a un millón 167 mil 100 personas en 2014. La cantidad de sinaloenses en pobreza extrema de igual forma se elevó de 130 mil 200 personas en 2012 a 155 mil 800 personas en 2014.
Como Paula María, 878 mil 500 personas vivían con carencia alimentaria en 2014, más de los 753 mil personas que enfrentaban esa condición en el 2012.
“Los programas estatales para la alimentación son ineficientes”, aseguró el economista. El gobierno estatal ha destinado “una enorme cantidad de recursos” para dar despensas a las familias, pero eso sólo sirve para que sobrevivan. Su situación económica no cambia. Para eso se necesita invertir en la educación, determinó.
Malova declaró el mes pasado que en Sinaloa “tiene hambre el que es flojo” porque “el que se va al mar saca un pescadito; se mete a una parcela y agarra un elote; el que se mete a una huerta agarra una guayaba o una rama y se prepara un quelite”, expuso en conferencia de prensa.
Pero para el académico de la UAS López Cervantes son expresiones realmente desafortunadas que no tienen sustento.
“Se genera riqueza y alimentos, pero no sólo es generarlos, sino que la gente tenga la capacidad de comprarlos. Cuando no tienes un empleo que te permita adquirir esos bienes, no mejoras tus niveles de consumo”, explicó.
LOS CINTURONES DE POBREZA
De acuerdo con el politólogo Ernesto Hernández Norzagaray, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, el aumento de personas en pobreza ha provocado un flujo de migración de la Sierra Madre Occidental a centros urbanos de Sinaloa, lo cual ha generado cinturones de pobreza, como en donde vivía Paula María.
En Mazatlán, a pesar de ser una zona turística donde fluye el dinero, también hay pobres.
“El gobierno municipal de Mazatlán tiene fama de atender a la élite empresarial, pero no tiene vinculación ni sensibilidad social para estar al pendiente de la gente en situación de pobreza extrema. El Ayuntamiento debió ir al rescate de la niña, pero el Presidente Municipal [Carlos Feltón González] es insensible totalmente”, acusó el economista López Cervantes.
Hernández Norzagaray añadió que cada fin de semana llegan miles de turistas a Mazatlán, pero la derrama no impacta en el nivel de vida de la población. Los salarios en los servicios turísticos son bajos, dijo.
De acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), del millón 291 mil 812 trabajadores en Sinaloa, solo 19 mil 507 ganó en agosto más de 10 salarios mínimos y 135 mil 255 tuvo un ingreso por debajo de un salario mínimo.
Los trabajadores de los grandes hoteles viven en colonias de clase media baja, baja o en cordones de miseria. La ruta de los camiones va de la zona hotelera hacia esas zonas pobres.
“En el día laboran entre lujos y en la noche viven en las zonas marginales”, contrastó el politólogo.
DESEMPLEO EN SINALOA
Jesús, el hermano de Paula María, de 13 años, dejó la primaria al pasar al segundo grado, y se dedicó a cuidarla mientras trabajaba su padre, quien es ayudante de albañil y pepenador. El niño la cambiaba de pañal, de ropa, la tapaba; ella dependía de él.
Sinaloa ha crecido en los últimos cuatro años un 8.32 por ciento frente al promedio nacional de 12 por ciento. Un crecimiento débil no genera las fuentes de trabajo que se requieren.
Un millón 291 mil 812 de sinaloenses trabajaban en agosto, pero 50 mil 595 estaban desempleados, con base en cifras de la STPS. El 51.2 por ciento de la población sinaloense ocupada lo hizo en la informalidad.
Coneval registró que en 2012 había 93 mil 900 personas viviendo en una casa indigna, cifra que aumentó a 319 mil 500 personas en 2014. Solo las personas que trabajan en el sector formal tienen acceso a un crédito del Infonavit, recordó el economista sinaloense.
En 2012, 467 mil 400 sinaloenses habitaban un hogar sin agua, luz o drenaje, cantidad que también se incrementó a 532 mil 900 personas en 2014.
“Con Malova no se hizo y no se va a hacer algo por atender toda esta problemática porque le quedan poco más de 100 días de gobierno”, concluyó Ernesto Hernández.