Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).– Todo el mundo puede imaginar una estrella de mar, al menos de caricatura. Pero, ¿qué son? ¿de dónde vienen? ¿se mueven? Las estrellas de mar son más fascinantes que esos aburridos souvenirs tiesos de cinco brazos que suelen venderse en las playas. Ellas son, en cambio, organismos de gran importancia en el mundo marino.
Las estrellas de mar, junto con las ofiuras, estrellas cesta, erizos y pepinos de mar, son animales que pertenecen al grupo de los equinodermos, caracterizados por tener un esqueleto interno tan prominente que hace que la superficie de su cuerpo sea rígida y/o espinosa.
La clase de las estrellas de mar se llama Asteroidea (que significa “con forma de estrella”) y se calcula que en el mundo hay al menos 2 mil especies diferentes que se distribuyen a lo largo de todos los océanos del mundo, desde los hábitats tropicales (donde más abundan) hasta fríos lechos marinos; y no habitan en aguas dulces.
Hay de todos los colores, desde el marrón amarillento de la especie más común, hasta tonos brillantes como rojo, naranja, azul, verde, púrpura… Que algunos colores sean brillantes responde a su necesidad de asustar a sus depredadores o de camuflarse. Además, la pigmentación de su piel (sí, tienen piel) varía según los años que tengan, pues las estrellas de mar pueden vivir hasta 10 años.
Pero estos animales no sólo varían en color, sino también en forma. Ellos pueden tener más que sólo cinco brazos (como solemos imaginarlas). Aunque esa es la cantidad más común, también hay estrellas que pueden alcanzar a contar con hasta 20 brazos, que son, por cierto, de diferentes tamaños según la especie: hay algunas tan largas que parecen tentáculos (que no lo son) y hay otros brazos tan cortitos que la estrella se asemeja a un pentágono.
Generalmente, el cuerpo de estos animales se compone de un disco central y de él se desprenden los brazos. La superficie superior puede ser granular, lisa o espinosa. Por cierto, eso de que sean espinosas no las convierte en venenosas. Las estrellas de mar son inofensivas para los seres humanos, no así para algunos moluscos, crustáceos, erizos u otros ejemplares de su propia especie: ellos son devorados por las estrellas, que son carnívoras, y cazan, recolectan y filtran su alimento.
Su forma de alimentarse es bastante curiosa. Su boca está ubicada en la cara inferior o ventral del disco (que, como ya dijimos, está ubicado en el centro) y cuando es la hora de la merienda, la estrella expulsa su estómago por la boca para rodear a su presa, secreta enzimas que destruyen sus tejidos y entonces digieren lo que queda de la presa.
Para conseguir su alimento se desplazan por el fondo del mar, aunque algunas viven enterradas en el fondo y se alimentan gracias a sus brazos. Las que se desplazan, lo hacen con unos diminutos pies, llamados “pies ambulacrales”, que son una especie de tentáculos huecos que se mueven a voluntad del animal al inyectar agua en algunas vesículas de las que están provistos.
Pero no todo en la vida es comer ¡hay que reproducirse! Para esto las estrellas pueden tener ejemplares machos y hembras separados, pero hay algunos que son hermafroditas o que varían de género de acuerdo a su edad. El sitio Taxateca, del biólogo Carlos Galan Boluda, explica sobre la reproducción que los órganos reproductores se sitúan en los brazos y expulsan los espermatozoides y óvulos, que la fecundación puede ser externa o interna y que, tras ésta, se forman unas “larvas que habitan en el plancton, aunque en algunas especies los huevos son incubados fuera o dentro del animal y de ellos nacen larvas o estrellas ya formadas”.
También puede surgir otra estrella de mar a partir de un trozo de extremidad que ha sido escindido.
En este video se observa cómo una estrella de mar expulsa algunos huevos
Los brazos de las estrellas no sólo tienen sus órganos reproductores (característica que vaya que es particular), sino también sus ojos. Un estudio dirigido por el científico Anders Garm, de la Sección de Biología Marina de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, comprobó que estos animales cuentan con unos ojos primitivos ubicados en la punta de sus brazos que les permiten rastrear visualmente sus entorno y que su sistema nervioso es capaz de procesar información visual.
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Las estrellas de mar, como el resto de los equinodermos, tienen un papel fundamental en el funcionamiento y composición de los ecosistemas marinos, pues contribuyen al reciclamiento de materia orgánica y son depredadores y carroñeros.
Es común que, tras encontrarse alguna, un turista se decida por llevársela a casa y aunque no son especies en peligro de extinción, será importante considerar que las estrellas, como muchos animales, son más valiosas vivas que muertas.