La Ciudad de México continúa esta semana en Semáforo Naranja luego de concentrar el pico de contagios de coronavirus a nivel nacional. Los mercados públicos, tianguis y bazares retomaron actividades con horario especial y locales cubiertos de plástico, lo que no impide que los clientes toquen los productos, con cubrebocas mal puestos entre algunos espacios sin sana distancia.
Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo).– Frente al edificio de la Alcaldía Gustavo A. Madero, que lidera a la par de Iztapalapa el cúmulo de contagios de la COVID-19 en la Ciudad de México, se ubica el Mercado 81 "Villa Comidas", una muestra de cómo la nueva normalidad en Semáforo Naranja se ha plasticalizado y el cubrebocas semipuesto es una constante.
–Le voy a tomar la temperatura –pide una mujer con un aparato dirigiéndose a la muñeca, mientras se pasan los zapatos por el tapete sanitizador. El cubrebocas es obligatorio o no se entra.
–Tiene 35 y medio. El gel se lo debo –agrega. Los comerciantes son los que deben turnarse el filtro y conseguir la protección sanitaria por su cuenta.
Es la hora de la comida. En la capital del país, que lleva tres semanas con reducción en contagios, se inició paulatinamente el Semáforo Naranja. Tabasco, Sonora, Tamaulipas, Ciudad de México y Coahuila tienen las máximas incidencias de casos confirmados. Desde el 2 de julio, el Gobierno de la Ciudad de México ha permitido reinstalar los más de 300 tianguis, mercados sobre ruedas y bazares bajo ciertas medidas sanitarias para comerciantes y clientes: usar cubrebocas y careta, cerrar desde las cuatro de la tarde, contar con filtros sanitarios a la entrada, marcar un solo sentido para la entrada y la salida, mostrar señalética de recorrido y lugares de espera en filas, limpiar y desinfectar con solución clorada "seis veces al día", e instalar los puestos con 1.5 metros de distancia, en zig zag o con barreras físicas, especifica.
Familias y trabajadores comen en las mesas y sillas de los pasillos, algunos con sana distancia y cubrebocas, y otros aglomerados sin protección. De un puesto de abarrotes cuelgan piñatas verdes en forma de coronavirus y de otros gel antibacterial.
En "Ostionería Veracruz" suena salsa. Luego cumbia. Como el resto de puestos, orillados por las autoridades locales, cuentan con un "plástico protector" entre comerciante y comensal, sin la claridad de cada cuándo es cambiado, limpiado o si garantiza disminuir el riesgo de contagio. "Que todo mundo que cante, que todo mundo que baile", suena en la televisión.
La mesera, con cubrebocas, ofrece una carta física. Otros restaurantes han decidido no dar más cartas y mostrar el menú en las paredes. Limpia la mesa que ofrece salsas y gel antibacterial, y toma el pedido.
El mercado está semivacío. Hay locales abiertos en una zona turística, pero también cortinas abajo, como recordatorio de que la pandemia sigue a nivel nacional y mundial.
–Se está componiendo un poco apenas [las ventas], pero aún hay locales cerrados –dice la mesera después de lavar platos y recibir su pedido a domicilio de dorilocos que comparte con el cocinero, quien tiene semipuesto el cubrebocas.
El equipo de la Dirección General de Mercados ha hecho "algunas revisiones". Las Alcaldías y los propios mercados también han colaborado, informó el área de Comunicación Social de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco). Comerciantes han acudido a reuniones con las autoridades de las demarcaciones para afinar medidas sanitarias.
La Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum ha dicho en las conferencias que están trabajando en coordinación con las Alcaldías para revisar que en la operación de los tianguis y mercados se cumpla con las medidas sanitarias.
"Donde mayor riesgo hay es en los lugares cerrados [mercados o restaurantes], que en los abiertos [tianguis o puestos ambulantes]", dijo. "No podemos permitir que después de controlar la situación por tres meses luego se nos desborde el número de contagios y la hospitalización. Tenemos que evitar la concentración masiva de personas. Vamos a seguir insistiendo en el uso de cubrebocas".
Frente al mercado de comida en el edificio de la Alcaldía Gustavo A. Madero está el mercado público "Villa Zona 34". Se ingresa luego de un filtro (tapete sanitizador y colocación de gel antibacterial). Entre los locatarios se turnan cada dos horas.
–Te toca mañana de 9 a 11 de la mañana –le comenta un comerciante de abarrotes que lleva el control en una libreta al del local 65 y 66.
–¿El gel lo ponemos nosotros, verdad?
–Sí.
En el mercado "Villa Zona 34" abunda tanto plástico en cada local como letreros pidiendo "conserva tu sana distancia" y taches en el suelo para marcar espacios. Arriba, en el piso de figuras religiosas, cuelgan dos Jesucristo de más de un metro en posición de crucificado sin la cruz. "¿Qué santito busca?", preguntan las comerciantes ante la presencia de un solo cliente potencial. No hay gorditas para el postre. Esos locales llevan cerrados desde lo del virus. Unos pasos después, un restaurante de tortas con mesas vacías –pero con tapete sanitizador– pregunta ¿qué desea?
El mercado, en su segundo piso, da salida directa a la plancha de la Basílica de Guadalupe, visitada por millones de fieles en diciembre (antes de la COVID-19).
–¿Hay misas?– pregunta una mujer al personal al otro lado de las rejas que impiden el paso al altar.
–No, solo la transmiten en televisión e internet –responde con su respectivo cubrebocas.
–¿Y la bendición de velas? El diálogo interrumpe el rezo de un hombre hincado con los brazos abiertos frente al cuadro de la Virgen de Guadalupe.
Fuera del atrio, el mercado de artesanías de la Villa y puestos ambulantes ofrecen figuras, ropa y cuadros religiosos. En la entrada, abundan letreros sobre el uso obligatorio de cubrebocas. Pero nadie toma temperatura al ingreso. Se intercalan las cortinas cerradas entre los locales abiertos con diversos productos relacionados con la Virgen, así como dulces típicos.
–¿Qué buscaba? –pregunta una mujer locataria.
En el segundo piso la mayoría de puestos están cerrados. El semáforo naranja apenas comienza en el Valle de México.
NI LOS TACOS TIENEN GENTE
Benito ve su celular, con su tapabocas bien puesto, a falta de clientes. Desde abril que no colocaba su puesto de mochilas, paraguas y demás en el corredor de puestos ambulantes de la avenida Instituto Nacional Politécnico, al norte de la capital del país. Los puestos informales pueden ponerse ahí cuatro veces a la semana, sin contar sábado y domingo, cuando hay más flujo de gente.
Antes de abrir, fue pidiendo prestado "para llevarla". Al preguntarle si están respetando la medida de 1.5 metros entre puestos, se indigna.
–No hay manera de marcar distancia entre puestos. Y como no hay gente, no hay necesidad. Si tuviéramos gente, bueno, pero no hay. Si acaso el de tacos...
José Antonio, el de los tacos, dice que no, que está tranquilo y no pueden instalarse los fines de semana. Y como los clientes no pueden sentarse a comer, a veces se le van.
–Está muy tranquilo, yo creo que la gente tiene poco dinero –lamenta con el tapabocas en la barbilla. Su taquería "Tacos el güero" está vacía.
En los puestos frente a Plaza Lindavista también siguen atendiendo solo para llevar, pese a que los restaurantes formales ya tienen permitido ingresar hasta el 30 por ciento de la capacidad, es decir, tres clientes de cada diez.
TIANGUIS ABARROTADOS
Dos mujeres están sentadas con cubrebocas y careta dentro de su puesto de ropa esperando clientes en el tianguis de los jueves que rodea el Deportivo "Miguel Alemán" en la Alcaldía Gustavo A. Madero, abierto de 11 de la mañana a 4 de la tarde, excepto los jueves.
En frente, un puesto de quesadillas atiende a una decena de clientes sin sana distancia. Solo para llevar "por disposición oficial". En otros puestos de comida, por el mayor espacio entre puestos, los clientes ya pueden sentarse a comer con platos de unicel.
En otro pasillo del tianguis, un par de comerciantes batalla para colocar el rollo de plástico en el puesto.
–¿Los obligaron a poner el plástico? –se le pregunta a uno de los locatarios que atiende el puesto de flores y plantas rodeado de señoras mayores de edad comprando plantas para reponer el jardín golpeado por el granizo de hace unas semanas.
–Sí, desde que nos volvieron a dejar ponernos –responde uno de ellos mientras siembra una planta. Antes del semáforo naranja, podían poner el tianguis un jueves sí y el otro no. Aunque no todos los puestos han regresado.