El humor es para los mexicanos una forma de esconder la realidad en la que está inmerso. Una forma de expresión para poner cara a los problemas que tiene que enfrentar y aislarse, para permanecer en una fantasía de tiempo completo. Así, el mexicano se burla permanentemente de todo, aunque sean las peores tragedias y fracasos, afirman especialistas…
Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo).– El estudio de MVS parece una sala de operaciones, de tan pulcro, tan impersonal. Allí, desde ese promontorio gris y presurizado, Jairo Calixto Albarrán y José Luis Guzmán “Miyagy” le toman el pulso a la realidad mexicana con humor desopilante y sardónico, que va del blanco al negro rematado según el día.
Ellos dicen que nacieron emanados de una historia de Lewis Carroll o de la retorcida imaginación de los hermanos Watchow…Wachos… Wachovsky (los de «Matrix…pues!) y que “la verdad es que las noticias ya sólo nos las pasamos con tres brincos, mucho humor y buena música”.
Lo cierto es que a veces se ponen demasiado sentimentales y nos cursilean un poco la banda de sonido, como el día que fuimos y había un aire un poco gay en el ambiente, quizás como proyección freudiana del lazo inconsciente que une a estos dos formidables comunicadores.
Fuera de eso, siempre hay tiempo para iniciar una lucha gremial en pos de que a Miguel «Piojo» Herrera le suban el salario o para espantarse porque a la señora Laura Zapata le asustan las marchas de la diversidad sexual y todo eso, en un humor que parece inocente y rascado un poco es rotundo y certero como un cross a la mandíbula, bien valga el lugar común.
Para José Luis Guzmán, nacido en algún momento del “baby boom sesentero (para que no les oculte la edad lo hizo en 1964) y nunca negó su cuna de ocote” y echado de su casa cuando tenía cinco años al grito materno de: «¡Yo no mantengo vagos!», en México no sabemos reírnos de nosotros ni de los demás con toda la extensión de la risa y del humor.
“Todo lo hacemos a medias tintas. Siempre sostengo de que México es un país donde a menudo va a pasar lo más importante de la historia, pero nunca pasa”, dice el también Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ex reportero del Instituto Mexicano de la Radio (IMER).
Miyagi, que fue productor de los programas de Carmen Aristegui y Javier Solórzano y actualmente tiene un hijo, cuatro divorcios, tres pensiones, una infección venérea, una novia a la que adora y le gusta la ropa de GAP, es el charro de este dúo inefable y encantador.
“Principalmente por la galanura, el bigote y la barba poblada”, dice, aceptando que el programa nació como “una unión de huérfanos” abandonados por sus respectivos progenitores y que de pronto se dieron a la tarea de tener que hacer algo con su tiempo libre.
“En Charros vs.Gangsters entra todo, desde un chavo que viene con su león hasta una entrevista a Marcelo Ebrard [Casaubón, ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal]”, cuenta Guzmán, cuyo show radial ya le hace sombra al famoso ciclo creado por Fernando Rivera Calderón y Marisol Gasé en la W, El Weso.
“Nadie había intentado entrarles, porque seamos honestos, nadie tiene la versatilidad, el talento, el encanto, el carisma, de ese gran hombre de gran tamaño llamado Enrique Alcázar”, bromea Miyagi, no sin aclarar que “somos un producto distinto. No hacemos canciones ni vocecitas, lo nuestro es más ortodoxo”, afirma.
Para el conductor no hay límites, salvo el que establece la ética. El humor termina cuando comienza lo personal, las informaciones relacionadas con los niños, la enfermedad de alguien.
“Por ejemplo, corren muchos rumores de una presunta enfermedad terminal del Presidente Enrique Peña Nieto y no le entramos. Sería de muy mal gusto si lo hiciéramos”, dice “el panista” del dúo.
“Yo sí quiero poner campos de concentración en México, junto a mí Jairo es un niño de pecho”, bromea.
UN PROGRAMA SERIO Y DESOPILANTE
La joven productora Tere López va de aquí para allá recibiendo mensajes y atendiendo las peticiones de los conductores. Para ella, la experiencia de trabajar en Charros vs.Gángsters ha sido reveladora. “Venía de programas muy serios, de noticias, la verdad no sabía cómo me iba a ir con esta nueva experiencia”, dice en entrevista con SinEmbargo.
“El temor pasó enseguida. Trabajar con Jairo y Miyagi se hace muy divertido, liviano, ameno. Son personas extraordinarias, muy profesionales, caí en buenas manos y en un muy buen programa”, reconoce.
Para Tere, el límite siempre puede ser trasvasado por algún colaborador más que por los conductores. “Ellos saben hasta dónde pueden llegar, con los colaboradores es más difícil porque nunca sabes de qué van a hablar”, admite la profesional, para la que siempre resulta más complicado el tema político que el sexual.
“A veces la gente se queja porque cree que no es horario para hablar de sexo, pero lo más difícil es cuando alguna noticia se mete con algún político famoso o con algún alto mando, por suerte nunca las cosas se han salido de control en ese sentido”, confiesa Teresa.
El programa de MVS que Jairo Calixto Albarrán conduce junto a Miyagi, de lunes a viernes, de 19 a 21 horas, es sólo una de las otras tantas cosas que hace el presentador de Milenio Televisión y editor del periódico Milenio, un viejo lobo de mar de los medios de comunicación que sabe que “cuando llega tu momento hay que aprovecharlo porque a lo mejor mañana nadie te pela”.
Jairo Calixto Albarrán, quien no nació en una ribera del Arauca vibrador, no es hermano de la garza, ni de la rosa ni del sol, egresó de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y ha sido de casi todo y sin medida en el periodismo nacional.
Sin embargo, él es el primer sorprendido por sus labores en radio y televisión, sintiéndose como se siente un fruto genuino de la prensa escrita.
“No sé cómo he llegado tan lejos, los engañé a todos”, bromea este escritor que ha publicado notas en muchas revistas mexicanas y que nunca ha ocultado su deseo íntimo de ser invitado algún día a colaborar en TVNotas.
“El humor permea casi todo lo que me interesa y el humor se aplica a casi todas las cosas. En las peores tragedias hay ironía, un punto de vista humorístico que nos equilibra”, dice este hombre que en sus ratos libres “viste niños dios, aplica inyecciones, afina pianos y castra gatos para ayudarse”.
Dice que el debate en torno al humor político en México viene de larga data y siempre está vigente.
“Por un lado hay gente que hace humor desde una perspectiva ideológica, combativa, comprometida y mi opinión al respecto es que desde ese lugar el humor se diluye pronto. Se va el humor y todo lo que queda son mentadas, vómitos, jitomatazos”, dice Jairo a SinEmbargo.
“Y no tiene nada que ver con ser de izquierda o de derecha. Fíjate en Calderón [monero de Reforma], también desde la derecha hace un humor muy serio”, agrega.
Para Jairo Calixto, el humor no tiene que tener ideología para poder reírse “lo mismo del Peje que de Peña Nieto”.
“Hay poco humor político en los medios porque los mexicanos no sabemos reírnos de nosotros mismos; es una mentira vil eso de que nos reímos de la muerte. La verdad es que cuando logras reírte de ti mismo, el humor crece mucho más y no se expresa atado a nada, ni a intereses, ni a ideologías”, expresa.
Para el periodista, el humor en las redes sociales mexicanas “es fruto del ingenio y funciona como una válvula de escape y a menudo nos quitan la chamba a los profesionales”, bromea.
“Más que humor lo veo como un cinismo frente a la realidad tan pesada que nos toca vivir”, afirma.
“A veces me asusta tanto cinismo, esa tendencia a reírnos popularmente de tragedias enormes, como el payaso que hizo el chiste sobre la guardería ABC”, apunta en referencia a una “broma” de Platanito, el payaso de Telehit, que causó indignación en las redes sociales. Se burló de la tragedia y llamó “chavitos al pastor” a los 49 niños fallecidos en el incendio.
“Tal vez nos podamos reír del Holocausto o hacer chistes sobre esa tragedia, pero han pasado 50 años. El chiste necesita un tiempo exacto para expresarse”, advierte Jairo.
“Hace unos años vino de visita a México uno de los Monty Python y le preguntábamos precisamente eso, en qué momento había que detenerse y nos dijo que la verdad es que el humor siempre llega en el momento menos prudente”, por lo que no queda otra más que usar un criterio propio de sentido común para elegir qué decir frente a un hecho determinado.
Cree Jairo Calixto Albarrán que el éxito de Charros vs.Gángster obedece a la frescura con la que se hace el programa. Se destaca lo imprevisible y la falta de guión, además del reflejo fiel del humor de los conductores.
“Si venimos de malas nos mostramos de malas. Hay honestidad brutal en ese sentido”, afirma el profesional.
LA CHISPA ADECUADA
La periodista y presentadora española Laura García Arroyo es una habitual de los medios de comunicación en México.
Además de formar parte del célebre programa La dichosa palabra, es colaboradora habitual de Charros contra Gángsters, donde participa con una columna dedicada a descubrir el significado de las palabras y de paso desplegar su conocido amor por los diccionarios.
Divertida, culta y guapa, Laura no se integró inmediatamente al programa. “Al principio me costó un poco encontrar la química que me uniera a los conductores. Yo uso mucho la ironía, que es una herramienta que se basa en la confianza con el otro, para saber cómo se la va a tomar”, dice en entrevista con SinEmbargo.
“Tengo una sección y no me quedo durante todo el programa, así que lo mío debe ser muy concentrado”, reconoce Laura, nacida en Madrid y quien se muestra reacia a la excesiva solemnidad que encuentra en el periodismo nacional.
“Me parece que incluso a la hora de dar noticias se usa un lenguaje muy estricto, cerrado, demasiado formal. Lo que trato de hacer en mis intervenciones es hablar como le hablaría a cualquiera, como si contara una anécdota, una historia”, afirma.
García Arroyo está convencida de que el éxito del programa en el que colabora se basa en el hecho de que Jairo Calixto Albarrán y José Luis Guzmán “tienen personalidades muy diferentes entre sí y a la vez complementarias. Jairo, por ejemplo, se ríe mucho de sus propias ocurrencias y de sus compañeros, lo que hace que la gente que se sienta identificada”.
“Informan mucho, dicen cosas serias y también comentan con descaro los hechos de la realidad diaria. El que va manejando en el coche de regreso a casa, seguramente agradece que alguien te esté contando las cosas y con ello te provoque una carcajada”, afirma.