Río de Janeiro, 11 jul (EFE).- Brasil sufrió hoy bloqueos en decenas de carreteras y la paralización del transporte público en algunas ciudades durante el llamado “Día Nacional de Luchas”, convocado por los sindicatos para reclamar mejoras laborales.
Los manifestantes interrumpieron algunas operaciones en polos industriales, refinerías y los accesos a algunos puertos, incluido el de Santos, el más importante del país.
En Belo Horizonte paralizaron temporalmente el metro y las líneas de autobuses, que usan más de 200.000 personas diariamente.
En Sao Paulo, más de mil mensajeros en motocicletas avanzaban hacia la Avenida Paulista, el corazón empresarial de la ciudad, para reclamar mejores condiciones de trabajo.
Además, el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) ocupó parte de la sede del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) en Brasilia para reclamar que el Gobierno reanude la reforma agraria, que según ellos está paralizada.
En Salvador los bancos no abrieron las puertas y tampoco algunas escuelas.
Los manifestantes, en su mayoría portando banderas de sindicatos y partidos políticos de izquierda, bloquearon desde el comienzo del día decenas de carreteras en todo el país, incluyendo la Vía Dutra, la autopista más importante del país por comunicar a Río de Janeiro con Sao Paulo.
Entre las carreteras bloqueadas por manifestantes también destacan la que comunica Sao Paulo con las ciudades del interior paulista y la vía que da acceso al puerto de Santos, el mayor terminal marítimo de América Latina.
El llamado Día Nacional de Luchas fue convocado por los sindicatos para adherirse a las protestas por mejores servicios públicos que sacudieron Brasil en las tres últimas semanas de junio y para presentar las reivindicaciones propias de los trabajadores.
La jornada de protestas de este jueves tuvo una amplia adhesión en Sao José dos Campos, una importante ciudad industrial vecina de Sao Paulo y en donde empleados de empresas como General Motors bloquearon la Vía Dutra.
Pese a las protestas y las paralizaciones parciales en todo el país, las propias centrales sindicales descartaron una huelga general, por considerar que la actual coyuntura laboral, con bajo desempleo, no la justifica.
La jornada de protestas fue convocada a finales de junio por las principales centrales sindicales de Brasil, incluyendo la Central Única de los Trabajadores (CUT), Força Sindical, Unión General de los Trabajadores (UGT), Coordinación Nacional de Luchas (Conlutas) y Central General de los Trabajadores Brasileños (CGTB).
Las centrales consideran que una gran movilización nacional podrá reforzar la posición de los sindicatos en las negociaciones que intentan entablar con el Gobierno.
Las principales demandas de los sindicatos son la reducción de la jornada de trabajo hasta 40 horas semanales, la modificación de una ley que reduce las pensiones de quienes se jubilan prematuramente y la petición para que se archive un proyecto de ley que permite a las empresas ampliar el número de trabajadores tercerizados.
Algunos sindicatos también reivindican medidas para reducir la inflación, que consideran como la principal preocupación de los trabajadores actualmente, y exigen mayores inversiones públicas en educación, salud y transporte.
La jornada de luchas, sin embargo, divide a los propios sindicalistas entre los que piden apoyar a la presidenta Dilma Rousseff y los que acusan al Gobierno de no atender las reivindicaciones de los trabajadores.
La CUT, la mayor unión de sindicatos del país y controlada por el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff, alega que las manifestaciones tan sólo buscan presentar la “agenda de reivindicaciones” de la clase trabajadora “en el momento particular que vive la Nación”.
La Força Sindical, por su parte, exige la destitución del ministro de Hacienda, Guido Mantega, por una política económica que, en su opinión, ha permitido que la inflación corroa el salario de los trabajadores. EFE