La Secretaría de Gobernación (Segob) y la Fiscalía General de la República (FGR) han reclasificado como desapariciones forzadas 244 expedientes de personas que fueron privadas de su libertad durante la “guerra sucia” y cuyos familiares no han dejado de exigir verdad y justicia.
Ciudad de México, 11 de junio (SinEmbargo).– En un rincón apacible de la bulliciosa colonia Roma, frente a un jardín donde pasean los vecinos, se levanta un edificio de siete niveles que fue sede de la siniestra Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía política del régimen autoritario priista, en cuyo sótano se torturó a mexicanos, muchos aún desaparecidos.
En Circular de Morelia número 8, en la colonia Roma, despacharon Fernando Gutiérrez Barrios, Luis de la Barrera y Miguel Nazar Haro, con reputación de represores de la etapa de la guerra sucia, cuando la DFS que ellos dirigieron detenía, torturaba y desaparecía, como en el movimiento de 1968 y el “Halconazo” del 10 de junio de 1971, cuyo 53 aniversario se cumplió este lunes.
En el sótano del edificio se abrió al público, en un día como hoy hace cinco años, el Sitio de Memoria Circular de Morelia, donde ocurrieron graves violaciones a los derechos humanos durante el periodo conocido como la “guerra sucia”, que va de 1965 a 1990.
En este marco recorrimos el edificio de la extinta DFS, en cuyo sótano se encuentra el Sitio de Memoria Circular de Morelia que no es un museo, porque no fue diseñado originalmente para mostrar ni para reconocer o exhibir los agravios de un periodo sino, como dice la Segob, para todo lo contrario: Operó como primera cárcel y lugar de distribución de los detenidos-desaparecidos por la DFS.
A diferencia de un museo, este edificio conserva en sus recovecos, paredes, pisos, ventanas y bajo sus muros información que puede seguir dando pistas de lo acontecido en su interior.
En este contexto, el Subsecretario de Derechos Humanos, Arturo Medina, reveló a SinEmbargo que se han reabierto y profundizado investigaciones para que los torturadores y perpetrados de desapariciones forzadas no queden impunes ni para la historia y, sobre todo, para que no se vuelva a repetir los abusos de la guerra sucia.
Medina explica que la Secretaría de Gobernación (Segob) y la Fiscalía General de la República (FGR) han reclasificado como desapariciones forzadas 244 expedientes de personas que fueron privadas de su libertad y cuyos familiares no han dejado de exigir verdad y justicia. Se trata de 219 casos de personas desaparecidas de Guerrero, 37 de la Ciudad de México, 23 de Sinaloa, 15 de Jalisco, ocho de Chihuahua, siete de Chiapas, seis de Sonora, cinco de Nuevo León y otros 16 casos en el resto del país que habían sido archivados y que se han reabrió en acuerdo con colectivos de colectivos de víctimas de la guerra sucia.
“Este año el doctor Alejandro Gertz instruye retomar el tema y trasladar de la mano de la Segob, en cuanto a la participación del acompañamiento de los colectivos, las carpetas de investigación que se encontraban en esta Fiscalía Especial de Derechos Humanos, todo esto coordinado con Sara Irene Herrerías, y se retoman todas las carpetas de investigación que a la fecha son 244, las que sobrevivieron y que no fueron archivadas, y se ha hecho un trabajo muy acucioso muy minucioso”.
—¿Con qué propósito?
—Que no prescriban los delitos.
—¿Y no van a prescribir?
—Pues estamos en eso.
—¿Y cómo se hace eso, que no prescriba un delito?
—Cuando antes desaparecía una persona denunciaban secuestro, privación de la libertad, abuso de autoridad, pero esos delitos prescriben: en cinco, 10, 15, 20 años ya no hay nada que perseguir. Pero no, como la convicción es saber qué pasó, dónde pasó, cuáles fueron los patrones que se dieron en algún momento histórico determinado, en una región determinada, con un sector determinado, eso es la base para entender quién lo ejecutó y por qué lo ejecutó… Que no prescriba significa que siempre va a estar abierta la posibilidad de que lo detengan y que siempre va a estar la posibilidad de que los sancionen los jueces. Entonces, queremos que estas investigaciones sigan, porque son una herida en la sociedad y en las familias.
En la vieja sede de la DFS hay numerosas evidencias de las detenciones y desapariciones que sufrieron muchos mexicanos, algunos de los cuales fueron fotografiados en ese lugar y que jamás volvieron a encontrarse.
Hay fotografías de detenidos en el sótano y testimonios de las celdas que había en el edificio, incluyendo una habitación junto a la oficina del siniestro Nazar Haro, quien decía que él no torturaba, sino interrogaba.
El memorial Circular de Morelia fue el primero de los espacios que fueron utilizados para la violación de los derechos humanos en ser abierto al público y otro es en Tlaxcoaque, donde operaba la Dirección de Policía y Tránsito al mando del también siniestro Arturo Durazo Moreno.
El sitio de memoria de la Plaza Tlaxcoaque, fue inaugurado el 2 de octubre de 2022 para recordar los crímenes cometidos en contra el movimiento estudiantil, en una ceremonia encabezada por la jefa de jefa de Gobierno, Claudia Sheimbaum, actual presidenta electa.
El Subsecretario Medina afirma que el compromiso del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es con la verdad y la justicia, pero también con la memoria para la no repetición.
“Saber la verdad es un derecho. ¿Cuál es el anhelo de las víctimas? Es verdad, es memoria y es justicia. Entonces el Estado tiene que hacer un compromiso, y dejar pasar las cosas porque ya pasó el tiempo es negar una realidad, que si no la atiendes y no la pones en una pared, si no la pones en papel en blanco y negro y no hay una sanción, aunque sea después, aunque la gente que haya sido responsable ya no esté con vida, puedes repetirlo”.
Añade: “Y entonces el compromiso de este gobierno es que este lugar de memoria nos recuerde que estos hechos no se pueden repetir, que estos hechos son delitos de los más graves porque atentan contra los derechos humanos fundamentales: detenciones ilegales, desapariciones, que familias enteras no sepan dónde están”.
Como Gutiérrez Barrios y Luis de la Barreda, Nazar Haro decía que nunca torturó. Lo mismo decía también Javier García Paniagua, quien lo dejó en la dirección de la DFS.
Nazar Haro sería que sólo interrogaba a los detenidos para obtener información, ahí en el edificio de la colonia Roma, donde aseguraba que no había celdas.
En el libro El tigre Nazar, “había que ser fanático con ellos”, editado por Grijalbo el año pasado, el periodista Gustavo Castillo García entrevista al exdirector de la DFS, quien niega que haya sido un torturador, como sí lo era Durazo Moreno, el jefe de la policía de la capital con José López Portillo.
“La gente preferida de López Portillo era Durazo y sus elementos, no nosotros (la DFS). A nosotros nos correspondía enviarles toda la información que se refería a la guerrilla al Presidente y a Durazo por instrucciones del mandatario”.
—¿Todos los actos de detención, tortura, inclusive desaparición que se le atribuyen a usted los ejecutaron Durazo y sus muchachos?
—¡Le repito lo que le acabo de decir!
—Estoy diciendo que el hombre de confianza del presidente era Arturo Durazo y los que participaban en los enfrentamientos eran de la Policía Judicial, el Servicio Secreto, la Brigada (Especial o Blanca).
“En Tlaxcoaque, los separos estaban abajo y ahí los tenían a veces 15 dos, y aunque se hablaba con Durazo y se le decía: ‘Ya consígnalo’, çél respondía: ‘No, saben muchas cosas y a la chingada’ NO es que quiera echarles la culpa, pero era el sistema de ellos. Yo no tenía separaos ni nada oculto.
“(En la DFS) a los detenidos los ponían en un cuarto de interrogatorio en el que había una silla y a la hora de interrogarlos se encendían lámparas que estaban directas a la cara para que no supieran con quién hablaban. Se les exigía que hablaran y se les decía que serían enviados al Tampoco Militar y lo complicado que era. Se les hablaba del mocito, de toques eléctricos o el tehuacanazo que daban en el Servicio Secreto”.
Esa es la versión pública de Nazar Haro. Los testimonios y evidencias lo desmienten.