La Iglesia católica destacó el agobio del pueblo mexicano al que, dijo, no se garantiza los mínimos de seguridad, y la impotencia de autoridades que tienen flancos abiertos. En su editorial Desde la Fe, la Arquidiócesis destacó que la ausencia de autoridad provoca que actores como los obispos salgan a dar la cara para acordar algunas cláusulas de paz y seguridad en las comunidades, como lo hizo el Monseñor de Chilapa el pasado 28 de mayo en Guerrero.
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Ciudad de México, 11 de junio (SinEmbargo).– La violencia de las últimas semanas en distintas regiones del país advierten cómo el país se desangra mientras en las altas esferas de la burocracia se presumen los mejores índices macroeconómicos, destacó la Arquidiócesis de México en su editorial dominical.
“Nuevamente se advierte cómo el país se desangra mientras que la realidad es que México vive la pobreza y miseria que son campo fértil para la delincuencia y la corrupción”, refirió la Iglesia católica en Desde la Fe.
Recordó que durante las últimas semanas en distintas regiones del país la violencia no ha dado tregua.
Por ejemplo, Tamaulipas ha visto prolongados combates en la disputa por el control de plazas entre cárteles de la droga. En los primeros días de la semana que concluye, el penal de Reynosa se convirtió en zona de guerra ante la impotencia de las autoridades para controlar la situación; en Veracruz, desde enero hasta abril pasado, se habían dado 620 ejecuciones violentas; en Guerrero, todos los días se reportan asesinatos sin control; Oaxaca padece las mismas circunstancias cuando grupos criminales realizan actos de terror contra la población indefensa.
“Estos ejemplos son un recuento del agobio del pueblo al que no se garantiza los mínimos de seguridad, y de la impotencia de autoridades que tienen flancos abiertos, por un lado, de falta de respuesta contra el alto impacto de fuego de la delincuencia y, por el otro, del poder de la corrupción que carcome a los tres niveles de gobierno, en lo que se ha llamado la narcopolítica”, expuso la Iglesia católica.
El texto mencionó que la ausencia de autoridad que apacigüe al crimen, provoca que actores con autoridad moral salgan a dar la cara para acordar algunas cláusulas de paz y seguridad para ciertos sectores que, en el pasado, gozaban de respeto.
El 28 de mayo, el Obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, no ocultó el acercamiento que sostuvo con miembros de la delincuencia para acordar lo que las autoridades ya no garantizan: seguridad.
La Arquidiócesis denunció que muchos sacerdotes, en comunidades apartadas del país son blanco fácil y viven bajo la gran presión del crimen organizado que les impide realizar su misión evangelizadora, “prohibiéndoles incluso pronunciar la palabra narcotráfico o hacer algún cuestionamiento que ponga de manifiesto su inmoral actuación, pues lo pagan con la vida”.