Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) dio a conocer que el desarrollo urbanístico, que provoca la reducción de los espacios verdes, puede provocar un incremento de riesgo cardiometabólico; el estudio también reveló que quienes vivían en un desarrollo urbanístico más rápido alrededor de su vivienda tenían una presión sanguínea más alta.
Barcelona, España, 11 de mayo (EFE).- El desarrollo urbanístico que implica una reducción de los espacios verdes puede incrementar el riesgo cardiometabólico, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en el marco del Proyecto CHAI, elaborado con datos de más de 6 mil personas de la ciudad india de Hyderabad.
El IS Global ha informado en un comunicado de que los resultados, publicados en la revista Environmental Health Perspectives, mostraron que el desarrollo urbanístico en un radio de 300 metros alrededor de la vivienda aumentaba los factores de riesgo metabólico y que quienes vivían un desarrollo urbanístico más rápido alrededor de su vivienda tenían una presión sanguínea más alta, una mayor circunferencia de cintura y una mayor glucosa en ayunas.
El análisis por sexos ha evidenciado que la mujeres sufren más el impacto de la pérdida de zonas verdes en su salud, posiblemente debido a “las diferencias en los patrones de movilidad en la población: el tiempo que pasaban durante el día cerca de la vivienda era sustancialmente mayor en las mujeres (74 por ciento) que en los hombres (52 por ciento)”, según ha explicado el primer autor del estudio, Carles Milà.
El estudio ha analizado la relación entre los cambios en el uso de la tierra (zonas con espacios verdes que pasaban a ser edificadas) y los factores de riesgo cardiometabólico (hipertensión, obesidad o hiperglucemia) en un área urbanizada periurbana del sur de Hyderabad.
La investigación ha tenido asimismo en cuenta la influencia de factores como la contaminación del aire, la actividad física y el estrés, mediante los datos de más de 6 mil personas adultas y los cambios urbanos del uso del suelo durante 14 años en un área de 700 kilómetros cuadrados.
Carles Milà ha atribuido esta relación entre desarrollo urbanístico y riesgo cardiometabólico a “la reducción de la actividad física y el aumento de la contaminación atmosférica”, que implica la pérdida de zonas verdes alrededor de la vivienda, mientras que no se ha encontrado relación con el estrés.
La investigadora de ISGlobal, coordinadora del Proyecto CHAI y líder del estudio, Cathryn Tonne, ha asegurado que “los hallazgos de esta investigación respaldan la necesidad de integrar la salud en la planificación urbana, especialmente en las ciudades o vecindarios con cambios urbanísticos rápidos, para así reducir los impactos negativos del desarrollo urbanístico en la salud de las personas”.