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Greenpeace

11/05/2020 - 12:03 am

Degradación ambiental y enfermedades zoonóticas

La degradación ambiental que vivimos en la actualidad nos vuelve sumamente vulnerables al surgimiento cada vez más frecuente de este tipo de enfermedades.

La degradación ambiental que vivimos en la actualidad nos vuelve sumamente vulnerables al surgimiento cada vez más frecuente de este tipo de enfermedades. Foto: Crisanta Espinosa, Cuartoscuro.

Ornela Garelli y Viridiana Lázaro*

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el SARS-CoV-2 (Síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2) es el virus que causa la enfermedad infecciosa conocida como COVID-19. Existen diversas fuentes que indican que el origen de este virus puede encontrarse en un animal, de ahí que se le conozca como virus zoonótico. Así, las enfermedades zoonóticas (zoonosis) como el COVID-19 son provocadas por virus, bacterias, parásitos u hongos presentes en animales pero que han transitado a los seres humanos.

La degradación ambiental que vivimos en la actualidad nos vuelve sumamente vulnerables al surgimiento cada vez más frecuente de este tipo de enfermedades. El COVID-19 es un ejemplo pero antes podemos contabilizar a la Influenza H1N1 (gripe porcina), el Ébola, el SARS, o incluso infecciones transmitidas por insectos como vector como el dengue, el zika o la chikungunya. Si bien el surgimiento de cada una de estas enfermedades se ha dado bajo condiciones distintas, el común denominador se halla en la maltrecha relación que sostenemos los seres humanos con la naturaleza, es decir, una basada en el abuso, el consumismo y la explotación.

La deforestación de los bosques, el crecimiento de la mancha urbana, la destrucción de los ecosistemas, el cambio climático, la agricultura industrial, los proyectos extractivistas etc., es decir, la invasión de los ecosistemas naturales por la actividad humana, nos pone en un mayor contacto con la vida silvestre que de otra forma no podría darse, lo que favorece la transmisión de patógenos.

Para el caso específico del COVID-19, aún existe incertidumbre por parte de los científicos sobre su origen. Sin embargo, se ha planteado que posiblemente surgió en un “mercado húmedo” y aunado a ésto, no podemos decir que el consumo de carne haya causado directamente este brote de COVID-19. En general, algunas enfermedades zoonóticas pueden transferirse a través del consumo de carne poco cocida, mientras que otras no.

No obstante, existe una conexión entre el consumo de carne y las enfermedades zoonóticas. La alta y continua demanda de carne conduce a dos factores clave: 1) la expansión de la producción de alimentos y la ganadería, ambos factores clave de la deforestación; y 2) una mayor industrialización de la cría de animales, lo que aumenta la prevalencia de la transferencia de enfermedades.

La forma en que se producen nuestros alimentos tanto en México y como en otros países para amplios sectores de la población son un foco rojo del surgimiento de enfermedades zoonóticas. Así es, la producción industrial de carne y de otros alimentos produce las condiciones propicias para una nueva pandemia.

El actual sistema industrial de cría de animales se basa en maximizar la producción, lo que resulta en un modelo basado en una alta densidad de animales genéticamente uniformes que viven en espacios confinados, que son alimentados con piensos industriales y que producen grandes cantidades de desechos. Todo esto favorece la aparición y contagio de patógenos, como ocurrió en 2009 en nuestro país con la gripe porcina surgida en granjas de producción industrial de cerdos.

En cambio, los ecosistemas naturales, al sustentar la existencia de diversas especies, ayudan a regular las enfermedades. Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague rápidamente. Esta diversidad genética produce un efecto barrera de resistencia natural a las enfermedades entre las poblaciones animales. De ahí la importancia de proteger la biodiversidad de nuestro planeta.

Por todo esto, resulta urgente transformar nuestro sistema alimentario, tanto en la forma en que producimos nuestros alimentos como en la manera en la que los consumimos. Necesitamos transitar hacia una producción ecológica basada en plantas y cantidades limitadas de ganadería ecológica, una que integre a los animales de granja como elementos esenciales en el sistema agrícola.

Ya es hora de que las políticas públicas y el dinero se dejen de destinar a los sistemas destructivos de ganadería industrial y en su lugar apoyen una transición justa hacia la agricultura ecológica. En este momento tenemos la oportunidad de crear el cambio que necesitamos a través de un plan de recuperación verde y justo.

*Ornela Garelli y Viridiana Lázaro son especialistas de Greenpeace México en Consumo
responsable, Agricultura y Cambio climático

Más información en www.greenpeace.org.mx

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