Carlos A. Pérez Ricart
11/04/2024 - 12:04 am
Xóchitl: prometer no empobrece
“Lo de la candidata fue una oda al pasado que ofrece, como gran proyecto, la dispersión de recursos públicos a agentes privados”.
El domingo siete de abril fue el día más relevante de la campaña. Era la oportunidad largamente esperada por Xóchitl Gálvez y su equipo para emparejar la contienda presidencial y generar algo de incertidumbre respecto al resultado del dos de junio. Por su parte, Claudia Sheinbaum se marcó el objetivo de no arriesgar los más de veinte puntos de ventaja que, según las encuestas más conservadoras, lleva sobre su contrincante. La primera tenía todo que ganar y la segunda mucho que perder.
Ocurrió que, en el día más importante de la contienda, Xóchitl Gálvez dejó mucho que desear, incluso para sus propios parámetros. Ya sabíamos de su débil oratoria y dificultad para memorizar; sin embargo, no sospechábamos, que, en un ambiente como el del domingo, iba a ser incapaz de articular oraciones completas. Los errores fueron legión; donde faltó el predicado no hubo verbo; donde existieron ambos, echamos de menos al sujeto. Duele imaginar la versión estenográfica del debate.
Lo peor no fue la falta de carisma de la candidata opositora. Tampoco fue la tensión irresoluble de quien se piensa candidata ciudadana y es, invariablemente, la representación del PRI y el PAN. Eso no fue, ni de lejos, lo peor.
Lo peor fue la irresponsabilidad lógica y presupuestaria con la que Xóchitl Gálvez presentó sus propuestas en materia de salud y educación. De tanto criticar la forma en que planteó sus propuestas, poco se ha hablado del fondo de éstas. Lo de la candidata fue una oda al pasado que ofrece, como gran proyecto, la dispersión de recursos públicos a agentes privados. Veámoslo con cuidado.
La candidata de la Coalición Fuerza y Corazón por México prometió generar una tarjeta inteligente —llamada “Mi salud”— que permita que “cualquier familia pueda atenderse en clínicas privadas”. De facto, se trataría de una transferencia directa de recursos públicos al sector privado que impediría reconstruir el tan lastimado sistema de salud nacional que, admitámoslo, tampoco ha visto sus mejores años en esta administración.
Según el análisis de Tonatiuh Martínez y Oliveira Mijarez, solamente esta parte del plan de salud de Gálvez costaría aproximadamente un billón de pesos, el equivalente al 11.9% del presupuesto de egresos de la federación.
En el debate, Xóchitl también ofreció pagar universidad privada a jóvenes que no hayan podido entrar a las universidades públicas, así como cubrir el costo total, de las escuelas públicas o privadas de todo joven mexicano desde la educación preescolar hasta la preparatoria. En lugar de atender el problema estructural que supone la falta de espacios educativos, la candidata propone transferir miles de millones de pesos a universidades privadas. Así, lejos de financiar la oferta educativa, el Estado pasaría a sostener la demanda. En países como Chile (y ahora recientemente en Argentina), este modelo lo que ha logrado es justificar recortes públicos y avanzar hacia la privatización del sistema educativo. Ese es el rumbo de país que propone la candidata opositora.
Tras cinco años de gobierno del presidente López Obrador, parece increíble que el bloque opositor no haya logrado articular un plan educativo o de salud que vaya más allá de descargar las responsabilidades estatales en actores privados. Las propuestas tienen, sin embargo, un subtexto neoliberal representado por tarjetas temporales contrarias a la lógica de derechos constitucionales que enarbola esta administración.
El domingo, la candidata del PRI y el PAN no solo fue (previsiblemente) incapaz de ofrecer una imagen presidenciable. Tampoco ofreció propuestas que expliquen cómo y de dónde saldrá el dinero para pagar escuelas y clínicas privadas a todos los mexicanos.
Estamos, sin duda, ante un fenómeno extraño, porque justamente quienes se encargaron de construir la política de salud y educación de Xóchitl Gálvez son los mismos que llevan cinco años tildando de populista al presidente. Cosas veréis. Al fin y al cabo, prometer no empobrece.
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