Mi padre, prueba de supervivencia, me hizo ver que este nuevo rumbo cambiará para siempre la mentalidad de todos en el mundo. Regresaremos a la normalidad, pero sobre nuevas bases, con percepciones individuales diferentes y elecciones inéditas.
Hay que transformarse. Dejar los apegos. Entender nuestras limitantes y ver, desde un lugar más nutrido, la realidad que compartimos con la humanidad entera. Se nos está regalando algo que nadie parecía tener: tiempo. Usémoslo con sabiduría.
Por Sophie Goldberg
Ciudad de México, 11 de abril (SinEmbargo).- Hace unos días mantuve una conversación telefónica con mi padre, Alberto, el protagonista de mi más reciente novela El jardín del mar. Con sinceridad les digo que, después de haber escuchado su sentir respecto a la situación que vivimos actualmente, comprendí que hay que transformarse.
Hay que dejar los apegos, entender nuestras limitantes y ver, desde un lugar más nutrido, la realidad que compartimos con la humanidad entera. Hija, me dijo:
“Qué bendición poderte quedar en casa con tu esposo y con las comodidades y el resguardo del hogar; ese lugar conocido y seguro. A mi madre, a mi hermano y a mí nos corrieron del nuestro para nunca volver. Nos escondimos en un granero durante tres años, apartados a la fuerza de mi padre. Tan sólo pensar que él estaba en un campo de trabajos forzados nos atormentaba. Tú, tú sabes que los tuyos están en casa, aburridos quizá, pero a salvo y no bajo el látigo de un verdugo”.
“Tienes alimentos, nosotros compartíamos una papa al día entre los tres y con ojos hambrientos, mi padre recibía una “sopa” transparente con lamentos flotando. Aun así, sacábamos fuerza de donde no la había. Tienes libros, música, redes, comunicación, fotografías y hasta abrazos vía remota; todo esto te acompañará durante el tiempo que tome controlar este virus. En cambio, para acabar con el odio racial que ha permanecido por años aún no se ha encontrado la cura, y su contagio sigue siendo un sinuoso enemigo”.
Mi padre, prueba de supervivencia, me hizo ver que este es el nuevo rumbo que el universo está trazando y que va a cambiar para siempre la mentalidad de todos sus habitantes. Regresaremos a la normalidad, pero sobre nuevas bases, y habrá que ver cómo cada quien, con su propia percepción y elecciones inéditas, se reinserta en él.
Es un parteaguas como lo fue la Segunda Guerra Mundial y como lo han sido otras catástrofes que la humanidad ha vivido, sólo que ahora, se nos está regalando algo que nadie parecía tener: tiempo. Usémoslo con sabiduría.