México, 11 Abr. (Notimex).- El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) recordó al orador y poeta Francisco González Bocanegra, quien acuñó los patrióticos versos del Himno Nacional Mexicano, a 151 años de su muerte, ocurrida el 11 de abril e 1861.
El potosino Francisco de Paula Luciano José Antonio Agustín del Carmen de San Rafael, mejor conocido como Francisco González Bocanegra, nació el 8 de enero de 1824.
Durante su infancia fue desterrado del país junto con su familia debido a la Ley de Expulsión de Españoles en 1827, señaló Conaculta en un comunicado.
Su madre fue Francisca Bocanegra y Villalpando, originaria de Zacatecas, hermana de un ex presidente de la República, José María Bocanegra, e hijo de José María González Yáñez, originario de Cádiz, España.
En la Ciudad de México, el creador de las estrofas de alegría y orgullo patrio, ingresó a la Academia de San Juan de Letrán y al centro de reunión de los más eminentes literarios de la época, el Liceo Hidalgo.
El 12 de noviembre de 1853, durante el gobierno de Antonio López de Santa Anna, el entonces oficial mayor del Ministro de Fomento, Miguel Lerdo de Tejada abrió una convocatoria en la que exhortó a escribir un Himno para la nación.
Se establecía un premio al participante que realizara la mejor composición poética que pudiera servir de letra a un canto verdaderamente patriótico. El plazo de entrega fue de 20 días.
El jurado se conformó por los intelectuales José Bernardo Couto, Manuel Carpio y José Joaquín Pesado, quienes seleccionaron la obra de Francisco Bocanegra como la ganadora de entre 25 propuestas recibidas. El veredicto se publicó en el Diario Oficial el 5 de febrero de 1854.
Conaculta cita a Guadalupe Jiménez Codinach, quien en su obra “La guía del Himno Nacional Mexicano”, señala que el Himno Nacional, compuesto por un coro y diez estrofas, fue creado en 1854.
Ese año se celebró el XXV aniversario de un acontecimiento que llenaba a los mexicanos de la época de alegría y orgullo patrio: la rendición del general español Isidro Barradas, derrotado por los generales Manuel Mier y Terán y Antonio López de Santa Anna el 11 de septiembre de 1829.
El Himno se escuchó por primera vez el 15 de septiembre de 1854 en el Gran Teatro de Santa Anna, mismo que acompasa, desde entonces, “el acontecer y sentir de los mexicanos tanto en los triunfos como en las derrotas, en la guerra como en la paz”, señala Guadalupe Jiménez Codinach.
Aquel día el Gran Teatro se encontraba repleto, un emocionado González Bocanegra dirigió las siguientes palabras: “Grande, sublime es el espectáculo de un pueblo que se reúne el día de la Patria para consagrar de nuevo una flor a la memoria de sus héroes, para regar con su llanto del agradecimiento los laureles que adornan las fuentes de los que dieran independencia y libertad”.
Detalla que como poeta, González Bocanegra escribió poco y publicó mucho menos, porque sentía que su canto era algo muy propio e íntimo que debía reservar para su persona y para la mujer fuente de su inspiración: Guadalupe González del Pino (Pilli), novia y después esposa del dramaturgo.
Se dice que González Bocanegra no tenía la intención de concursar, argumentando que no era su estilo, que una cosa era escribir versos para la mujer amada y otra tener la inspiración para escribir un himno a la patria. Pero Guadalupe González tenía fe en la calidad poética de su novio.
La anécdota describe que Bocanegra se negaba a presentarse al certamen, a pesar de la insistencia de “Pilli” y sus amigos. Ella con un pretexto lo guió hasta un cuarto, que tenía todos los instrumentos que pudiera necesitar para componer, en la calle de Santa Clara (hoy Tacuba) número 6; lo encerró y le prometió no abrir hasta que le pasara por debajo de la puerta la composición que iría al concurso.
A González Bocanegra le costó trabajo empezar a escribir su canto a la Patria. Repasó mentalmente todas las vicisitudes que había vivido México, los logros, los fracasos, los ideales, fue así que fluyó la inspiración y los versos.
Después de cuatro horas de trabajo dichos versos pasaron por debajo de la puerta cerrada a las manos de su fuente de inspiración Guadalupe González, a quien además le debe su lugar en la historia de México.
La última aparición de Francisco Bocanegra fue el 21 de noviembre de 1855, en la ceremonia de distribución de premios del Colegio de San Juan de Letrán. Falleció a la edad de 37 años el 11 de abril de 1861, debido a una epidemia de tifo.
Fue sepultado en el Panteón de San Fernando, y después, en 1942, sus restos y los del creador de la música del Himno Nacional Mexicano, Jaime Nunó, fueron trasladados a la hoy Rotonda de las Personas Ilustres.