Javier Solórzano
11/03/2013 - 12:00 am
Es ahora o nunca
Si no hay cambio de última hora, con todo lo que esto puede significar, este lunes estará siendo presentada la Ley de Telecomunicaciones. Todo lo que se ha dicho sobre ella está en los terrenos de la especulación. Se han filtrado algunos elementos que se presupone contiene la ley, pero todo se sabrá este lunes. […]
Si no hay cambio de última hora, con todo lo que esto puede significar, este lunes estará siendo presentada la Ley de Telecomunicaciones. Todo lo que se ha dicho sobre ella está en los terrenos de la especulación. Se han filtrado algunos elementos que se presupone contiene la ley, pero todo se sabrá este lunes. La posibilidad de que se expandan algunas áreas y otras sean acotadas en busca de una mayor competencia podría ser parte del proyecto.
La ley puede ser uno de los pasos políticos más importantes y trascendentes del gobierno; diríamos que puede ser su antes y después. Lo de Elba Esther Gordillo es un golpe político-legal, el cual habrá que ver con el paso del tiempo si fue un acto político bien instrumentado o si es parte de una estrategia que busca ir en serio contra la corrupción. La detención de “La Maestra” ha terminado por tener una percepción positiva entre la opinión pública. El encarcelamiento fue, al fin y al cabo, un acto que contó con la anuencia, por decirlo de alguna manera, de la sociedad y al que hasta ahora le han aparecido pocos detractores.
La reforma en telecomunicaciones tiene otros actores en donde nadie se va a dejar y menos cuando se trata de limitarles su poder y su impunidad. Es previsible que los tres mastodontes, –Televisa, Telcel y TV Azteca–, pongan en juego todo lo que tienen a la mano, entre otras cosas la impunidad de su pantalla, para darle duro a la ley. No hay manera de que a estas alturas con el aval y el peso que ha ido adquiriendo el “Pacto por México” se presente un proyecto menor que no responda en lo más mínimo a las demandas de democratización, de cambio y modernización de décadas.
Un paso atrás o una propuesta conservadora estaría siendo la carta de presentación del sexenio de Peña Nieto y la muestra de la falta de sensibilidad y conocimiento en la materia de los integrantes del “Pacto por México”. Sería también una evidencia más de la aceptación de las presiones de los podres fácticos, los cuales seguramente tienen echadas a andar sus maquinarias a todo lo que dan.
Por lo que se va sabiendo es casi seguro que la propuesta responda a las muchas exigencias y demandas de años. Independientemente de que le entremos en su momento al análisis detallado de la inminente propuesta, lo importante a seguir en este momento es cuál será la actitud y reacción del Congreso. Está claro que la “telebancada” hará su singular tarea, pero si algo es de atenderse es la reacción que puedan tener algunos legisladores a quienes puede darles por afanes protagónicos.
Pueden escatimar la ley porque no la hicieron ellos y porque viene firmada por Peña Nieto y por los integrantes del pacto, y en caso de reconocerla y aprobarla partirán de que es un triunfo para el Presidente y para las alianzas que al interior de algunos partidos no se quieren. Sería un error monumental que por distanciarse del gobierno, al final de esta larga historia, terminen saboteándola, le vieran miles de “peros” y se colocaran al lado del dupolio y de los intereses que a lo largo de años han sido un freno para el desarrollo de las telecomunicaciones. Ganaría la politiquería cargada de inmadurez, de consignas menores muy lejanas de las grandes necesidades del país en un momento y una oportunidad que hace mucho no se presentaba.
Es de suponerse que los del dupolio usarán sus pantallas para desacreditar la ley; así ha sido, así es y así será. La gran clave del momento que vivimos es crear un antes y un después y construir nuevas reglas del juego. No se trata de perjudicar en el absurdo, se trata de entender que el mundo, y por supuesto el país, han cambiado y requieren competencia, nuevos jugadores, y sobre todo un auténtico proceso de democratización. Veremos si Peña Nieto y los integrantes del pacto así lo han entendido y terminan por fin poniéndose del lado de una sociedad civil que durante décadas lo ha exigido.
Es obvio que se juega mucho, empezando por la gobernabilidad. Veremos ahora si Peña Nieto se desliga de su relación con Televisa la cual mucho tuvo que ver en las elecciones. Es una oportunidad que va mas allá de un sexenio y que Peña Nieto y los integrantes del pacto no volverán a tener; ahora si que como digo aquel “es ahora o nunca”.
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