El robo de cables con cobre del Metro, CFE o Telmex no es nuevo y se concentra en el oriente del país, pero el delito se ha incrementado en los últimos años en el marco de la transición a la electromovilidad y energías renovables que demandan este metal rojo conductor de electricidad, muestran datos oficiales.
Ciudad de México, 11 de febrero (SinEmbargo).– El lucrativo robo de cables de cobre del Metro, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Telmex, que autoridades atribuyen al crimen organizado para su venta, y que afecta el servicio o pone en riesgo a miles de usuarios en el país, ha crecido un 306 por ciento en los últimos cinco años, de acuerdo con cifras del Secretariado de Seguridad Pública.
En 2022, los estados donde más se abrieron carpetas de investigación por este delito fueron Puebla (771), Jalisco (263), Quintana Roo (262) y Chihuahua (140), una situación similar en 2021 cuando se denunció esta sustracción en su mayoría en Quintana Roo (715), Puebla (487), Jalisco (324), San Luis Potosí (175) y Chihuahua (85).
Ante la expansión de autos eléctricos, paneles solares y parques eólicos por la crisis climática, S&P Global proyecta para 2035 una mayor demanda de toneladas de cobre, por lo que su precio irá al alza. En enero, un kilo de cobre se vendió en promedio entre 88 y 247 pesos mexicanos a valor chatarra, y en 175 pesos en el mercado internacional.
De 2019 a enero de 2023 el Metro reportó el robo de 14 kilómetros de cables con este metal rojo; solo en 2022 fueron 32 toneladas (4.7 kilómetros), lo que le implicó el año pasado 50 millones de pesos por parte del seguro para reposición de los cables. Autoridades del transporte público que mueve a millones a diario interpusieron 57 denuncias ante la Fiscalía local en ese periodo, y han habido algunos sujetos detenidos (no miembros del Sindicato), de acuerdo con el director general, Guillermo Calderón, y el Secretario de Seguridad local, Omar García Harfuch.
Por su parte, la CFE reportó en sus 16 divisiones de norte a sur mil 208 kilómetros de cables de cobre robados de 2015 a 2020, sobre todo en la zona Centro Oriente y Valle de México, lo que suma un daño económico por 273 millones 800 mil pesos. Ante ello la empresa pública ha interpuesto 2 mil 668 denuncias, de acuerdo con datos de la Unidad de Transparencia de la paraestatal.
ROBO AL MÁS RICO DE MÉXICO
Los grupos delictivos organizados no se han limitado a los cables de cobre de la CFE y del Metro, claves para los sistemas de energía, de control de trenes y de comunicaciones del transporte colectivo. También han recurrido a los cables de empresas de telecomunicación como Telmex, hecho que —ante diversos reportes de fallas en el servicio— ha orillado a la empresa del magnate Carlos Slim Helú a comenzar un proyecto de transición total hacia fibra óptica en la Ciudad de México.
“Me comuniqué con el licenciado Manuel Bartlett [titular de la CFE] y él me dijo que tenían un problema muy grave. Luego me comuniqué con Telmex y también me dijeron que tenían un problema muy grave; están pidiendo apoyo a la Secretaría de Seguridad federal. Entonces ahí es donde decimos que no es un tema menor de una persona que entra a los registros del Metro y corta un cable”, aseguró hace unos días la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en el marco de los diversos siniestros reportados.
En los últimos dos años, a Telmex le han robado de la vía pública cerca de 5 millones de metros de cable de cobre, lo que representa 2 mil 481 toneladas del metal, el cual se funde en chatarreras para después ser comercializado, incluso en el extranjero, informó la compañía al diario El Financiero el año pasado.
En ese periodo, la empresa de Slim interpuso 30 mil 456 denuncias ante las autoridades e informa periódicamente al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) sobre este siniestro que le genera quejas de servicio a diario.
MODUS OPERANDI EN EL METRO
El robo de cables con cobre del Metro de la Ciudad de México, si bien no es la única causa de siniestros y fallas diarias en el servicio, al ser el metal rojo un conductor de electricidad, provoca la interrupción de los sistemas de energización y comunicación, y la sustracción del cable de señalización puede derivar en incendios.
“El daño es muy importante, no solo en la patrimonial, sino también en la parte de la operación, el servicio, y la parte de seguridad del Metro”, dijo el Ingeniero Guillermo Calderón, director general del Metro, durante una rueda de prensa para presentar el tipo de cables sustraídos.
—¿Si se abate el robo de cable, el Metro resuelve sus problemas? —se le cuestionó al director general.
—En parte ese es uno de los problemas, no es el 100 por ciento, pero ayuda y coadyuva a tener una operación mucho más continua en términos de energía y señalizaciones.
Los grupos organizados, se explicó, tienen conocimientos de dónde, cuándo y qué cables cortar a lo largo de los más de 200 kilómetros de vías del sistema. Su modus operandi puede ser de dos formas: durante las noches, cortar la malla ciclónica de las estaciones superficiales cuando, se sabe, los sistemas están desenergizados o ingresar por registros externos al Metro como alcantarillas.
Donde hay más reportes de sustracción es en la Línea 2, entre Cuatro Caminos y Panteones, y entre Xola y Taxqueña; en la Línea 3 entre Indios Verdes y La Raza; en la Línea 5, entre el Instituto del Petróleo, Valle Gómez, Aragón y Oceanía; en la Línea 1, entre Pantitlán y Guelatao; y en la Línea B, entre Ciudad Azteca y Bosque de Aragón.
Durante la conferencia de prensa, el Ingeniero Calderón mostró que el cable más robado es el de alta tensión (rojo de ocho kilos cada metro) que alimenta las subestaciones de rectificación, las cuales a su vez alimentan la energía para los trenes y alimentan también la subestaciones de fuerza y el alumbrado.
El otro cable (negro) es el de alimentación de tracción, un cable muy importante para el movimiento de los trenes. También mostró el cable de señalización (cablecitos), que tiene 28 pares de cables pequeños de cobre y resaltó la dificultad de su adquisición y reparación.
En entrevista con este medio, Jorge Gaviño, exdirector del Metro (2015-2018) y miembro del Consejo Consultivo del Metro, explicó que el robo de ese cable de señalización puede provocar un incendio.
“Esos cables, si se los roban, provocan calentamiento en los otros cables que van conectados en paralelo. Cuando cortas uno de esos, sigue funcionando el sistema, pero se empieza a calentar y si no se atiende rápido, puede provocar incendios y fallas en todo el sistema”, dijo Gaviño, quien resaltó que durante su gestión el robo no era tan grave como ahora.
“Los chatarreros lo compran en 160 pesos el kilo, pero seguramente hay una organización delictiva más sofisticada”, coincidió.
Dado que desde enero de este año se han incrementado estos robos, se solicitó el apoyo de elementos de la Guardia Nacional. Además, trabajadores del Metro realizan entre 60 y 90 descensos nocturnos programados a las vías para mantenimiento, momento en el que el grupo de seguridad chequea que el personal que ingresa a los túneles sea acreditado y previamente registrado por el Puesto Central de Control para evitar que una persona ajena al sistema pueda introducirse.
Asimismo, ya tienen georreferenciados los registros externos del sistema (como alcantarillas) y se han sellado con cemento los sitios por donde podría ser factible la irrupción y robo de cable; además se reforzó la vigilancia con las cámaras del C5 y se planea la instalación de 3 mil 500 cámaras externas en las subestaciones de rectificación, vías y los túneles.