Debido a la contaminación y el coronavirus, las mascarillas empiezan a escasear en Tailandia, a pesar de que el país produce unos 600 millones de unidades al año, y en otros países de la región, principalmente China.
Por Gaspar Ruiz-Canela
Bangkok, 11 feb (EFE).- Simples mascarillas quirúrgicas, con coloridos diseños y hasta con protuberantes filtros se han convertido en una prenda habitual en muchas ciudades de Asia debido a la contaminación del aire y brotes como el del reciente coronavirus.
Los japoneses son los que más tiempo llevan utilizando mascarillas de manera cotidiana y en China su uso ha sido declarado obligatorio estas últimas semanas en muchas ciudades debido al llamado coronavirus de Wuhan (2019-nCoV), pero también se está expandiendo rápidamente en países como Filipinas, Indonesia y Tailandia.
El coronavirus, detectado en la ciudad china de Wuhan en diciembre, ha causado al menos mil muertos e infectado a más de 42 mil personas en China, mientras que hay 161 casos detectados en Japón (135 en un crucero), 45 en Singapur, 32 en Tailandia y 28 en Corea del Sur, de un total de 27 países afectados.
ENTRE LA POLUCIÓN Y EL CORONAVIRUS
"Tengo miedo. Miedo de que alguien me contagie el virus", explica a EFE el tailandés Thaworn Homphan al contar por qué lleva una mascarilla junto al puesto ambulante de comida que regenta frente a un parque en Bangkok.
Thaworn, de 44 años, se queja de que las mascarillas se han agotado en muchas tiendas y asegura que no siente rechazo hacia los turistas chinos, que han sufrido discriminación debido a la epidemia en muchos países.
"Estoy un poco preocupado, pero eso no significa que no quiera vender a los chinos. Los atenderé, pero tengo que llevar la máscara siempre", señala el vendedor.
Por su parte, Wichai Phongbuapuen, un conductor de mototaxi de 46 años, asegura que "hay mucha contaminación".
"Me duele la garganta y toso si no me pongo nada. Además, soy un mototaxista que trabaja en la calle, me afecta directamente la contaminación", afirma Wichai, quien también quiere protegerse del coronavirus.
El conductor reconoce que el cubreboca sencillo que lleva no puede protegerle mucho, pero explica que es difícil encontrar las mascarillas N95, más herméticas y que filtran el 95 por ciento de las partículas del aire.
La contaminación alcanza los mayores niveles de insalubridad en Bangkok y otras ciudades tailandesas durante la temporada seca (entre octubre y abril) debido al tráfico, las fábricas, la construcción y la quema de cultivos.
Las partículas más dañinas de las nubes tóxicas que también afectan a Filipinas, Birmania (Myanmar) o Indonesia son las PM2.5, que miden 2.5 micras o menos de diámetro, por lo que llegan rápido a los pulmones y hasta al riego sanguíneo.
Problemas respiratorios, asma y hasta cáncer son algunos de los problemas derivados de la exposición a ese tipo de partículas.
ESCASEZ DE MASCARILLAS
Debido a la contaminación y el coronavirus, las mascarillas empiezan a escasear en Tailandia, a pesar de que el país produce unos 600 millones de unidades al año, y en otros países de la región, principalmente China.
Como consecuencia, Taiwán y la India han prohibido temporalmente las exportaciones de mascarillas y Tailandia exige una autorización oficial cuando el envío al extranjero supera las 500 unidades.
Style-Seal, una empresa en Bangkok que produce máscaras con filtro, tuvo que suspender temporalmente la venta debido a la avalancha de pedidos.
"El pánico por el coronavirus hizo que compre máscaras gente que antes no lo hacía por la contaminación", explica a EFE James Schumacher, fundador y director gerente de la empresa.
Schumacher tuvo la idea de crear la empresa tras ser testigo en 2003 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), otro tipo de coronavirus, en Hong Kong y otras partes de Asia.
Sin embargo, afirma que sus clientes en Bangkok "probablemente tengan mucho más riesgo como consecuencia de la polución que por el coronavirus".
LA PANDEMIA GRIPAL DE 1918
Calles llenas de gente con mascarillas pueden parecer la escena de una película distópica, pero lo cierto es que el uso de esta prenda durante una epidemia se remonta a principios del siglo XX durante la pandemia de la gripe de 1918, conocida como la "gripe española" pese a que se inició en Estados Unidos y en la que murieron al menos 50 millones de personas en todo el mundo.
Emulando a algunas ciudades estadounidenses, Japón promovió las mascarillas para evitar la expansión de la gripe y su uso fue aumentando en las siguientes décadas hasta que se disparó ya en el siglo XXI con epidemias como el SARS y la gripe aviar.
En los últimos años han proliferado las mascarillas con diseños, como las que presentó el diseñador Yin Peng en la Semana de la Moda de China en 2014 o las que ya venden muchas marcas, incluidas algunas para niños con dibujos de bomberos o la gata Hello Kitty.