UN SEXENIO DE OLVIDO Y DESPRECIO POR LA CIENCIA

02/01/2012 - 2:00 am

 

Sólo 48 horas antes de que Felipe Calderón Hinojosa tomara posesión como presidente de México, el científico Ruy Pérez Tamayo predijo: “Aunque el próximo sexenio político no se vislumbra como favorable, la comunidad científica mexicana está preparada para enfrentarlo y sobrevivir”.

De eso han pasado ya más de cinco años y el vaticinio se cumplió. Durante este sexenio que está por culminar, la ciencia y la tecnología recibieron los presupuestos anuales más bajos en su historia. El índice de cobertura tecnológica  cayó del 0.24 a 0.04 durante el pasado y el presente gobierno, lo cual significa que nuestro país compra un 96% de la tecnología que utiliza y sólo vende 4 por ciento.

México no sólo es el país que menos invierte sino también la nación peor evaluada en los rubros de la ciencia y el conocimiento. De hecho, se encuentra en los últimos lugares de los países de América Latina, el Caribe y las países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Además, el desdén del presidente Felipe Calderón hacia la ciencia va más allá de lo económico. El pasado 18 de octubre, por ejemplo, se negó por cuarta vez consecutiva a asistir a la entrega de los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias, de ahí que dicha premiación se hizo sin su presencia y de manera atrasada para los científicos ganadores de los años 2008, 2009, 2010 y 2011.

Actualmente, el Estado mexicano cuenta con una Ley de Ciencia y Tecnología, un Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico y un Programa Especial de Ciencia y Tecnología e Innovación, entre otros muchos instrumentos, que de nada sirven. A la ley no se le respeta, ya que específica que se debe destinar el 1% del PIB, lo cual no ocurre. Al Consejo nadie lo consulta y el Programa sólo funciona en los documentos oficiales.

Según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de los 112 millones de mexicanos sólo 12 millones tienen una licenciatura y menos de 1 millón han estudiado un posgrado. En el mejor de los casos, sólo ingresa al posgrado el 20% de los jóvenes que concluye una licenciatura.

Comparado con Brasil, por ejemplo, México tiene un déficit en lo que se refiere a la graduación de doctores, ya que de cada 10 mil habitantes de la Población Económicamente Activa se gradúan 0.6 doctores, en tanto que en el país sudamericano la cifra llega a 1.1.

En México hay 1.7 investigadores por cada 10 mil habitantes, mientras que en países desarrollados existen de 30 a 40. El Sistema Nacional de Investigadores (SIN) tiene 18 mil integrantes, la Academia Mexicana de Ciencias agrupa a 2 mil 272 miembros y el Conacyt registra 39 mil becarios en México y en el extranjero.

 

Nunca antes estuvimos tan mal…

René Drucker Colín, uno de los científicos mexicanos más destacados y quien hoy ocupa la dirección general de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, afirma: “Nunca hemos estado tan mal como en este sexenio”.

El sexenio, dice, empezó mal con el nombramiento de Juan Carlos Romero Hicks como director general del Conacyt. “Él no tenía idea acerca de la ciencia y ni siquiera le interesaba porque aspiraba a otro puesto, pero como premio de consolación recibió éste”, expone Drucker Colín.

“Yo pedí la renuncia del director del Conacyt y al final lo quitaron; pusieron en su lugar a Enrique Villa, una persona mucho más capaz, con posibilidades e inteligencia para impulsar la ciencia, pero sin el presupuesto necesario ni el interés del presidente Calderón. Tan así que el mismo jefe del Ejecutivo Federal solicitó una disminución de la inversión en ciencia hasta de 0.2% del Producto Interno Bruto (PIB), algo incompresible en un Presidente de la República”, añade.

Según el también ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), hoy el Conacyt está rebasado, ya no funciona como institución para lo que debería de ser la ciencia en este país. En 2012, agrega, habrá que repensar qué es lo que se tiene que hacer, “quizás elevar su nivel en el gobierno y crear una Secretaría de la Ciencia y Tecnología, para contar con recursos suficientes, planear y desarrollar proyectos para el futuro”.

Es difícil predecir el trato que podría tener la ciencia en el próximo sexenio 2012-2018, pero precisa que en lo personal está con López Obrador y como integrante de su Comité Ejecutivo Nacional y encargado de la ciencia, pensaría que ésta tendría un espacio por lo menos mucho mejor que en toda su historia anterior.

No creo, dice, que Peña Nieto le vaya a meter mucho entusiasmo a la ciencia; y el PAN tampoco ha mostrado ningún interés por la ciencia y la tecnología, no le entiende bien y el problema es que la clase política mexicana es ignorante en general, considera.

Drucker afirma que la ciencia y tecnología, al igual que la educación, son monedas de intercambio para intereses muy particulares de grupos políticos que nada tienen que ver con el desarrollo del país. Y sí con el poder, con la chamba para los cuates y su integración a la nómina.

“Creo que la clase política no le ha querido entrar al tema de la ciencia porque son ignorantes o no les interesa el país. La ciencia y la tecnología son monedas de intercambio, y un ejemplo es la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados integrada por personas ineptas e incapaces”, agrega.

“Sé que la ciencia no va a resolver todos y cada uno de los problemas de la nación, pero ciertamente es una palanca importante para el desarrollo, si se impulsa adecuadamente, habrá muchísimas oportunidades que se han perdido y que se van a seguir perdiendo si no se apoya la ciencia como lo hacen otros países”, advierte.

Dice que el Estado mexicano es un pocoesquizoide de todo esto porque por un lado dan becas, se invierte mucho en formar gente de alto nivel y luego no hay oportunidades para que se aproveche a aquellos que fueron formados en las diversas áreas de la ciencia, entonces muchos se van al extranjero y no regresan, hay todo un desorden porque no hay una planeación, y eso ni siquiera es un asunto de dinero.

El neurofisiólogo mexicano que causó revuelo internacional en los 80 con sus investigaciones sobre la biología del sueño y trasplantes en busca de un tratamiento para la enfermedad del Parkinson, comenta que en México se hacen organismos, reglamentos y leyes, pero los consejos no sirven y las leyes no se cumplen.

“A la clase política le vale un verdadero cacahuate toda esta pérdida, por ejemplo ahorita, están peleando a ver quién va a quedar de senador o diputado, andan buscando puestos, quieren quedarse en la nómina. En la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores está la basura reciclada, ¿cómo va a avanzar el país si son los mismos? Así no hay futuro”.

De seguir así, insiste, “vamos a cancelar la soberanía, el futuro y a los jóvenes”.

En los países de la OCDE México es el que menos invierte, y en consecuencia en todas las evaluaciones y rubros de la ciencia y el conocimiento la nación está en los últimos lugares.

Asegura que en México sí hay buenos científicos, el mexicano es tan capaz como el francés, el italiano, el gringo y el canadiense, pero este no es un asunto de capacidad. Aquí hay gente muy inteligente, pero se carece de recursos, de planteamientos y metas que no se cumplen.

“Yo diría que la ciencia está a punto de fenecer. Nunca hemos estado tan mal como en este sexenio. Al Ejecutivo le tiene totalmente sin cuidado la ciencia, bueno tan es así que el Presidente de laRepública no fue capaz de entregar el Premio de la Academia de las Ciencias durante los últimos cuatro años, no le interesa, no le importa, para él la ciencia no existe”.

Calderón, considera, no tiene la menor idea del daño que le está haciendo a este país cancelando el apoyo a la ciencia, y lo hace con sus comparsas en el PAN, en el PRI y en el PRD, todos  son igual de ignorantes e incapaces. Desde luego hay excepciones pero eso no sirve de nada, afirma.

En el fondo, concluye  el ex coordinador de Investigación Científica de la UNAM:  “Calderón está cancelando el futuro del país, del desarrollo y la soberanía  porque nos volvemos cada vez más dependientes ya que no estamos haciendo ciencia ni desarrollando tecnología”.

 

Preparados para sobrevivir

El 29 de noviembre de 2006, el destacado científico mexicano Ruy Pérez Tamayo publicó en el periódico La Crónica de Hoy:

“La comunidad científica mexicana a la que pertenezco comparte con otros sectores de la sociedad una profunda y preocupante expectativa.

“Realmente todavía no tenemos la menor idea de lo que va a pasar con la ciencia en nuestro país a partir del primero de diciembre, y la ausencia de elementos para anticipar nuestro futuro inmediato autoriza la consideración de dos escenarios posibles para la ciencia en el próximo sexenio:

“1) Más de lo mismo, o sea la continuación de la misma política de indiferencia (cuando no de abandono) que caracterizó al gobierno del presidente Fox en relación con la ciencia mexicana, dada su predilección por la tecnología y su profunda ignorancia (y la de sus funcionarios) sobre la importancia del apoyo a la ciencia para el desarrollo no sólo de la tecnología sino también de la cultura del país.

“2) Apoyo todavía menor a la ciencia que en el sexenio 2000-2006, una posibilidad real no sólo por la ignorancia de las autoridades responsables de proporcionarlo sino también por la presencia cada vez más prominente de la iglesia católica como un poder político de gran peso…

“Y aunque el panorama de la ciencia en nuestro país en el próximo sexenio político no se vislumbra como favorable, la comunidad científica mexicana está preparada para enfrentarlo y sobrevivir”, predijo con extraordinario acierto el científico Ruy Pérez Tamayo, cinco años antes de que ese escenario fuera toda una realidad.

 

La ciencia, en el olvido

Al respecto, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente, recordó: “Muchos pensamos que el poco interés por la ciencia del gobierno del presidente Vicente Fox mejoraría, pues difícilmente podría ser peor. Pero ya Ruy Pérez Tamayo, visionario como es él, nos lo había advertido en un artículo publicado”.

Y en efecto, citó el destacado académico, la inversión pública en ciencia y tecnología como porcentaje del Producto Interno Bruto, se ha mantenido casi a la mitad de lo destinado por los países de América Latina y el Caribe (0.35 contra 0.6 por ciento).

El Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, órgano responsable de la política del Estado en la materia, según la Ley de Ciencia y Tecnología, se ha reunido una sola vez en loscinco años del actual gobierno, citó en un artículo titulado La Ciencia, en el Olvido, en el periódico El Universal, el pasado 19 de octubre.

Y con base en cifras oficiales, el doctor Juan Ramón de la Fuente cuestionó: “¿Alguna duda? En el año 2000 ingresaron al Sistema Nacional de Investigadores (SIN) 852 ex becarios del CONACyT; en 2007 tan sólo ingresaron 109.

Imagínese dónde está la ciencia: en el olvido más absoluto. Y lo más lamentable, agregó, es que si no apoyamos a la ciencia y a la tecnología, olvídese, no habrá, no puede haber crecimiento económico ni desarrollo.

“Nuestro índice de cobertura tecnológica, por ejemplo, bajó del 0.24 a 0.04 en una década. Dicho de otra forma, compramos el 96% de la tecnología que usamos”, remató.

 

La urgencia de fortalecer al sector

El 17 de junio de 2011, el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Enrique Villa Rivera comentó: “Los esfuerzos realizados hasta el momento para superar rezagos históricos relacionados con la inducción a la ciencia; tales como la infraestructura educativa, la formación de recursos humanos y el diseño de mecanismos del desarrollo tecnológico, deben ser justamente valorados”.

Argumentó que en 2006 el Conacyt contaba con 20 mil 11 becarios y 12 mil 96 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SIN); y en 2011, el Consejo tiene 39 mil becarios y la plantilla del SIN cuenta con 17 mil 639 integrantes.

Sin embargo, admitió que comparado con Brasil, México tiene un déficit en lo que se refiere a la graduación de doctores, puesto que nuestro país gradúa 0.6 doctores por cada 10 mil habitantes de la Población Económicamente Activa; mientras que la nación sudamericana gradúa 1.1

Días antes, el 11 de mayo, el ex rector del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Enrique Villa Rivera, al igual que René Drucker Colín, Ruy Pérez Tamayo y Juan Ramón de la Fuente, admitió de manera pública: “De no fortalecer el sector científico y educativo nacional difícilmente en los próximos años el país podrá abatir los rezagos ancestrales que enfrenta”.

 

Recomendaciones al futuro Presidente

Ante esta alarmante situación que padece la ciencia, el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Arturo Menchaca Rocha, recomienda al futuro Presidente de México mejorar la calidad de la educación básica en ciencia; incrementar la producción y la calidad de los recursos humanos del más alto nivel para ciencia y tecnología; dar mayor prioridad gubernamental a ese sector y aumentar la inversión correspondiente.

“Se trata de dar a México una oportunidad real de tener un desarrollo científico-tecnológico adecuado que le posibilite convertirse en una sociedad más justa, equitativa y educada”, insiste.

En el documento El único camino hacia el desarrollo de México pasa por el conocimiento, presentado hace unos días por el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Arturo Menchaca Rocha lesmuestra a todos los aspirantes presidenciales los principales problemas y las posibles soluciones para la ciencia en México:

Mejorar la calidad educativa

Atacar este asunto de raíz requiere una nueva visión de la educación básica que ponga un mayor énfasis en el razonamiento que en la memorización; por ello, la primera premisa es contar con una población educada, especialmente en ciencia, para aspirar a un desarrollo científico-tecnológico propio.

Y tratándose del mayor proveedor de este servicio, corresponde al sector público enfrentar el problema con una visión de Estado. Un gobierno que quiera tener un impacto mayor en la calidad educativa debe implementar un programa agresivo para mejorar la situación actual.

La experiencia de la Academia Mexicana de Ciencias en el tema indica que se requiere iniciar por la educación misma de los profesores, revisando los programas desde el nivel de la educación Normal.

Se requiere, asimismo, implementar un sistema efectivo e independiente de certificación permanente de los maestros a escala nacional, estimulando la excelencia en la enseñanza.

 

Aumentar los recursos humanos de alto nivel en ciencia y tecnología

Otro índice preocupante para México es el bajo número de investigadores científicos y tecnólogos con que cuenta, así como la baja velocidad a la que esta comunidad se reproduce. El otro frente consiste en procurar la contratación de esos egresados, para evitar pérdidas y fuga de cerebros.

El país requiere urgentemente de la creación de nuevos polos de desarrollo tecnológico, con sus respectivos centros de investigación públicos y privados; el objetivo es dar un mayor acceso a la empresa mexicana a las nuevas tecnologías, a nivel regional y nacional.

Sin embargo, esta visión de un México triunfador resulta inviable en el corto plazo si no se prevé la producción de los recursos humanos en los niveles más altos. Un gobierno que aspire a realizar un cambio efectivo en este rubro, debe iniciar por incrementar la oferta educativa en los niveles medio y superior, adaptándola a la realidad poblacional actual del país.

Y no menos importante, atendiendo las recomendaciones nacionales e internacionales, se debe enfrentar con mayor eficiencia la formación de esta fuerza de trabajo altamente calificada, es decir, maestría y doctorado. Este nivel educativo, para ser de calidad, debe estar íntimamente ligado a la investigación científica y tecnológica

Mayor prioridad gubernamental para la ciencia y la tecnología

Es un hecho que en la última década la atención del gobierno de México hacia la ciencia y tecnología ha disminuido, por lo que se requiere reconocer su importancia estratégica

Un verdadero cambio en ciencia y tecnología no se puede lograr sin darle una ubicación más preponderante en el organigrama del Poder ejecutivo, instituyendo una secretaría de Estado para este ramo tal como ya lo han hecho países como Brasil, Argentina, Uruguay, España, Venezuela y Cuba, entre otros.

Esta nueva Secretaría debe elevar a nivel sub-secretarial los siguientes aspectos:   fomento a la formación de recursos humanos de alto nivel; Sistema Nacional de Investigadores; investigación tecnológica; innovación y competitividad.

Mayor inversión en ciencia y tecnología

Se propone incrementar la inversión pública para ciencia y tecnología hasta llegar al 1% del Producto Interno Bruto, como establece la Ley de Ciencia y Tecnología.

Si la pregunta es, ¿en qué se invertirán esos recursos? La respuesta está en cada una de las tres propuestas anteriores:

-Lograr una mejor educación científica y tecnológica ligada a la investigación y a la educación superior.

-Duplicar la producción de graduados con doctorado, aumentando su contratación y construyendo con ellos los nuevos centros de investigación científica y tecnológica que requiere el desarrollo económico delpaís y,

-Canalizando los recursos necesarios para becas y proyectos a través de la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología.

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