Al igual que el resto de sus manifestaciones culturales, el diseño y confección de los principales productos brasileños tiene marcadas influencias portuguesas y africanas, en los que además se tiene siempre presente el respeto a la naturaleza, a sus raíces amazónicas y por supuesto, el culto al cuerpo.
A continuación, enlistamos siete de aquellos productos y marcas brasileros que por su tradición, calidad e innovación, han podido traspasar las fronteras, ganar premios y hacerse de fama en el resto del mundo.
La perfumería Phebo se creó en 1930 de la mano de los primos Antonio y Mario Santiago, en una ciudad llamada Belém, ubicada en el corazón de la Amazonia.
Con la intención de juntar todas las esencias del Brasil en un jabón, se esforzaron por buscar la fórmula perfecta que con el tiempo no sólo llegó a las casas locales, sino que se convirtió en una de las principales marcas del país sudamericano.
El clásico «sabonete» de forma ovalada y color transparente pronto se derivó en distintas presentaciones como el jabón líquido, velas, aguas de colonia y perfumes. Asimismo, expandió sus fragancias más allá de los olores amazónicos, al incluir aromas mediterráneos como el higo de Turquía o la Tuberosa de Egipto.
Más de 80 años después de su creación, la marca Phebo continúa siendo sinónimo de lujo, glamour y buen gusto, en parte también porque su logotipo y el diseño del empaque conservan la esencia de los años 30, lo que le da un toque vintage.
A partir de 2012, Phebo en sus múltiples presentaciones se puede encontrar en la importante cadena estadounidense Macy’s, así como en el resto del mundo a través de internet.
Contemporáneo de los diseñadores Joaquim Tenreiro y Jose Zanine Caldas y del célebre arquitecto Oscar Niemeyer, Rodrigues es considerado uno de los impulsores del nuevo estilo brasileño y el que lo puso en la vista de los escaparates internacionales.
Su pieza más conocida y premiada es la poltrona mole, un sillón acolchonado hecho en 1957, el cual conjunta cuero y madera.
En 1961, este diseño ganó el Concurso Internacional del Mueble, en Cantú, Italia, y actualmente forma parte del acervo del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Rodrigues nació en Río de Janeiro en 1927 y estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la ciudad carioca, en donde en 1955 fundó la empresa OCA, una especie de laboratorio de muebles y artesanías brasileñas de alta influencia para el diseño brasilero.
Así, quien también se dedica a la arquitectura y al diseño de interiores, ha fabricado también otros muebles relevantes, como la Poltrona Aspas “chifruda” de 1962, la Poltrona Killin y el Banco Sonia, varias de sus creaciones inspiradas en las hamacas tejidas en conjunto con el modernismo del siglo XXI.
La marca brasileña Topper, que también tiene sede en Argentina y Uruguay , se ha colado poco a poco entre las principales firmas de ropa deportiva con sus creaciones de vestimenta para correr, jugar futbol y rugby.
Pese a que la línea constantemente se renueva y crece, muchos de sus modelos más preciados, varios de los cuales se venden por internet, las piezas preferidas para los fans de la marca son las de estilo retro, como el jersey de Brasil en 1982 y en 1986.
En un intento por hacer que el sabor dulzón del café brasileño se acerque un poco a los tonos ácidos del keniano, un par de fincas comenzaron a modificar el proceso de fabricación ayudados de la bioquímica para poder acercarlo a lo que ofrece uno de los granos más caros y apreciados del mundo.
De acuerdo con el diario El País, en las fincas de Santa Margarida, en São Paulo y la de Chapadâo de Ferro, en Minas Gerais, se han comenzado ya a comercializar estos dos nuevos estilos de café, que apuestan a la acidez láctica y fosfórica, la primera de ellas que deja «la boca ablandada y aterciopelada» y la otra que produce una sensación de «agradable viscosidad», explican en el rotativo español.
Para llegar a esto, después de recoger los granos de café se colocan en tanques de fermentación, en donde se añade levadura que procesa los azúcares y ayuda a formar los ácidos y aromas que se buscan.
“En Kenia, el ácido fosfórico se da naturalmente en las plantas. Ahora podemos, con la incorporación de la bioquímica aplicada, abrir una puerta para un nuevo modelo de cafe brasileño”, dijo el consultor Ensei Neto, responsable del producto en Chapadâo de Ferro a El País.
El precio de esta nueva especie de café ronda los 160 reales, es decir unos 70 dólares, el doble del café brasileño considerado de mayor calidad.
Realizados en una sola pieza y con materiales y procesos 100 por ciento amigables con la naturaleza, los zapatos Melissa salieron de Brasil para hacerse un lugar en los estantes de las tiendas alrededor del mundo y por supuesto en el clóset de las mujeres que además de estar preocupadas por la moda, buscan productos sustentables.
Melissa produce high heels, flats, sandalias y hasta calzado para niñas en un material llamado MEFLEX, el cual es un plástico flexible , impermeable, resistente, hipoalergénico y totalmente reciclable.
Poco a poco la marca ha ido creciendo al punto en el que tiene colaboraciones con el zar de la moda Karl Lagerfeld, la inglesa Vivienne Westwood, el diseñador taiwanés-canadiense James Wu y los hermanos brasileños Fernando y Humberto Campana.
La compañía, además asegura que todos los gases y residuos resultantes son precesados dentro de su misma fábrica.
Con la simpleza, belleza y comodidad como principales objetivos , el artista Carlos Motta de 55 años conformó una nueva ola de diseñadores brasileños.
Su silla São Paulo, presentada en 1982 y ganadora del Premio Museo de la Casa Brasileña, fue relevante no sólo por su diseño simple y llamativo, si no por su presentación semi industrial que sirvió de modelo para varias técnicas aún utilizadas, pues se concibió para venderse desarmada dentro de una caja.
Así, dividida en seis piezas, esta silla que funge como adorno y mueble a la vez, trae consigo la esencia brasileña en sus maderas, algunas veces reutilizadas para no fomentar la destrucción de los árboles. Toda esa simpleza, resultado de la experiencia de su autor cuando surfeaba por las costas brasileñas, convivía con campesinos y con labores de carpintería confeccionaba sus diseños con las tablas que encontraba cerca de ahí.
Motta ha presentado su trabajo en escenarios tan importantes como el Tate Modern de Londres, el Guggenheim Museum y el MoMA/PS1 de Nueva York y el Museu d’Art Contemporani de Barcelona. Sus obras llegan a venderse hasta en 25 mil euros.
Al igual que cuando intentaron sancionar el grito de la hinchada mexicana, a la FIFA «le salió el tiro por la culata» cuando volteó la atención de los medios y aficionados a los calzones del astro brasileño Neymar, a quien están investigando por mostrar una ropa interior cuya marca no patrocina la justa deportiva.
Al final del encuentro que abrió el mundial de Brasil 2014, entre la selección anfitriona y la de Camerún, el número 10 de la verde-amarela se quitó la camiseta dejando ver sus calzoncillos.
Así, el modelo Sunga Army Copa Tie Die -que en realidad es un traje de baño- de la marca brasileña Blue Man, fundada en 1972, alcanzó gran fama y se vende en su página de internet en 191 reales, equivalente a unos 86 dólares.