Una frase que bien define a los brasileños es que en muchas cosas son “o melhor do mundo”. La leyenda los define en broma y en serio. Por un lado destaca la poca modestia de un pueblo que se caracteriza por el nacionalismo muchas veces exarcebado que ostenta. Por otro, le hace justicia a una cultura que ha tenido influencia universal y que es convocada a menudo en los lugares más recónditos del mundo.
Brasil hace buenos futbolistas, pero también fabrica los músicos más importantes del planeta, todos integrantes de un corpus casi infinito por el que están, quizás junto a Inglaterra y los Estados Unidos, entre lo mejor de la música popular contemporánea.
No hablamos de millones de ventas, aunque muchos de los músicos brasileños venden millones de discos, ni del mal gusto de elegir a Pitbull para que haga la canción oficial del Mundial de Futbol. Hablamos de música de verdad, de esa que construye pacientemente el soundtrack de la vida de muchas personas y que citamos usando de pretexto el torneo que se avecina.
Elegimos para este reportaje a 15 artistas masculinos excepcionales. Usamos para ello la memoria inmediata, los que tenemos en la punta de la lengua y en el filo de la emoción primera. Sabemos que hay 15 más que deberían aparecer en esta nota. Y 15 más. Y 15 más.
Tocar con otros y nunca hacer diferencias entre la música culta o popular son los elementos que le han dado tanta relevancia a la música del Brasil.
Afortunadamente, en el océano mar de la música brasileña siempre hay sitio para “calmar la sed del que no quiere ahogarse”, Zeca Baleiro Dixit. Son ejemplo y motivo de goce. Cómo no venerarlos.
“Los brasileños siempre buscamos la belleza”, dice Lenine, nacido en Recife, Pernambuco, el 2 de febrero de 1959. Es el más rockero de los cantautores contemporáneos o, como él suele decir, el “más pedrero”, ostentando su fidelidad a la “pedra”, tal como es llamado el rock en Brasil.
El rey de Urca (el barrio de Río de Janeiro donde vive junto a su mujer Ana, sus hijos y las orquídeas que cultiva con pasión militante) fue galardonado con un Grammy Latino en 2005 por su trabajo Lenine InCité y ha compuesto temas para artistas como Maria Bethania, Milton Nascimento, Maria Rita y Daniela Mercury, entre otros.
Con discos proverbiales como Labiata, Lenine MTV Unplugged (que todo melómano serio debería tener en su discoteca) y Falange Canibal, entre otros y muchas participaciones con colegas de idéntica valía, Lenine es un artista fundamental de la música contemporánea brasileña.
Ha venido a México a dar un concierto en el Teatro de la Ciudad en años pasados y a este país lo une también la versión de “Miedo”, canción que hizo con nuestra Julieta Venegas en el MTV Unplugged. Por otro lado, la cantante Tonana ha hecho una versión de “Paciencia” en su disco reciente, Agüita de tequila.
“Todo en mi trabajo es intuitivo. No estudié nada para hacer lo que hago. Fue más la intención la que me llevó por este camino. También es cierto que tengo una dificultad muy grande para aislar lo que hago y luego hacer un análisis sobre ello. Es muy intuitivo, muy orgánico”, ha dicho.
Figura indiscutible de la música brasileña, con un pasado que lo muestra junto a Caetano Veloso como el creador del Tropicalismo, movimiento cuya influencia persiste hasta nuestros días y que nació en los ’60 con vocación revolucionaria, Gilberto Gil es un intelectual extraordinario.
Nacido en San Salvador, Bahía, en 1942, el ex Ministro de Cultura durante la gestión de Lula da Silva, en 2003 fue elegido Personalidad del Año por los Grammy, una circunstancia que sirvió de pretexto para que el mundo musical le rindiera una pleitesía más que merecida.
Canta, toca la guitarra, piensa, escribe y analiza la realidad circundante con lucidez estremecedora. Su música sofisticada honra las raíces y mira al cielo con una aspiración cosmopolita. Gil siempre es mucho Gil y de su vasta discografía cuesta elegir los temas favoritos.
¿Alguno con Caetano, “Baticum”, “Alguem me aviso”? ¿El clásico “Carcará”? ¿Alguna canción de su sublime homenaje a Bob Marley?
Es el miembro de la realeza cultural brasileña y desde su trono observa con pasión principesca todo lo que acontece tanto en la música como en la literatura de su país.
Caetano Veloso es considerado uno de los artistas más influyentes, reconocidos y vanguardistas de Brasil, adorado por propios y extraños. Por estos días anda de gira en Europa, como muestra de que a sus vitales 71 años no le interesa vivir de los privilegios que le otorga su condición de tótem cultural.
No es ni será nunca una estatua. Nacido en 1942 en San Salvador, Bahía, fundó en 1976 una banda junto a Gilberto Gil, Gal Costa y María Bethania, para realizar una gira por todo Brasil haciéndose llamar “Los 12 bárbaros”.
Bicho, Outras palavras, Estrangeiro, Livro, Fina Estampa, los discos de Caetano se multiplican y dan cuenta de una obra monumental donde incluso ha versionado a Michael Jackson y Los Beatles hablándole de tú a tú a los autores originales de las piezas.
Políglota amado en Italia, en los Estados Unidos, en Francia, en España, Caetano es casi una deidad para los brasileños. Con razón y peso.
Nació en San Pablo en 1960. Arnaldo Antunes es sin duda el poeta de Titás, uno de los grandes grupos del rock brasileño. Amado por David Byrne, valorado como un elemento importante en el ámbito de la poesía convencional, se trata de un creador inquieto que se vale del arte del performance, de la pintura, del dibujo, para expresar un discurso artístico que puede ser muy complejo y también muy simple.
Su voz cavernosa, estremecedora, quedará fijada por siempre en la memoria del escucha y compensa con enorme poder la dulzura de Marisa Monte y el vértigo de Carlinhos en ese hermoso pero fugaz proyecto llamado Tribalistas.
“Cuando escribo algo para ser leído es muy diferente a cuando escribo algo para ser cantado. Sin embargo, en la vida hay sorpresas y una de ellas fue que “Dinero” fue musicalizada por Jorge Ben Jor. De hecho grabó varios poemas de mi libro As coisas y me los mandó. Fue un presente que me hizo muy feliz”, dijo en una entrevista que le hiciéramos hace algunos años.
“¡Por supuesto! Todos los brasileños hemos jugado al fútbol alguna vez. A veces era atacante, a veces era defensor, pero no era muy bueno”, confesó entonces cuando la charla derivó hacia el futbol, el gran tema.
No es tan famoso como Caetano o Gil, pero a ellos está profundamente ligado no sólo por una cuestión generacional, sino también por haber compartido discos, escenarios y pasiones estéticas.
Pericles Cavalcanti nació en Río de Janeiro en 1947 e inició su carrera haciendo canciones para otros, hasta que en los ´90 comenzó a interpretar sus temas.
Desde entonces, tiene unos cuantos discos que lo muestran como un cantautor de avanzada, de gran sofisticación y sentido crítico en lo que se refiere a la cuestión social en el mundo.
Ex estudiante de filosofía, su caso es un raro caso de artista que se integra con mucha comodidad a una tradición clásica y tropicalista (Caetano Veloso fue uno de sus grandes intérpretes), pero al mismo tiempo predica y explora un canto de vanguardia y experimentación que lo convierte sencillamente en genial.
Recientemente sacó su disco Frevox y el año pasado varias de las mejores cantantes brasileñas cantaron sus temas en Mujeres de Pericles.
Nacido en San Luis de Maranhao en 1966, cantautor conceptual con una dilatada carrera que está dejando una huella indeleble en la música popular brasileña (sobre todo por una obra ensanchada en las márgenes del cauce marcado por los totémicos Veloso o Gil), Zeca Baleiro fue el primero que comenzó a discutir a nivel masivo y público la vigencia del tropicalismo.
En una de las tantas visitas que realizara Caetano Veloso a México tuvimos oportunidad de preguntarle por una vieja disputa en los periódicos que lo enfrentó con Zeca, un artista que parecía disgustarle.
El bahiano le quitó hierro al asunto y la verdad es que pasado el tiempo ambos saldaron cuentas, aunque en 2012 se volvió a abrir la brecha cuando Baleiro lo llamó en 2012 “comadre lengua larga” por esa tendencia de Caetano a siempre ponerse en juez de la música y el arte en general de su país.
Con un formidable trabajo polisémico y plagado de ritmos diversos que se contaminan entre sí intensa-zecabaleiramente, le ha escrito una canción al actor inglés Stephen Fry, dedicó un disco íntegro a la inmensa poeta brasileña Hilda Hilst y grabó un trabajo memorable con Raimundo Fagner.
Oriundo de Arapiraca, donde nació en 1936, Hermeto Pascoal marca el camino de la música popular brasileña. Lo hace visitando las escuelas para formar a aquellos que él llama “los oyentes del mañana” y ofreciendo una obra muy sofisticada sin ninguna voluntad esnobista o de élite.
Con su larga barba, sus ojitos escondidos, su risa perenne, dibuja las partituras con formas de animales y hace que sus músicos vivan cerca de su casa por si se le ocurre ensayar a la madrugada y casi siempre se le ocurre ensayar a la madrugada.
Fue músico de Miles Davis, al que luego acusó de querer robarle los temas y es venerado en el mundo del jazz. Toca el saxofón, el piano, es albino, casi ciego y escucharlo es adictivo.
Su voz dulce, su voz impresionante. Hablar de Milton Nascimento es hablar de su gran fuerza interpretativa, lo que no impide valorarlo como uno de los autores más importantes de Brasil.
Amó a Elis Regina y Elis lo adoró. Juntos hicieron varias canciones y ha dicho el oriundo de Río de Janeiro, donde nació en 1942, que desde que la conoció toda su música fue para ella.
El Brasil de Milton es el de la gente del campo, de los olvidados del interior, tiene el sabor de la tierra y el olor de los mares poblados de pescadores. Intérpretes como Herbie Hancock, Wayne Shorter, Pat Metheny y George Duke han interpretado su música, a menudo a su lado, como es el caso del saxofonista Wayne Shorter, que en 1974 grabó junto a Milton, su álbum Native Dancer.
José Fernando Gomes dos Reis nació en 1963 en San Pablo, donde formó parte del legendario grupo Titás cantando y tocando el bajo.
Su carrera en solitario es de consumo interno, como suele suceder con los grandes artistas de aquel país, muchos de los cuales no consideran necesario salir de sus fronteras pues ya cuentan con suficiente trabajo en su lugar.
Son profetas en su tierra y el público de Brasil difícilmente consume otra música extranjera que no sea la estadounidense. Luego, vienen los de su país.
A Nando Reis, que fue pareja de la cantante Marisa Monte, lo descubrimos en el MTV Unplugged de la finada Cassia Eller, donde tuvo una participación memorable interpretando el tema de su autoría, “Relicario”.
Tiene varios discos en solitario y es uno de los cantautores más personales de la nueva camada.
Cuando Djavan apareció allá por los ’90 en el panorama de la música popular brasileña el impacto fue tal que Caetano Veloso escribió cantó “Océano” en uno de sus discos.
En la canción “Sina”, además, (grabada por muchos artistas, entre ellos la argentina Mercedes Sosa), Djavan, nacido en 1949 en Maceió, capital de Alagoas, inventa el verbo “caetanear”.
Más allá de este encuentro que favoreció mucho a Djavan, hoy por hoy este artista está subido al primer escalón del podio de la música popular, entre los más grandes. Visitó México a mediados del 2000.
Artista de relevancia mundial, Egberto Gismonti está considerado uno de los compositores más importantes del mundo, con más de 30 años de trayectoria en la que publicó decenas de discos para el prestigioso sello ECM.
Multiinstrumentista nacido en Carmo, Río de Janeiro, en 1947, ha grabado con Charlie Haden, Pat Metheny, Jan Garbarek, Jacques Morelenbaum, John McLaughlin y Naná Vaconcelos.
Fue solista invitado de algunas de las más importantes orquestas de música clásica del mundo, por prestigiosas Big Bands de jazz y con orquestas de jazz sinfónico.
En pocas cosas están tan de acuerdo los melómanos: Tom Zé es un genio de la música del Brasil.
“Fue el cuarto pilar del Tropicalismo, junto a Caetano, Gil y Os Mutantes. Sin embargo, a los 50 años estaba a punto de irse a trabajar a una estación de servicio en las afueras de San Pablo cuando David Byrne compró por equivocación un viejo disco suyo, creyendo que era un compilado de samba.
Hoy, a los 62, Tom Zé vive en Nueva York es un músico de culto para el mundo entero y acaba de sacar una joya llamada Fabrication Defect, donde demuestra que sigue siendo lo que siempre fue: un pensador que hace canciones”, escribió el periodista Carlos Polimeni en 1999.
Han pasado 14 años, Tom Zé vive en Brasil y es uno de los pilares que sostienen el ancho y pesado corpus de la música de su país, a fuerza de experimentación, experimentación más verdad y verdad.
Nació en Orós, Región Nordeste de Brasil, el 13 de octubre de 1949. Su voz grave, gravísima, se hizo habitual en Latinoamérica cuando grabó en español y junto a Joan Manuel Serrat el tema “La saeta”, autoría del catalán.
La canción tuvo un éxito fenomenal y aprendimos con ella a meternos en el universo melancólico y denso de un artista muy popular en su país de origen. Hermeto Pascoal le produjo el álbum Orós, que es muestra de su mejor obra. Al menos la más interesante.
En los ’90 se hizo muy conocido y estimado en Brasil por las canciones que compuso para las telenovelas más vistas en su tierra natal. Con el gran Camarón de la Isla hizo un dúo antológico cantando el clásico “Leyenda del tiempo”.
Es tribalista por convicción y de él fue la ida de juntar a sus amigos Marisa Monte y Arnaldo Antunes para llevar adelante un trío que hizo historia con un solo disco a fines de los ’90.
Carlinhos Brown, nacido en 1962 en Bahía de San Salvador, es cantante, compositor y percusionista, uno de esos artistas inconmensurables que nacen dos por tres en el mundo, inquieto como pocos y profundamente enraizado con las clases populares, de donde es originario.
Divide su tiempo entre la música, las giras internacionales y la labor benéfica en las favelas. Amigo de Fernando Trueba, fue el director español el encargado de dar a conocer la labor de Carlinhos en la favela Candeal, donde erigió una academia de música para sacar a los chicos de la droga y la violencia.
Pocos artistas gozan de la admiración unánime en su país de origen como Chico Buarque de Hollanda, una figura central en la música contemporánea brasileña y sin duda uno de los escritores más interesantes de aquel país en estos tiempos.
Llamado a menudo, sobre todo por la prensa anglosajona que necesita enmarcarlo en paradigmas que pueda reconocer fácilmente su público, “El Bob Dylan de Brasil”, el célebre cantautor deslumbró en 2011 con su novela Leche derramada.
Hombre fino, elegante, fanático del futbol, dueño de una timidez legendaria, Chico ha encauzado su creatividad a la escritura literaria, un terreno al que ingresó con fuerza, una voz propia y con la firme voluntad de permanecer.
