Los objetivos adoptados en Montreal sustituirán a los 20 objetivos de Aichi, los cuales rigieron los trabajos globales de biodiversidad de 2011 a 2020.
Esta nota fue producida como parte de la Beca 2022 CBD COP15, organizada por la Earth Journalism Network de Internews.
Montreal, Canadá, 10 de diciembre (SinEmbargo).- El miércoles pasado arrancaron en esta ciudad las negociaciones que definirán la conservación de la biodiversidad global para la década que comprende hasta 2030. En la jerga de las Naciones Unidas se le conoce como la conferencia de las partes (COP) número 15 de la Convención sobre Diversidad Biológica (CBD, por sus siglas en inglés).
La COP15 durará casi dos semanas y está programada para terminar el 19 de diciembre con la adopción del nuevo Marco Global de Biodiversidad, que contempla 22 objetivos de conservación que abarcan un abanico enorme de asuntos, desde tenencia de la tierra y protección de especies amenazadas hasta el manejo de los recursos genéticos derivados del conocimiento de la biodiversidad, pasando por el respeto efectivo a los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales.
A pesar de la importancia de la tarea, el éxito de la COP15 sigue en tela de juicio debido a dificultades internas y externas. En las primeras destaca que China, que mantiene la presidencia de la COP, pospuso la reunión en distintas ocasiones debido a su estrategia contra la COVID-19. La cumbre originalmente debió tener lugar en la ciudad china de Kunming en 2020.
A los retrasos se suma la ausencia de líderes políticos de alto nivel. Salvo la obligada presencia del Premier canadiense Justin Trudeau y del secretario general de la ONU Antonio Guterres en la inauguración, no se ha visto una participación equivalente a las COPs contra el cambio climático. En asuntos más mundanos, tampoco ayuda que los negociadores y representantes sociales deben enfrentar las temperaturas de hasta -10 grados de Montreal y maniobrar cerca de los descansos de Navidad y fin de año.
En lo externo figura el abrumador contexto poscovid, la inflación galopante, la inflación que no para, la crisis energética en Europa y otras consecuencias de la invasión rusa en Ucrania. Por si fuera poco, hasta el Mundial de futbol contribuye a distraer las vitales negociaciones por la biodiversidad.
Los objetivos adoptados en Montreal sustituirán a los 20 objetivos de Aichi, adoptados en 2010 y que rigieron los trabajos globales de biodiversidad de 2011 a 2020.
Se trata de una conversación global que involucra en más de una manera hasta a la última persona en este planeta, sin importar su nacionalidad, género, clase social, nivel educativo o credo. En los pasillos de Montreal, la biodiversidad se trata como algo tanto o más relevante que el cambio climático. O, en todo caso, como un asunto complementario en la actual crisis ambiental global.
Sin embargo, la perspectiva específica de la biodiversidad cambia según distintos factores. Por ejemplo, mientras que en Sudamérica se verá desde la perspectiva de sus economías basadas en la producción y exportación de alimentos, en las islas del Caribe se atiende más la industria pesquera y la minería submarina, mientras que para Indonesia y el Congo es más relevante lo relativo a bosques y la actividad maderera.
LOS OBJETIVOS – EL CONTENIDO DEL ACUERDO
Las palabras exactas del nuevo convenio de biodiversidad se negocian una por una hasta el último punto y la última coma, ya que el más mínimo detalle en la redacción tendrá consecuencias legales para los 196 países firmantes de la Convención sobre la Biodiversidad Biológica.
Aunque el texto cambia a cada hora, los 22 objetivos en lo general apuntan a lo siguiente:
Objetivo 1. Frenar el cambio de uso de suelo, minimizando la pérdida de los ecosistemas intactos y las zonas de alta importancia para la biodiversidad.
Objetivo 2. Asegurar que al menos 20 o 30 por ciento de áreas de gradadas, terrestres, humedales, costeras o marinas sean restauradas.
Objetivo 3. Asegurar que al menos el 30 por ciento de áreas significativas para la biodiversidad sean conservadas de manera efectiva e incluyendo a las comunidades locales.
Objetivo 4. Conservar y recuperar urgentemente a las especies amenazadas y restaurar la diversidad genética de las poblaciones salvajes.
Objetivo 5. Asegurar el uso sostenible, seguro y legal de especie silvestres.
Objetivo 6. Eliminar o reducir los impactos de especies invasoras en la biodiversidad nativa.
Objetivo 7. Reducir la contaminación a niveles no dañinos para la biodiversidad y los ecosistemas.
Objetivo 8. Minimizar el impacto del cambio climático en la biodiversidad y aumentar su resiliencia.
Objetivo 9. Asegurar que el uso sostenible de silvestres sea sostenible y provea beneficios económicos y ambientales para la gente, especialmente aquella que más depende de la biodiversidad.
Objetivo 10. Asegurar que todas las áreas dedicadas a la agricultura, acuacultura y forestaría sean manejadas sustentablemente.
Objetivo 11. Restaurar, mantener y aumentar las contribuciones de la naturaleza a la gente, incluyendo servicios ecosistémicos como aire, agua, salud del suelo, polinización y protección ante riesgos.
Objetivo 12. Aumentar significativamente el área, la calidad y los beneficios de los espacios azules y verdes en ciudades y áreas densamente pobladas.
Objetivo 13. Tomar medidas legales, políticas, administrativas en todos los niveles para la distribución justa y equitativa de los beneficios del uso de recursos genéticos y del conocimiento tradicional asociado a ellos.
Objetivo 14. Asegurar la integración de biodiversidad en las políticas, regulación, planeación, procesos de desarrollo, estrategias de erradicación de la pobreza y evaluaciones ambientales en todos los niveles de gobierno.
Objetivo 15. Tomar medidas, legales y administrativas para alentar a las empresas a transparentar sus impactos en la biodiversidad e informar a los consumidores para reducir sus impactos negativos y aumentar sus efectos positivos.
Objetivo 16. Asegurar que sea posible para la gente tomar decisiones sostenibles sobre su consumo.
Objetivo 17. Establecer, fortalecer capacidades e implementar medidas en todos los países para prevenir y controlar potenciales impactos de la biotecnología en la biodiversidad.
Objetivo 18. Identificar y eliminar los subsidios e incentivos dañinos para la biodiversidad.
Objetivo 19. Aumentar el nivel de recursos financieros disponibles de todas las fuentes para implementar las estrategias y planes nacionales de biodiversidad.
Objetivo 20. Asegurar que los mejores datos, información y conocimiento disponibles estén al alcance de los tomadores de decisiones e implementadores.
Objetivo 21. Asegurar la representación y participación plena, equitativa, inclusiva y efectiva en la toma de decisiones y el acceso a la justicia y la información relacionada con la biodiversidad por parte de pueblos indígenas y comunidades locales.
Objetivo 22. Asegurar la igualdad de género en la implementación del marco a través de un enfoque de género donde todas las mujeres y niñas tengan igualdad de oportunidades para contribuir.
¿QUÉ HAY PARA MÉXICO?
México alberga unas 200 mil especies distintas, que equivalen al 10 o 12 por ciento de la biodiversidad global. Esto lo convierte en uno de los principales países megadiversos del mundo.
Para tener una idea de lo que esto implica, en el país existen unas 500 especies relevantes para la pesca, otras 600 usadas para reforestación, cuatro mil más con propiedades medicinales registradas, además decenas de miles con potencial para desarrollar aplicaciones biotecnológicas, como medicamentos, vacunas o tratamientos.
Esta biodiversidad se traduce en alimentos, ropa, materiales de construcción, medicinas y fuentes de recreación, referentes culturales y oportunidades económicas para las y los mexicanos.
Reconociendo su biodiversidad, México tiene más de un siglo desarrollando áreas de conservación para cuidarla. Hasta la fecha ha designado 185 áreas naturales protegidas y 382 áreas destinadas voluntariamente a la conservación, lo cual cubre aproximadamente el 11 por ciento de la superficie terrestre.
Ante este escenario, cualquier discusión global sobre biodiversidad resulta obligada para México. Pero ante la variedad y profundidad de sus objetivos, el acuerdo que saldrá de Montreal se antoja fundamental para lo que ocurrirá en tierra mexicana hacia 2030.
Además de sus razones económicas, de salud o culturales para proteger la biodiversidad, México fue un promotor de la Convención sobre Diversidad Biológica y uno de sus primeros firmantes, a mediados de 1992. El Congreso ratificó la adhesión menos de un año después, a principios de 1993. Por lo tanto, en lo legal y administrativo, México está enteramente obligado a acatar lo dispuesto por la CBD.
México no es un espectador de las negociaciones, sino que históricamente ha jugado un papel protagónico como impulsor de acuerdos, particularmente a través de la experiencia acumulada en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Los negociadores mexicanos fueron claves para, por ejemplo, acordar la creación en 2012 de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés). Ese legado aun se ve en Montreal, donde científicos y diplomáticos mexicanos participan o dirigen activamente distintas mesas de negociación para sacar a tiempo el acuerdo post 2020.
El nuevo acuerdo de biodiversidad tampoco ocurre en el vacío, pues su implementación en México como en la mayor parte del mundo se deberá realizar en conjunto con estrategias globales recientemente adoptadas para atajar las crisis ambientales, entre ellas el Acuerdo de París contra el cambio climático, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Escazú.