Antonio María Calera-Grobet
10/12/2022 - 12:04 am
Tiempo presente
“Lo de hoy no eres tú, ni soy yo, y por ello no somos ninguno de nosotros”.
Lo de hoy un Dios como chango bellaco, circunspectamente establecido, que ni nos juzga o da un desaire. Lo de hoy un tofu por Chuletón, e importa sólo esto por el timo, un tufo a morlacos y no trigo. Lo de hoy algo o alguien, alguienes que calculan que los hombres sólo tiramos de dentelladas-graznidos, y de ahí que someta-domeñe la fuerza de sus mejores potros, les reblandezca su savia, a su arbitrio de mansalvas. Lo de hoy un molino que anunció la llegada del agua y, en cambio, echó a la sangre corriente sus más bellos, por melodiosos, corazones. Lo de hoy una lacra.
Lo de hoy un espectáculo de alta gama dicen, alta paga deberían decir, que a pesar de patrocinar todas las velas de este entierro, se siente con el derecho de andar diciendo esto: “Nunca dirás ardisteis”, algo así como “Dale mejor por sustantivos seguidos mordiéndose la cola, a que a fin de cuentas nadie porta ya deseo de carne, sangre de veras de rotonda”. Lo de hoy mano que predicó rendirse, mano que nos dijo se hundiría con nosotros en el lago inconmensurable de las humildades-ternuras, y en vez de ello, artera hasta hartarse, con la gubia de su mala muerte, ese rostro de niño agazapado que entre pecho y espalda aún nos quedaba, dejo seco de lecho nuestro materno, lo deslavó, sigue deslavando, miren que aún deslava. Lo de hoy: puras momias enraizadas, diablos con gingivitis y lenguas granuladas. Lo de hoy maestría en gestión de indulgencias, verbo que pobremente reverdece en sus salinas, ni bien plantado y menos danzante, departiendo, a diestra pero más siniestra, su rachaza de flatulencias. Lo de hoy un salto al vació por ni siquiera lo que fue una pipa. Lo de hoy bancarios henchidos de acné y sus charolas de ínfulas, pavadas, pifias. Lo de hoy menuda ceguera, nada por aquí, nada por allá, ni un solo rastro de la otrora dicha. Lo de hoy un rosario de salpullido, lepra, codicia. Títere tirano, con ojos de vidrio, mal pintado que, pasándose por amigo, propina de dentelladas como amo, amo de soterrar que no de amar su amo, amo el suyo de matar lo vivo desde chiquillo. Lo de hoy no nutricia nutria sino hiena llenada, no teja sino jeringa-pica, no coa sino rancio quid de postemporada. Lo de hoy: “No bailarás sobre esta pista”.
Lo de hoy un resabio, filoncito, percebita agarrada a su budismo tan rancio que te reirías. Lo de hoy una yegua falsa del Kounnelis Jannis, con todo y su letrero de “Lávese antes de alabarla, y antes de contemplarla no se atreva ni a verla”, gritadero este hoy de “Viva la vida de mentis, Mantis mentirosa, pero nada de entender la vida como un Betis manque pierda”. Pura pulpa de parley lo de hoy, juramento impuesto de que sobrevivir (nos dirían deberíamos decirnos), justo el día de hoy, iría casi siempre de casi nada. Y lo de hoy así, merecido justo por ello, por haber visto esto de sobrevivir como incombustible mandatoria. Lo de hoy perfume a Napalm No. 5, una bailarina con el nombre de culebra. Lo de hoy honguerío fúnebre, palomitas rancias, carrusel de trivias diamantinas. Lo de hoy poesía papilla. Lo de hoy nada de cuidados intensivos, nada de auroras, pero vaya sí que grescas, pulgas, cloro de bachichas o atolismo de netotas, lo más mínimo de grosellas poema. Dentaduras postizas, monos cilindreros en chamarras de cuero el poema de decir hoy. Lo de hoy, verdaderamente, una rosa que se necrosa, que se necrosa. Lo de hoy un prefecto gandul restaurado con pantomimas, barco de papel en zozobra y, en su cubierta, cubetas de bilis mojando camisetas, sus vulgares modelos desangrándose en su popa.
Lo de hoy crueldad y sorna, rebañada en salsa de Navidad sin montañas. Lo de hoy sombra. Lo de hoy un renacuajo de arriba abajo, un alambre de púas en un tubo de ensayo. Lo de hoy es aféresis y síncope y apócope, en términos reales, de lo que debiera ser, en la escala uno es a uno, un pecho abierto de poema. Pero no lo es. Porque lo de hoy es una ebria majadera, mafia hasta las manitas de su propia familia, canción del ser soez. Lo de hoy un formulario de empleo con faltas de ortografía, libro hambriento de humano apilado en tiradero. Olimpiada proverbial de lo nimio el hoy, en la que lo más alto, lo más rápido y lo más fuerte, es sepultado en su tumba de gomas de mascar. Gabardina de envidia, empuñadura de plata en la que se refleja, diáfanamente, una calavera. Lo de hoy no eres tú, ni soy yo, y por ello no somos ninguno de nosotros, con ningún clavel en la solapa de nuestros luidos trajes de etiqueta.
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