Pero los residentes dicen que en realidad no hay forma de escapar en Gaza, que lleva 16 años bajo un asfixiante bloqueo impuesto por Israel y Egipto.
Por Issam Adwan
Ciudad de Gaza, Franja de Gaza (AP).— Más de 180 mil personas abarrotan los refugios de Naciones Unidas en la Franja de Gaza mientras la aviación israelí castiga el diminuto territorio de 2.3 millones de habitantes en respuesta a un ataque sin precedentes de Hamas, el grupo armado que gobierna la región.
Entre ellos estaba Sabreen al-Attar, de 27 años. Se puso en marcha el sábado cuando oyó cómo un cohete tras otro sobrevolaba sus campos de cultivo en Beit Lahiya, justo al sur de la frontera israelí. Sabía por experiencia que las represalias israelíes serían rápidas y graves.
Al-Attar agarró a sus hijos y corrió a uno de las docenas de refugios habilitados en escuelas gestionadas por la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos en Ciudad de Gaza. Allí, las condiciones se deterioraban con el paso de las horas según se acababan el agua y la comida bajo el el estruendo de unas explosiones con una intensidad sin precedentes.
“Cuando huyo, lo hago por mis hijos”, dijo con las manos temblorosas.
The situation in the #GazaStrip and #Israel continues to escalate.
Humanitarian Coordinator @LynnHastings calls on all parties to protect civilians and uphold International Humanitarian Law.
Her statement: https://t.co/Io6bL91CAZ pic.twitter.com/Ae0i0sKLXY
— UN Humanitarian (@UNOCHA) October 10, 2023
Pero los residentes dicen que en realidad no hay forma de escapar en Gaza, que lleva 16 años bajo un asfixiante bloqueo impuesto por Israel y Egipto. Cuando estalla una guerra, como ha ocurrido en cuatro ocasiones desde que el grupo armado Hamas tomó el poder del territorio en 2007, incluso las instalaciones de Naciones Unidas que se supone son zonas seguras corren el riesgo de verse atrapadas en la violencia.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dijo que un ataque aéreo había impactado de forma directa contra uno de sus refugios el domingo y otras cinco escuelas convertidas en refugios sufrieron daños el lunes. No había información de víctimas en un primer momento.
Al-Attar esperaba estar a salvo en la zona céntrica de Rimal, el bullicioso distrito comercial de Ciudad de Gaza donde hay edificios de varios pisos que acogen a medios internacionales y organizaciones humanitarias. Hasta entonces, Rimal no había sido un objetivo israelí inmediato, a diferencia de las localidades fronterizas o los populosos campos de refugiados.
Pero conforme el ejército israelí golpeaba vecindario tras vecindario con ataques aéreos rápidos y crecientes, los intensos bombardeos llegaron al corazón de la ciudad y transformaron el acomodado barrio en un desierto inhabitable salpicado de cráteres. Rimal también sufrió impactos de ataques israelíes en la cruenta guerra de Gaza de 2021, pero no tan extensos.
Las bombas israelíes que golpearon la emblemática Universidad Islámica de Gaza, ministerios del gobierno y rascacielos de Rimal desde el lunes por la tarde también reventaron las ventanas en el refugio de Al-Attar y lo llenaron todo de cristales, explicó. La vida allí, hacinada con otras 1.600 personas, estaba marcada por el riesgo y la privación, pero que no tenía más alternativa que quedarse y les dijo a sus hijos —Mohammed, de dos años, y Nabil, de siete— que se mantuvieran alejados de las ventanas.
“La noche fue muy, muy difícil”, dijo el martes. “No tenemos otro sitio donde ir”.
Los bombardeos en Rimal y el posible riesgo de refugiarse en las escuelas de la ONU reflejaban la búsqueda desesperada entre los civiles de Gaza por buscar cobijo, conforme los espacios seguros del territorio se reducían con rapidez. En Gaza no hay refugios antiaéreos civiles. Antes de que el ejército israelí advirtiera el lunes a los civiles de que golpearía Rimal, las familias avanzaban por las calles con las pertenencias que podían cargar y sin un destino claro.
En una conferencia de prensa el martes, el teniente coronel Richard Hecht, vocero del ejército israelí, sugirió que los palestinos debían tratar de marcharse de Gaza por el paso fronterizo con Egipto, una idea aparentemente poco práctica.
Aunque los funcionarios de Hamas que operaban el lazo gazatí del paso de Rafah dijeron el martes que los gazatíes que se hubieran registrado con antelación podían cruzar a Egipto, el número de personas a las que se permite cruzar suele ser pequeño. Eso ha producido atascos y esperas de días o semanas, incluso en épocas tranquilas.
“Aquí nunca hay un plan B”, dijo Maha Hussaini, de 31 años, mientras veía a los residentes aterrorizados de Rimal inundar su vecindario, en una zona más al sur de la ciudad, justo cuando las bombas empezaban a caer también allí.
Por ahora, la cifra de víctimas en Gaza es de unos 700 muertos y miles de heridos, según autoridades de salud de Gaza, una dura respuesta al ataque del grupo armado el fin de semana que mató a unos 900 israelíes. Más de 150 civiles y soldados israelíes han sido capturados.
Israel dice que se esfuerza por evitar víctimas civiles en sus ataques a blancos de Hamas en Gaza, pero hace mucho que el ejército realiza ataques aéreos en vecindarios residenciales abarrotados, lo que de forma inevitable afecta a la población y a la infraestructura civil.
En un territorio muy urbanizado y con pocos espacios abiertos, también los milicianos de Hamas lanzan cohetes y operan desde zonas civiles, empleando a la población como escudo en ataques que atraen el fuego de represalia contra viviendas, oficinas y mezquitas.
La autoridades de Hamas reportaron el lunes la destrucción de siete mezquitas y 15 viviendas civiles en impactos que mataron a muchos miembros de la misma familia.
El Ministro israelí de Defensa también ha ordenado un “asedio total” a la Franja de Gaza, que ya estaba bloqueada, y prometió impedir la entrada de alimentos, agua y combustible al territorio.
“Ninguno de nosotros sabe lo que significa ‘seguro’ en Gaza”, dijo Hind Khoudary, de 28 años, que se cobijaba en el lujoso Hotel Roots mientras se oían explosiones ensordecedoras.
“Estas no son personas afiliadas (a milicias), son personas de clase más alta, organizaciones extranjeras y medios”, dijo de las personas que la rodeaban. “Pero en días como este, no hay ninguna diferencia”.
Los vecinos describieron un peligroso baile en torno a los intensos bombardeos israelíes: huir de casa, dormir en el apartamento de un familiar, huir de nuevo a escuelas de la ONU y volver a empezar desde el principio en un intento de encontrar una sensación de seguridad.
“Es mejor que morir”, dijo Muhammad al-Bishawi, de 37 años, que estaba exhausto y se dirigía de un refugio de la ONU en Ciudad de Gaza a su casa en Beit Lahiya para conseguir comida y otros suministros antes de regresar.
El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió el sábado a los civiles en Gaza tras el enorme ataque de Hamas sobre los horrores que estaban por venir y prometió desatar toda la fuerza del ejército israelí sobre la franja.
“Salgan de ahí ahora”, dijo a los palestinos en Gaza. “Porque actuaremos en todas partes”.
Khoudary le estaba escuchando mientras se recrudecían los ataques aéreos, atrapada en su casa sin un lugar al que correr.
“¿Por qué no nos dijo a dónde huir?”, preguntó. “Porque nos gustaría mucho saberlo”.