El Diputado perdió la vista cuando tenía 17 años. En 1992 representó a México en los Juegos Paralímpicos de Barcelona, desde entonces se ha dedicado a buscar mejores condiciones de vida para las personas con capacidades diferentes.
Por Zoilo Carrillo
México, 10 de septiembre (EFE).– Cuando Hugo Ruiz Lustre pasea por la Cámara de Diputados con su bastón guía, da la impresión de ser a un portentoso luchador de lucha libre. Su personalidad eléctrica y su carisma concuerdan con sus metas para la próxima legislatura: librar a los discapacitados de los estigmas y del trato paternalista.
“Podemos y debemos pugnar por quitarnos el estigma de dependientes sociales y cambiarlo por el de socialmente útiles”, expresa a Efe el político del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), primer Diputado en el Congreso con discapacidad visual.
Su propia historia de superación -perdió la vista a los 17 años de edad y llegó a competir en los Juegos Paralímpicos de Barcelona en 1992- le enseñó que “todo se conquista” y que su colectivo no puede pedir un trato distinto si no sale de la conformidad y se decide a reclamarlo con hechos.
“Somos merecedores ahora de un trato paternalista porque así nos han querido ver y nos hemos conformado como colectivo. Pero no podemos aspirar a un trato equitativo si no tenemos abiertos los canales que nos permitan la equidad”, argumenta.
Por ello, el político y activista de 50 años cree que es clave que su colectivo comience a contribuir al producto interno bruto (PIB) del país.
Solo así, la sociedad posará sobre ellos una mirada diferente, una mirada de igual a igual, no una que desprenda lástima o caridad.
“O entramos en la competencia y aportamos a este país o no llegaremos a otro panorama”, sentencia.
Hugo, de físico atlético, tez morena y cabeza afeitada, tiene una voz rocosa y contundente; habla rápido y mucho, se considera “un revolucionario” y su personalidad le debe mucho a los valores que le enseñó el deporte.
“La disciplina, el coraje, el no sucumbir al cansancio, el tener una voluntad férrea, un carácter, un espíritu, eso te lo la da la resistencia. Si te vences a ti mismo, no habrá quien te venza, el enemigo más fuerte eres tú mismo, y eso te lo enseña el deporte”, asegura.
Al perder la vista y no soportar el peso de su realidad, empezó a correr en las madrugadas -pues no había gente en las calles y podía oír con precisión el ruido de los coches aproximándose- con un único objetivo: agotarse para evitar pensar en el futuro.
La primera vez que corrió, acabó llorando, tendido en el suelo al sentirse desorientado y no haber podido avanzar más de 30 metros.
A pesar de eso, continuó corriendo, oyendo los insultos de la gente -“drogado, ladrón, loco”- y con el paso de los días memorizó el recorrido, lo transitaba con soltura y llegaba a hacer hasta 5 kilómetros.
Al tiempo, una de esas noches, sufrió un accidente al golpearse en la garganta con una solera y lesionarse.
Fue entonces cuando algo cambió, el accidente pareció concienciar a los vecinos, cambiando su forma de actuar con Hugo.
“La misma gente que me agredía ahora me cuidaba, pero fue importante que me vieran, que se dieran cuenta. Fue ahí donde empezó mi activismo, pensé: si quiero que me tomen en cuenta, tengo que ser visto y no nada más yo, todos. Hasta lo bello y lo feo, para darnos cuenta de que existe, tiene que mostrarse”, relata.
Después de eso, con tesón, Hugo corrió en los Juegos Paralímpicos de 1992 celebrados en Barcelona, otro episodio que marcó su vida al darse cuenta de que la discapacidad en México llevaba mucho retraso con respecto a países como España o Alemania.
Al regresar a su tierra natal, se convenció de que tenía que constituir la Federación Mexicana del Deporte para Ciegos y Débiles Visuales, de la cual fue presidente en 2006.
Aquella fue solo la primera chispa de una carrera enfocada a la lucha por los derechos de las personas con capacidades diferentes.
En 2007, constituyó el Comité Paralímpico Mexicano y, desde entonces, empezó a viajar por todo el mundo, dándose cuenta de las cosas que le hacían falta a su país, pero no solo para su colectivo, sino también en materia de trabajo, de salud y de desarrollo humano.
“La violencia en la que vive el país ha contaminado las consciencias y las conductas”, lamenta.
Estos ideales le llevaron a ser elegido por el Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, para ocuparse de los derechos de las personas con discapacidad.
Hugo confía en que, con trabajo, la realidad de muchos mexicanos, especialmente los que están en la pobreza extrema, pueda cambiar.
Además de la política, Ruiz cuenta que le gusta cocinar, las series históricas y escuchar música, especialmente la trova, pero también la rumba y “lo galáctico de Silvio Rodríguez”.
El activista termina apuntando que cree en Dios -aunque lejos de la concepción que, dice, las instituciones católicas han puesto sobre él- pero que también admira la figura científica e intelectual de Stephen Hawking.
De hecho, Hugo confiesa que, de no haber perdido la vista, le hubiera gustado ser astrónomo “para ver las estrellas”.