Mural interactivo en la frontera de México y EU narra historias de migrantes deportados

10/08/2019 - 1:40 am

Lizbeth de la Cruz Santana, que nació y fue criada en California, dirigió a un equipo de unas 15 personas que pintaron sobre lienzos de poliéster en una galería de arte de Tijuana llamada “La Casa del Túnel”, que alguna vez fue utilizada para contrabandear drogas a través de un pasadizo secreto hacia San Diego.

Por Elliot Spagat
TIJUANA, México (AP) — Lizbeth de la Cruz Santana volvió el viernes a la playa mexicana por donde su padre ingresó ilegalmente a Estados Unidos antes de que ella naciera, esta vez para darle los últimos toques a un mural sobre adultos que entraron de manera ilegal a territorio estadounidense cuando eran niños y fueron deportados.

Los visitantes que sostienen sus teléfonos ante los rostros pintados son remitidos a un sitio web que presenta narraciones en primera persona.

Hay un veterano de las fuerzas armadas estadounidenses que fue expulsado del país. Hay dos madres deportadas con niños nacidos en Estados Unidos. También está un hombre que podría haber sido elegible para el programa DACA, pero fue deportado menos de un año antes de que entrara en vigencia en 2012.

El proyecto mezcla la rica historia del muralismo mexicano con lo que en términos generales puede llamarse arte interactivo o performance en los 3 mil 126 kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos.

Durante un festival artístico en la misma playa de Tijuana en 2005, David Smith Jr., conocido como “el Hombre Bala” mostró su pasaporte, se introdujo en el barril de un cañón y fue disparado por encima del muro, cayendo en una red vigilada de cerca por agentes de la Patrulla Fronteriza.

En 2017, nadadores profesionales ingresaron al Océano Pacífico en Estados Unidos y salieron en la misma playa de México, donde un funcionario mexicano los recibió con pasaportes estampados con sellos y fueron vitoreados por niños.

El mes pasado, un artista instaló tres subibajas rosados a ambos lados de un muro que separa El Paso, Texas, de Ciudad Juárez, en México.

De la Cruz Santana, de 28 años, ideó el mural interactivo para su tesis doctoral en español en la Universidad de California, campus Davis, la cual está enfocada en la literatura y las experiencias de los inmigrantes.

En los rostros hay códigos de barras que vinculan a audios en el sitio web del proyecto. Su tesis incluirá argumentos escritos en favor de brindar prestaciones similares a las del DACA a cualquiera que ingresa a Estados Unidos siendo niño, sin ninguna de las características incluidas por Obama que incapacitan legalmente, como el tener antecedentes penales.

Lizbeth De La Cruz Santana muestra un código de barras en su teléfono celular, parte de un nuevo mural en el lado mexicano del muro fronterizo en Tijuana, México. Foto: AP.

“La tecnología es una de las mejores formas y sitios para que la gente cuente sus historias”, dijo De la Cruz, cuyos padres regularizaron su estadía gracias a la ley de amnistía del ex Presidente Ronald Reagan.

Con una subvención de 7 mil 500 dólares, De la Cruz, que nació y fue criada en California, dirigió a un equipo de unas 15 personas que pintaron sobre lienzos de poliéster en una galería de arte de Tijuana llamada “La Casa del Túnel”, que alguna vez fue utilizada para contrabandear drogas a través de un pasadizo secreto hacia San Diego. Se asoció con Mauro Carrera, un viejo amigo y muralista que vive en Fresno, California.

El proyecto también es profundamente personal para Carrera, de 32 años, que nació en México, cruzó la frontera ilegalmente cuando era un niño pequeño y obtuvo el estatus legal por medio de su padre, que recibió amnistía. Creció con amigos y vecinos que vivían ilegalmente en Estados Unidos.

Carrera dijo que el proyecto pretende “hacer visible a la gente afectada por las medidas políticas”. Los deportados pintaron cuando menos el 80% de sus propios rostros dirigidos por él.

“Siento que estoy justo en medio del asunto”, afirmó mientras otros enrollaban lienzos sobre postes de acero coronados con alambre de púas, los cuales fueron instalados después que Donald Trump se convirtió en presidente.

El año pasado, muchos centroamericanos en una larga caravana de solicitantes de asilo se dirigieron a la playa, que se encuentra colina abajo de un faro, una plaza de toros y restaurantes. El lado estadounidense de la playa suele estar vacío, excepto por agentes de la Patrulla Fronteriza en sus vehículos estacionados y algún excursionista ocasional.

A De la Cruz Santana le sorprende el ambiente animado del lado mexicano y silencioso en el estadounidense.

“Si miras a través de este muro hacia el lado estadounidense, no hay nada”, afirmó. “Quería borrar la frontera”.

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