Carlos Urzúa dejó una carta de cuatro párrafos en los que explicó los motivos que lo orillaron a tomar la decisión de renunciar a la Secretaría de Hacienda. Las causas se originaron desde esa misma dependencia y recordaron a la misiva de Germán Martínez cuando anunció su separación del cargo en el IMSS, en la que también acusó a Hacienda.
Aunque la decisión de Urzúa no llega en el mejor momento, ya que actualmente se elabora el Paquete Económico para 2020, economistas coincidieron en que es oportuno que el Presidente evalúe las causas de estas renuncias.
–Con información de Efrén Flores
Ciudad de México, 10 de julio (SinEmbargo).– En dos cartas, dos ex funcionarios públicos atribuyeron sus respectivas renuncias a la “injerencia” y a “imposiciones” de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). El 21 de mayo, Germán Martínez Cázares dejó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El día de ayer la renuncia fue la del titular de Hacienda: Carlos Urzúa Macías.
En esa carta, Urzúa Macías dijo que le resultó “inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual Gobierno con un patente conflicto de interés”.
“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que pueda tener y libre de todo extremismo, sea de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”, agregó.
A siete meses de iniciado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, son cinco los funcionarios de su círculo que han decidido abandonar sus puestos en momentos de crisis: Martínez Cázares al IMSS; Tonatiuh Guillén López, ex comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM); Simón Levy, quien era subsecretario de Turismo; Patricia Bugarín, ex subsecretaria de Seguridad y el día de ayer se sumó Urzúa Macías.
De parte de Presidencia la reacción a estas decisiones ha ido desde el silencio hasta un “cada quien es libre”, pero la renuncia de Urzúa, de acuerdo con economistas, debería obligar a López Obrador a evaluar el rumbo de la política económica y financiera y demostrar que hay un rumbo claro.
De acuerdo con Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa, dijo en entrevista que la renuncia preocupa porque refleja una mala toma de decisiones en la administración del Presidente Andrés Manuel.
“Me parece que es claro en su carta [Urzúa], diciendo que no es un tema de derecha o izquierda, sino que en cualquiera de las posturas se debe tener siempre los mejores procesos para tomar decisiones. Y él dice que esos procesos no están existiendo; se están tomando decisiones sin evidencia, sin sustento adecuado y eso es muy peligroso porque nos puede llevar a afectaciones graves y a básicamente afectar al país”, comentó.
La renuncia de funcionarios como Urzúa “es un síntoma de que no se ha creado un equipo de trabajo con espíritu de cuerpo, sino un gabinete improvisado”, dijo a SinEmbargo el doctor José Fernández Santillán, investigador nacional nivel tres del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
De acuerdo con Enrique Toussaint, aunque cada caso tiene su propia lectura, las renuncias de integrantes del gabinete de AMLO tienen que ver con las “contradicciones” en el proyecto del Presidente, que si bien tiene un discurso claro, “a la hora de llevarlo a la práctica” no funciona. Esto se debe a varios factores, mencionó la falta de articulación de diferentes ideas en su equipo de trabajo; la falta de una “relación bilateral” entre los integrantes del gabinete y el Presidente, así como la “terquedad” de López Obrador y las decisiones que pueden poner en riesgo los resultados de operadores “que prefieren dar un paso al costado antes que enfrentarse a situaciones en que puedan ser culpados por errores en las políticas públicas”.
El analista político de la Universidad de Guadalajara (UdeG) dijo que las renuncias se deben, en parte, a que Alfonso Romo Garza “no ha funcionado hasta el momento como un jefe de gabinete”, ya que más que enlazar a los secretarios con el Presidente, “ha fungido como el enlace entre el Presidente de la República y los grupos empresariales”.
Al no haber un jefe de oficina de Presidencia que funcione como “dique de contención” entre el gabinete y AMLO, se impide “que haya diálogo y que fluyan las políticas públicas”, en un entorno en que “se baja la orden directamente de la Presidencia y se opera como Dios les da a entender, sin un jefe de orquesta”.
Por un lado, Toussaint dijo que es positivo que las renuncias sean de manera pública y que los funcionarios que se van dejen un documento explicando los motivos de su renuncia. “Antes renunciaban, agradecían al Presidente e inventaban problemas personales […] pero nunca nos hablaban de los conflictos reales que existían al interior de la administración pública […] ahora a través de las renuncias, nos hemos dado cuenta de muchos errores que está cometiendo el Gobierno de López Obrador, y que si no fuera por las renuncias, no hubiéramos conocido”.
Por otra parte, dijo que la manera de gobernar de AMLO refleja terquedad. “Y la terquedad puede tener una cara positiva y una cara negativa. La cara positiva es que es un Presidente voluntarista […] que busca la forma para que sus proyectos se vuelvan realidad. La cara negativa es que no escucha y no tiene la capacidad para reunir a su gabinete y empaparse de la información necesaria”.
Coincidió Valeria Moy, economista y directora de México, ¿Cómo vamos?; dijo que la renuncia de Urzúa se dio en “un momento delicado por la elaboración del Paquete Económico de 2020 […] y se nota que dentro del Gobierno hay un desastre, una imposición de figuras para hacer lo que el Presidente diga lo que quiere hacer, entonces son figuras que van a cumplir con sus palabras, independientemente de si son viables o no, tengan sentido o no. El ex secretario Urzúa, siendo una persona comprometida con los equilibrios macroeconómicos y con la disciplina fiscal, simplemente ya no pudo sostenerse ahí”, comentó.
Desde su perspectiva, el Presidente no aceptará errores “y este tipo de cosas evidencian que no escucha a nadie y aunque los escuche, al final del día se hace lo que él quiere. Es buen momento de retomar el rumbo porque los datos no están bien. Es importante que recapaciten. Es mucho más seria esta renuncia que las otras que se han dado, las otras son importantes, pero esta trasciende fronteras porque tiene que ver con la confianza y la visión de país que se tiene, por lo que no contribuye en nada. Hacienda está ejecutando lo que quiere el Presidente cuando tendría que ver por la estabilidad macroeconómica y las finanzas del país”, añadió.
Sobre esto mismo, Mariana Campos señaló que el problema de fondo son los presidentes que no dejan operar a Hacienda y por lo tanto excede sus facultades.
“Es urgente que se profesionalice el servicio de Hacienda. Es una manera de limitar el poder de los presidentes y la injerencia política en la Secretaría que se ha venido dando desde que aumentó la competencia electoral en México en el año 2000. Ya no tenemos a esa SHCP donde se toman decisiones basadas en evidencia. Con la competencia electoral, la agenda política de los presidentes afecta el trabajo de los secretarios de Hacienda”, señaló.
Agregó que algunos secretarios lo han denunciado, otros han sido comparsas en esas malas decisiones y al parecer Urzúa, en un acto de congruencia, dijo “yo no me presto”.
EL PODER DE ANDRÉS MANUEL
Por otro lado, la renuncia también despertó otras percepciones. Juan Luis Hernández Avendaño, director de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana, dijo que el Gobierno de AMLO está fundado en un “hiperliderazgo” y como tal, está basado en “una fuerte concentración de decisiones en la figura del Presidente. […] Es un liderazgo que tiene pocas contenciones institucionales o estructurales y, en este caso en particular, es un estilo de liderar “disruptivo” con “un gabinete que trata con un gobierno bastante unipersonal. Es el mismo estilo de [Donald] Trump y de [Vladimir] Putin”.
Agregó que la manera de gobernar de AMLO genera “distanciamientos” con su equipo operativo, lo que podría mermar la consecución de los proyectos de la 4T. Avendaño advirtió que López Obrador “tendrá que valorar la manera en que construye las relaciones con su gabinete”, haciendo una balanza entre la fuerza de su liderazgo y las medidas estratégicas para sacar a flote su proyecto político.
“Andrés Manuel López Obrador habla de un cambio de régimen, pero todo cambio de régimen implica que haya un líder y una clase política. […] En el caso de López Obrador […] no hay clase política. Es una estructura personal y caudillesca que además –según la carta de Urzúa– está dando palos de ciego”, dijo Santillán al respecto.
Agregó que esta administración tiene características de un “sistema patrimonial” de Gobierno, “en donde los gobernantes toman a las instituciones y bienes públicos como propiedad privada”. En este caso, con cambios unilaterales y designaciones por “influyentismo” –como acusó Urzúa– que son prácticas contrarias a lo que López Obrador prometió en un principio, además de suponer “una degradación y regresión política terrible, porque la democracia requiere de institucionalidad”.
La renuncia de Urzúa se debió al “influyentismo” y a la falta de un proyecto claro por parte del nuevo Gobierno, que “sepultó verbalmente al neoliberalismo” sin que éste dejara de prevalecer y sin que hubiera una estrategia o un modelo real para sustituirlo. A ello se suman las presiones por las malas condiciones económicas nacionales, en un entorno en que “no hay política económica”, en que falta “un equipo bien coordinado” y en que “el gabinete es una cuna de lobos”.
Sobre este último punto, Santillán refirió que “hay gente influyente del gabinete”, con nombre y apellido, que está metiendo a personas que no saben lo que hacen. Entre ellos destacó a la Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro Sánchez (señalada de retener los recursos públicos); y al Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, (quien tiene “viejas rencillas” con Urzúa y quien busca controlar secretarías como la de Hacienda).