Pedro Mellado Rodríguez
10/06/2023 - 12:05 am
En 2024, PAN-PRI y PRD sumarán sus miserias
De seguir juntos en la coalición electoral “Va por México”, el PRI y el PRD aportarán muy poco. Desde el fondo del abismo, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido por el alias de “Alito”, ha cumplido muy eficazmente su papel de sepulturero del tricolor.
No hay futuro feliz para la oposición en México. Es de reconocerse su entusiasmo, más fingido que real, en la certeza de que podría ser competitiva en los comicios del 2024. Sin embargo, todos los indicadores, después de las elecciones del domingo 4 de junio, cuando el PRI y sus aliados perdieron la gubernatura del Estado de México, anticipan una derrota aplastante en la contienda por la Presidencia de la República.
Incluso, para mayores desgracias de la oposición y de la oligarquía a la que representa, el triunfo de Morena y sus aliados en el 2024 podría llevar implícita la posibilidad de que lograran la mayoría calificada en las cámaras de diputados y senadores, para promover y aprobar importantes reformas constitucionales que consoliden y profundicen el proyecto de la llamada Cuarta Transformación.
Para empezar, la primera cuenta que habría que hacer es que el empobrecimiento electoral del PRI no sólo representa la pérdida de la entidad con más habitantes y más votos potenciales, también significa que el partido tricolor se quedó huérfano del presupuesto de egresos más robusto y jugoso de las 32 entidades de la República, que de manera soterrada le permitía apoyar económicamente a muchos de los comités directivos estatales tricolores en diferentes estados del país.
Habría que recordar que la precariedad financiera del tricolor y su debilitamiento como fuerza política territorial se deriva de que sólo gobierna dos entidades: Durango y Coahuila, que conserva gracias una invaluable ayuda electoral de sus amigos panistas y perredistas.
Antes de 4 de junio el PRI tenía influencia y presencia territorial en tres entidades que sumaban casi 22 millones de habitantes y poco más de 16 millones de votantes potenciales. Después de perder el Estado de México, el PRI sólo gobernará dos estados norteños que aglutinan una población cercana a los 5 millones de habitantes y tendrá influencia electoral en poco menos de cuatro millones de potenciales votantes. La presencia territorial y la influencia electoral del PRI se redujo de alrededor del 17 por ciento de todo el país, a poco más de 3 por ciento.
Al perder el Estado de México el PRI también dirá adiós al presupuesto estatal más grande de la República, que en 2023 representa 356 mil millones de pesos. Muy por encima del presupuesto de la Ciudad de México que gastará este año 248 mil millones de pesos y distante del presupuesto de Jalisco, la tercera entidad federativa financieramente más fuerte, que en el actual calendario dispone de 158 mil millones de pesos.
En condiciones tan precarias, poco es lo que el PRI aportará a la coalición opositora, pues fue desplazado del tercer lugar nacional como fuerza política electoral por el partido Movimiento Ciudadano, que al gobernar Jalisco y Nuevo León, tiene influencia territorial y electoral sobre 14 millones de habitantes y casi 11 millones de votantes potenciales.
El PAN, principal socio político electoral del tricolor no está en una posición muy favorable pues apenas gobierna cinco entidades, Guanajuato, Chihuahua, Querétaro, Yucatán y Aguascalientes, que le permiten influencia territorial y electoral sobre 15 millones y medio de habitantes y poco más de 12 millones de potenciales votantes.
Hay otros datos que deben preocupar a la alianza opositora, que en conjunto apenas suma los gobiernos de siete estados, frente a las 21 entidades que de manera directa administra Morena, a las que habría que sumar otras dos de sus aliados: Morelos, que está en manos de Encuentro Social y San Luis Potosí, en donde triunfó la coalición de Partido Verde y Partido del Trabajo.
Pero si todos estos datos no significaran un mal augurio para la coalición “Va por México”, habría que tomar en cuenta otro detalle relevante: en México hay once estados que son clave para ganar la elección presidencial, pues sus listas nominales de electores potenciales superan los 3 millones de votos, de los cuales ocho están en manos de Morena, dos administrados por Movimiento Ciudadano y uno por el PAN.
La entidad más fuerte del país, Estado de México, con sus más de 12.6 millones de votos potenciales y el segundo estado más poderoso de la República, la Ciudad de México, con sus casi 8 millones de sufragantes, están en manos de Morena, junto con Veracruz, Puebla, Chiapas, Michoacán, Baja California y Oaxaca.
Entre esos 11 estados más poderos del país por su población y potenciales votantes, Movimiento Ciudadano tiene los gobiernos de Jalisco y Nuevo León, mientras que el PAN únicamente tiene Guanajuato. Por cierto, las gubernaturas de Jalisco y Guanajuato también estarán en juego el domingo 2 de junio del 2024.
Esta superioridad, de presencia de Gobierno, territorial e influencia electoral, en 23 estados del país, pone a Morena y a sus aliados en una posición privilegiada para ganar la Presidencia de la República en 2024. Y, además, les ofrece la oportunidad de obtener la supremacía en la disputa de las 300 diputaciones de Mayoría Relativa y las 200 de Representación Proporcional que se repartirán en las cinco circunscripciones electorales en las que está dividido el país.
Ustedes saben que, en cada una de las cinco circunscripciones electorales, o regiones electorales, en las que está dividido el país, se reparten 40 diputados de representación proporcional, tomando como base los porcentajes de votación que obtenga cada partido político.
Pues bien, tres de esas cinco regiones electorales están dominadas, en forma aplastante, por Morena, que podría obtener la mayoría de las curules en disputa; en otra circunscripción Morena podría aspirar a la mitad de las diputaciones plurinominales y en la restante, quizá sólo podría llevarse un tercio de los legisladores de representación proporcional.
En la Primera Circunscripción Electoral Morena gobierna en cinco de 9 estados: Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa y Sonora. En esta región el PAN administra Chihuahua; el PRI, Durango, y Movimiento Ciudadano, Jalisco. Aquí Morena y sus aliados podrían aspirar a un tercio de las 40 diputaciones plurinominales en juego.
En la Segunda Circunscripción Electoral Morena y sus aliados sólo gobiernan 3 de 8 estados: Tamaulipas, Zacatecas y San Luis Potosí. El PAN administra otros 3: Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro. El PRI sólo tiene Coahuila y Movimiento Ciudadano, Nuevo León. Las entidades más fuertes, electoralmente hablando, en esta región, son Guanajuato, con más de 6 millones de votantes potenciales y Nuevo León con 5.7 millones de sufragantes. En esta segunda región electoral Morena y sus aliados podrían aspirar a ganar un tercio de las 40 diputaciones de representación proporcional.
En la Tercera Circunscripción electoral, Morena gobierna seis de siete estados: Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco y Veracruz. Y el PAN administra Yucatán. Sin duda, la parte mayor de las 40 diputaciones plurinominales serán para Morena y sus aliados.
En la Cuarta Circunscripción electoral la presencia de Morena y sus aliados es aplastante, pues gobierna 5 de 5 estados: Ciudad de México, Guerrero, Morelos, Puebla y Tlaxcala. En esta región Morena también se quedará con la mayoría de las 40 diputaciones plurinominales.
El panorama en la Quinta Circunscripción es igual, pues Morena gobierna 4 de 4 estados: Colima, Hidalgo, Estado de México y Michoacán. Morena también se llevará la mayoría de las diputaciones de Representación Proporcional y con su resto en el Estado de México, el PRI podrá consolarse con algunas diputaciones plurinominales.
Ningún partido, en forma individual, puede sumar más de 300 diputados, aún combinando legisladores de Mayoría Relativa y de Representación Proporcional. Los legisladores que Morena requiera para lograr la mayoría calificada (334 en la cámara de diputados y 86 en la cámara de senadores), los colocará al amparo de los membretes del Partido del Trabajo y del Partido Verde.
De seguir juntos en la coalición electoral “Va por México”, el PRI y el PRD aportarán muy poco. Desde el fondo del abismo, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido por el alias de “Alito”, ha cumplido muy eficazmente su papel de sepulturero del tricolor. Entre 2021 y 2023 llevó a su partido e la derrota en la disputa de 11 gubernaturas: Guerrero, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Tlaxcala, Campeche, Colima, Oaxaca, Hidalgo, Estado de México y San Luis Potosí.
Finalmente, PAN, PRI y PRD sumarán sus miserias, que podrían profundizarse en la contienda presidencial del 2024, en la que no habrá un final feliz para sus dirigentes “Alito”, Marko Cortés y Jesús Zambrano, ni para sus respectivos partidos. Claro que, al administrar la derrota, los actuales dirigentes de PAN, PRI y PRD tendrán el consuelo de repartirse las migajas del pastel. Y lo harán gozosos.
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