La marcha fue encabezada por integrantes del Comité 68 ProLibertades Democráticas, estudiantes el IPN y de la UNAM, maestros de la CNTE, así como los estudiantes de Ayotzinapa y organizaciones civiles.
Por Juan Manuel Ramírez G.
Ciudad de México, 10 junio (EFE).- Unas tres mil personas, entre estudiantes, maestros y organizaciones sociales, marcharon este jueves en la Ciudad de México para conmemorar el aniversario 50 de la matanza de estudiantes del 10 de junio de 1971, denominada el “Halconazo”. Durante la marcha, el Comité 68 instaló un antimonumento en la calle de Juárez esquina con Balderas, muy cerca del Palacio de Bellas Artes.
La movilización comenzó a las 16:00 hora local (21:00 GMT) cerca del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde ocurrió la masacre, y terminó en el Zócalo de la capital mexicana con la celebración de un mitin.
La marcha fue encabezada por integrantes del Comité 68 ProLibertades Democráticas, estudiantes el IPN y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), así como los estudiantes de Ayotzinapa y organizaciones civiles.
“El pueblo en pie de lucha ¡Justicia ya!”, se leía en la pancarta que encabezó la manifestación, mientras que algunas de las consignas fueron: “¡10 de junio no se olvida!”, “Nunca más otro halconazo”, “¡Castigo a los culpables!”, “Porque hay memoria, exigimos justicia”, entre otras.
Por la mañana, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció “una sincera disculpa, un sincero perdón” a las víctimas de la masacre de Corpus Christi.
“A 50 años del Halconazo y la represión (quiero) ofrecer, en mi carácter de representante del Estado mexicano, una sincera disculpa, un sincero perdón (a las víctimas)”, dijo el mandatario durante su conferencia de prensa matutina desde Palacio Nacional.
Tras la disculpa del mandatario, un grupo del Comité 68 protestó afuera de la casa del expresidente Luis Echeverría (1970-1976), de 99 años, señalado como principal responsable.
En la residencia realizaron pintadas y pegaron carteles con la imagen del mandatario y la frase “¡Echeverria genocida!”.
AMBIENTE CONFUSO
Casi tres años después de la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, los estudiantes mexicanos salieron a las calles para continuar con sus luchas sociales, pero lo hicieron en un ambiente confuso y de división que el Gobierno aprovechó para reprimirlos, dijo a Efe un sobreviviente de la masacre.
Aquel día los estudiantes del IPN y la UNAM apoyaron la huelga de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y exigieron la democratización de la enseñanza, libertad política y el fin de la represión, entre otras demandas.
“Entre los estudiantes había una discusión inducida por el Gobierno y bajo ese ambiente las valoraciones sobre los riesgos represivos eran también muy diversos”, contó Alejandro Álvarez Béjar, miembro del Comité 68 ProLibertades Democráticas.
Recordó que en las asambleas unos veían que el Gobierno los iba a querer “derrotar políticamente con la apertura” y otros decían que era “una maniobra para encerrarlos y golpearlos”.
En el caso del 10 de junio, para el también académico de la Facultad de Economía, “el panorama era un poco confuso y el Gobierno aprovechó esta situación. Seguían muy presentes los riesgos represivos, porque éstos no habían desaparecido”.
En la semanas previas a la marcha, al interior de facultades la UNAM hubo fuertes conflictos que fueron “controlados” por grupos “porriles” (de choque), “lo que indicaba que no todo era democracia y convencimiento, sino que había una mano dura muy presente”.
LA MARCHA
A pesar de esas señales “no había una expectativa de violencia como la que se desató”, dijo Álvarez Béjar.
Aunque sabían que podría venir la represión nunca imaginaron que habría un grupo paramilitar armado.
Recordó que en agosto de 1970 marcharon en solidaridad con los trabajadores de una fábrica textil y por primera vez “aparecieron los ‘Halcones’ quienes nos atacaron con kendos (sables de madera) y disolvieron la manifestación”.
Casi un año después, el 10 de junio de 1971, la marcha estudiantil que pretendía llegar al Zócalo capitalino fue reprimida, lo que dejó cuando menos 22 muertos, según cifras oficiales.
Aunque la movilización era custodiada por policías antimotines, detrás de ellos aparecieron los “Halcones”, quienes “partieron la protesta porque fuimos atacados por frente y por los costados”.
La manifestación que fue reconstruida con gran verosimilitud en la película Roma (2018) del mexicano Alfonso Cuarón, quien por el filme recibió el Óscar a mejor director y película extranjera.
El mexicano utilizó a cientos de extras que revivieron los acontecimientos en la popular Calzada México-Tacuba, donde ocurrió la masacre, punto clave en la película.
“Las novedades de esa represión fueron el uso de armas por parte por los ‘Halcones’ y el ataque contra los medios de comunicación, para silenciarlos, objetivo que no consiguieron ya que tras los hechos “aparecieron y fueron publicados una cantidad enorme de testimonios de la violencia”, comentó Álvarez Béjar.
“Si nosotros no atajamos estos excesos de la autoridad no vamos a estar nunca en paz. Sabemos que son crímenes de lesa humanidad y no prescriben por lo que seguimos exigiendo castigo a los culpables del 2 de octubre y del 10 de junio y a los responsables de la guerra sucia”, dijo el académico.
LA MASACRE
La manifestación pacífica del 10 de junio de 1971 terminó en masacre por la irrupción del grupo paramilitar “Los Halcones”, que abrió fuego para reprimir a los estudiantes.
Diversas organizaciones han señalado que cuando menos hubo un centenar de muertos, decenas de desaparecidos y cientos de heridos, ya que la marcha convocó a unos 10.000 estudiantes.
A esa matanza se considera uno de los episodios más violentos de la “guerra sucia” del Gobierno mexicano contra movimientos de oposición política y armada entre fines de los años sesenta y principios de los ochenta del siglo pasado.