Julieta Cardona
10/06/2017 - 12:04 am
La cita
pero antes de que todo eso suceda, mi amor, tengo que hacer dos cosas: preguntarte cómo te llamas y luego invitarte a salir.
no sabrás cómo deshacerte de mí porque me amarás a los nueve vientos, te despertarás de pronto a plena mitad del segundo sueño sintiendo que vas en un caballo ciego a galope. yo te diré “qué importa, mi amor, como quiera vamos a caer”.
nos reiremos, tú me harás reír más de lo que yo a ti; nos abrazaremos en las noches, excepto en el verano, bueno, uno que otro día nos entrelazaremos los pies, “es el calor”, me dirás y yo te contestaré “es el calor” y después de unos tres besos no nos tocaremos porque no seremos de las que duermen sudadas y revueltas; diles, mi amor, que a pesar de tanto calor nunca nos dimos la espalda.
me enseñarás tus placeres y tus antojos: “verás, soy sencilla, me gusta el vino blanco, el amor exótico y los cacahuates tatemados”. y yo te diré que me quedo con el calor de la tierra y una cerveza barata. pero no serás simplona ni mentirosa, solo olvidadiza; pasarás por alto compromisos vanos y otros no tanto y yo te diré “nada, cielo, no pasa nada” pero en silencio lloraré al filo de tus pies calientes porque eso sí, siempre lloramos a escondidas.
vamos a pelearnos de mentiras en la cama, hacer como que discutimos de mentiras en la cama, aventarnos las sábanas, despeluchar las almohadas, empujarnos ahí encima, hacer trizas el colchón, y a besarnos largo, tendido y sin control, siempre sin control.
y como mi madre trabaja en una joyería, le pediré que me ayude a hacer el anillo que será nuestro símbolo; será de plata o de oro blanco, precioso, se me ocurre con una piedra que no me sé el nombre, pero verdosa, mística y limpia, es más, la pondrás tantas veces a contraluz que verás los pedazos de nuestra historia torpe y apasionada.
y nos mudaremos de miedos, ¿eso hacen los enamorados, no? hacer sus miedos a un lado y combatir los del otro hasta que se reprochan tonterías como “yo por ti dejé todo”. y tú y yo nos gritaremos esas tonterías y otras más tontas. diremos que tenemos mucho en común, y sí, pero, bueno, no tanto. lo sabremos desde un principio aunque nos preguntemos la una a la otra si estamos entendiéndonos y ninguna sepa un carajo.
y con todo, nos iremos a vivir juntas, seremos la pareja normal que hace barbicue, cenas a media semana y come pan con mantequilla; de verdad la pasaremos bonito. le agradarás a mis amigos, “¡y además de todo, qué buenamoza!”, me dirán. y a ti los tuyos te preguntarán que de dónde sacaste a tremenda cabeza hueca y nos les contarás cómo nos conocimos porque es el único secreto que nos guardaremos.
y tendremos un final desastroso, escandaloso, digno de dos idiotas que se enamoraron sin pensar, de dos amantes que se hicieron hartos nudos en las piernas y se fueron de hocico cuando todo acabó. siempre lo supiste, mi amor, desde tu primera madrugada interrumpida.
no sabrás qué hacer con la joya, estarás pensando un par de días si regresármela o empeñarla o aventarla a las aguas negras o intercambiarla por un par de dulces con los niños que andan de un lado a otro vendiendo en las calles, pero resolverás ninguna de las cuatro cosas sino conservarla porque al final de todo no lo hicimos mal. y la pondrás a contraluz de vez en vez cuando te acuerdes de mí sin dolor y te vendrá una sarta de memorias ya viejas pero hermosas.
pero antes de que todo eso suceda, mi amor, tengo que hacer dos cosas: preguntarte cómo te llamas y luego invitarte a salir.
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