Author image

Gustavo Sosa Núñez

10/05/2020 - 12:02 am

Calidad del aire y el futuro después del virus

El actual contexto ocasionado por la pandemia del coronavirus ha permitido que la humanidad se cuestione sobre el camino a seguir. Los esfuerzos de los distintos gobiernos nacionales y la gran mayoría de los actores no gubernamentales se enfocan en el regreso al status quo existente previo al confinamiento de la población. Ése que busca […]

“La situación atípica en la que nos encontramos por el coronavirus y la posible crisis económica incita a revalorar y replantear lo que se ha realizado en administraciones anteriores…” Foto: Pedro Anza, Cuartoscuro

El actual contexto ocasionado por la pandemia del coronavirus ha permitido que la humanidad se cuestione sobre el camino a seguir. Los esfuerzos de los distintos gobiernos nacionales y la gran mayoría de los actores no gubernamentales se enfocan en el regreso al status quo existente previo al confinamiento de la población. Ése que busca el crecimiento económico constante e incesantemente, el que usa a la naturaleza como insumo que pareciera inagotable, y que ha fomentado (consciente o inconscientemente) la injusticia social y ambiental. Por otra parte, están quienes abogan por aprovechar la coyuntura actual, resetear la economía y, así, cambiar el rumbo de la humanidad hacia un camino en el cual nos consideremos como parte de un gran ecosistema, y no por encima de él.

Si lo primero se da, hay políticas y trabajos que pueden permitir un relanzamiento de la protección y mejora medio ambiental. Si lo segundo ha de suceder, no implica iniciar de cero y que todas las estructuras políticas e institucionales deban ser eliminadas. Existen planteamientos que proponen una postura integral del accionar humano para convivir y cuidar nuestro entorno. Esto sucede en diferentes latitudes y México no es la excepción. La Estrategia Nacional de Calidad del Aire (ENCA) puede servir para estos propósitos, pues reducir y contrarrestar la polución atmosférica pasa por una diversidad de variables a considerar que van más allá de la medición de contaminantes, el racionamiento del uso del vehículo automotor, y la concientización de la población.

Con las mejoras y adecuaciones necesarias, incluyendo un programa especial cuya implementación sea rigurosa, esta estrategia de planeación puede orientar y coordinar “acciones entre diferentes instancias gubernamentales para controlar, mitigar y prevenir la emisión y concentración de contaminantes en la atmósfera en ambientes rurales y urbanos” (Gobierno de la República, 2017). La proyección es al año 2030, como lo es buena parte de la agenda internacional para el desarrollo sostenible, pero bien puede extenderse si es que sus frutos son redituables en términos sociales, ambientales, económicos y, evidentemente, de salud.

La ENCA propone:

  • Transitar hacia procesos productivos amigables con el medio ambiente hacia el uso de energías limpias y renovables.
  • Migrar hacia procesos de combustión más eficientes en espacios cerrados.
  • Reducir el uso de químicos tóxicos en zonas agrícolas.
  • Mejorar las prácticas agropecuarias.
  • Contar con industrias y un parque vehicular que apliquen nuevas tecnologías para mitigar la emisión de contaminantes a la atmósfera.
  • Atender los daños a la biodiversidad de los ecosistemas provocados por la contaminación atmosférica.
  • Impulsar un ordenamiento integral y sustentable del territorio.
  • Reorientar las prioridades de la planeación urbana.

Estas propuestas de actividades reflejan la transversalidad del tema, pero por la plétora de objetivos propuestos, la ENCA no identifica responsables de la realización de líneas de acción; lo que en consecuencia reduce el impacto que esta estrategia pudiera tener. Se indica que la ENCA debe ser prioridad, pero no para quién. Al contrario, la ENCA diluye responsabilidad, al señalar que la meta es el resultado de la construcción de la visión y el conjunto de acciones compartidas entre diversos actores que inciden en la contaminación del aire.

Con este contexto, la ENCA es un llamado que el gobierno federal se hace a sí mismo para encaminar esfuerzos a mejorar el aire. Es realista en sus planteamientos, y será importante dar seguimiento a sus propuestas, que sugieren un cambio profundo del proceder cotidiano de todos, sin distinción.

No obstante, es importante considerar el contexto que caracteriza a la política mexicana. El país se reinventa cada sexenio y la ENCA se presentó durante la administración anterior, lo que implica que probablemente no sea considerada en estos tiempos para avanzar en la agenda ambiental. Aun con esto, la situación atípica en la que nos encontramos por el coronavirus y la posible crisis económica incita a revalorar y replantear lo que se ha realizado en administraciones anteriores y que puede asistir a la consecución de objetivos medio ambientales en el futuro posterior al coronavirus. El siguiente paso en esta dirección debe ser la formulación y subsecuente implementación de un Programa Especial de Calidad del Aire, como es sugerido por la ENCA.

 

Gustavo Sosa Núñez
Doctor en Ciencia Política por la Universidad de East Anglia, en Norwich, Reino Unido. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Nivel 1. Sus intereses de Investigación incluyen el análisis de políticas​ públicas ambientales, sus resultados y procesos de convergencia a nivel regional. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @gssosan / @institutomora

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video