Los padecimientos del corazón, los derrames cerebrales, la diabetes, los tumores y, en general, las afecciones derivadas de un estilo de vida sedentario y una alimentación insalubre, crecen como epidemia en todo el mundo. Lejos quedaron los tiempos en que las infecciones mataban a sus pobladores, para permitir que las enfermedades no transmisibles sean hoy las que más muertes generan en la población mundial.
Estados Unidos, el país más desarrollado del mundo, productor y consumidor por excelencia, tenía hasta 2013 alrededor de 78 millones de adultos y más de 12 millones de niños con obesidad. Las naciones en desarrollo se inundaron de productos “chatarra” y franquicias estadounidenses de comida rápida, por lo que, también en ese mismo año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura nombró a México como el país con el mayor número de habitantes por encima de su peso normal, con casi 33 por ciento de su población obesa y cerca del 70 por ciento con sobrepeso.
Estudios recientes han confirmado que el libre comercio con Estados Unidos y la adopción de su cultura y costumbres favorecen la tendencia de los mexicanos al aumento de peso y el desarrollo de enfermedades como la diabetes. Algunos expertos sostienen que es la “americanización” la que está engordando y, como consecuencia, matando a la sociedad mexicana.
Ciudad de México 10 de abril (SinEmbargo).– Los culpables son siempre los mismos: una vida sedentaria y una alimentación basada en comida procesada rica en azúcares, grasas saturadas y sal. La paulatina sustitución de las dietas tradicionales por aquellas facilitadas por las grandes corporaciones a bajos precios y grandes cantidades, gracias a tratados entre gobiernos para favorecer el comercio internacional, ha llevado a un lento pero constante ambiente obesogénico globalizado en el que la peor parte la llevan las naciones en desarrollo como México.
“Las compañías de comida chatarra están inundando países pobres con alimentos baratos e insalubres. Y las consecuencias son devastadoras”, se puede leer en un artículo publicado recientemente por el diario británico The Guardian, titulado “El hemisferio sur puede culpar al libre comercio de su epidemia de diabetes y obesidad”.
Pese a que mucha de la gente en los territorios debajo de la Unión Americana continúa produciendo, vendiendo y consumiendo sus propios alimentos de manera local –más sanos y que sostienen a un sinnúmero de familias– las corporaciones se están “infiltrando, inundando y tomando el control de los canales tradicionales de distribución de alimentos de todo el mundo, y reemplazando la comida local con chatarra, a menudo con el apoyo directo de los gobiernos”, publicó el diario.
El caso de México es uno de los más visibles. Un estudio realizado en 2012 por el Instituto de Políticas de Agricultura y Comercio (IATP, por sus siglas en inglés), relaciona directamente el repunte en la obesidad y sobrepeso durante el último cuarto de siglo en México, con la aplicación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado con Estados Unidos y Canadá, a lo que se llamó una “exportación de la obesidad”.
“Mientras la naturaleza de la agricultura mexicana cambió dramáticamente, también lo hicieron los patrones de consumo. Las dietas mexicanas cambiaron de comida básica tradicional a otra muy alta en energía, procesada y de origen animal que tiende a ser más alta en grasas y azúcares añadidos. De hecho, de 1988 a 1999, el periodo en que el TLCAN estaba siendo negociado, firmado y puesto en acción, el promedio diario de energía obtenido de la grasa en México incrementó de 23.5 por ciento a 30.3 por ciento”, según una investigación publicada en la Revista de Salud Ocupacional y Ambiental.
A raíz de ello, las exportaciones de maíz, soya, azúcar, botanas, y productos de carne crecieron exponencialmente en las últimas décadas, también favoreciendo la entrada de cadenas comerciales y de suministro de este mismo tipo de alimentos, haciendo que su bajo costo y fácil acceso llegara a niños y adultos. “Los mexicanos, tanto ricos como pobres, y de diversas regiones geográficas, consumen más grasas y azúcares añadidos de los bocadillos, refrescos y productos lácteos y cárnicos procesados. Su salud está sufriendo en el proceso”, concluye dicho reporte.
En días pasados, el Centro para la Investigación de la Globalización, una organización independiente con base en Canadá, difundió su estudio “Libre Comercio y la Epidemia de la Comida Basura en México”, en el que reafirma esta idea y añade que ahora Mexico es uno de los diez mayores productores de alimentos procesados en el mundo, cobijando grandes corporaciones transnacionales como PepsiCo, Nestlé, Unilever y Danone, al ampliar sus operaciones de manera importante. “Estas empresas están haciendo mucho dinero”, advierte el documento.
La doctora Ana Bertha Pérez Lizaur, directora del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana plantea a SinEmbargo: “Es un hecho, desde el TLCAN fue que entraron empresas muy grandes, tanto para la comercialización de los productos que traen de allá a precios económicos, como el intercambio de jarabe de maíz alto en fructuosa que es muy dulce y las refresqueras lo han utilizado para endulzar los refrescos mexicanos […] al entrar el TLCAN a México, aumenta también el sobrepeso y la obesidad y por tanto la diabetes”.
De acuerdo con el análisis, una de las razones por las que las grandes corporaciones de alimentos son tan seguras de su capacidad para aumentar las ventas a pesar del nuevo impuesto, es el alto nivel de control que ejercen sobre la distribución de alimentos, el que adquirieron luego de la entrada de México al libre mercado.
El documento expone que con el TLCAN los supermercados y tiendas de conveniencia pasaron de 700 en 1997 a más de 5 mil 730 en el año 2004.
“Estas tiendas han demostrado ser fundamentales para la ‘difusión’ de la comida chatarra; ellos son el medio por el cual las transnacionales y empresas nacionales de alimentos venden y promocionan sus alimentos a las poblaciones más pobres en las ciudades y pequeñas comunidades “, dijo Corinna Hawkes, autora del estudio, en 2006. De hecho, según la investigadora Coca-Coca y PepsiCo registran el 90 por ciento de sus ventas en este tipo de establecimientos.
LA DIABETES Y EL AMERICAN WAY OF LIFE
A finales del mes de marzo el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad del Norte de Texas publicó una investigación en la que encontraron que los niños mexicano-estadounidenses que viven en Estados Unidos y adoptan con mayor énfasis la cultura de aquel país, tienen una tendencia más grande a desarrollar diabetes, que aquellos que se apegan más a sus raíces mexicanas.
Para llegar a este resultado analizaron a 144 niños de origen mexicanos, de 10 a 14 años, habitantes del norte de Texas, a quienes midieron la glucosa, presión arterial, proporciones corporales y buscaron la evidencia de acantosis nigricans, una afección cutánea que generalmente se presenta en personas que están en riesgo de diabetes relacionada con la obesidad.
Paralelamente, el equipo encabezado por la doctora Kimberly Fulda, evaluó qué tan integrados estaban a la cultura estadounidense al observar si hablaban, escribían y leían mayormente inglés o español, qué tipo de programas de televisión o películas preferían, si tenían más amigos hispanos o nativos, con lo que pudieron ver que los más adaptados al estilo de vida estadounidense, aumentaban hasta un 43 por ciento su propensión a la diabetes.
Aunque el estudio sólo encontró una relación y no una causalidad, Fulda dijo en un comunicado de la Universidad que deben investigarse factores como el consumo de comida rápida, comportamiento sedentario, nivel socioeconómico, así como la educación y aculturación de sus padres.
Por su parte, la doctora Pérez Lizaur, explica en entrevista que “igual que adoptan la cultura del lenguaje al ir a las escuelas, adoptan también la cultura de la alimentación, entonces, en Estados Unidos les pasa que la comida alta en densidad energética, o sea muy rica en grasa y azúcares, es también muy económica, por tanto, todo lo que son hamburguesas, helados, de empresas como McDonalds, realmente manejan precios muy económicos en la comida que es muy rica en energía. Entonces estos niños se ven desbordados por la cantidad de comida que pueden ingerir y obviamente consumen mucho más calorías de las que deberían.
El otro factor es la falta de actividad física, es decir, se vuelven muy sedentarios al sus padres estar trabajando y ellos dedicados a ver la televisión”, precisa la académica de la Ibero.
Y continúa: “Se conjugan estas dos situaciones donde pierden la cultura mexicana de una dieta mejor, a base de frijoles, tortillas, de más fibra, se convierten en grandes consumidores al tener más recurso económico y el poder comprar alimentos muy ricos en grasas y azúcares, principalmente refrescos”.
LA EPIDEMIA
La diabetes es la segunda causa de muerte en México, con cerca de 78 mil fallecimientos al año y 8.7 millones personas diagnosticadas con este mal, que según las estadísticas, hasta en un 95 por ciento está relacionada con la obesidad y la falta de actividad física, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSa).
Sólo detrás de las enfermedades cardiovasculares y por delante del cáncer entre las causas de mortalidad del país, la diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce, es decir, la hormona que regula el azúcar en la sangre y causa que con el tiempo se dañen gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos, de acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A diferencia de otras enfermedades mortales, la diabetes se puede considerar una afección evitable, pues los principales factores de riesgo se pueden revertir. “Puede ser evitable, disminuyendo los factores de riesgo que son modificables, como sería la circunferencia de cintura (mayor de 80 centímetros en mujeres y de 85 cm en hombres), el peso, el sedentarismo y la dieta. Los no modificables serían la genética y la edad”, dice Pérez Lizaur.
La principal sintomatología a identificar consiste en tres ‘P’: Polifagia, polidisia y poliuria o “en idioma común, tienen mucha más apetito, mucha sed y orinan en grandes cantidades”, continúa.
En el estudio mencionado anteriormente, la Dra Kimberly Fulda asegura que la diabetes tipo 2 es una epidemia de salud seria y en crecimiento, especialmente entre la población hispana.
Actualmente, México es el país con mayores índices de sobrepeso y obesidad infantil, con 4.1 millones de niños en edad escolar padeciendo de este mal, que automáticamente los pone en riesgo de diabetes tipo 2, antes conocida como “de adulto”.
En 2008, la diabetes llegó a su máximo en la República Mexicana, año en el que se posicionó como la principal causa de muerte al dejar 75 mil 500 fallecimientos (hoy superados) y que tiene a 8.7 millones de personas ya diagnosticadas, sin embargo, de acuerdo con datos de la Federación Internacional de Diabetes, cerca de 382 millones de personas padecen algún tipo de esta enfermedad en el mundo, de los cuales el 46 por ciento no está consciente de su padecimiento. En el caso de México, esta cifra se eleva hasta el 50 por ciento, lo cual implica un reto en términos de estrategias y políticas de salud para los gobiernos, dijo el doctor José Jorge Espinoza Campos, ex presidente de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología, en conferencia de prensa en días pasados, en donde se proyectó que para el 2035 esta cifra se elevará a 15.3 millones de afectados, y el país se convertirá en el quinto país con mayor número de diabéticos en el mundo.
El costo que la diabetes relacionada con la obesidad trae a la sociedad mexicana asciende a 85 mil 24 millones de pesos, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), lo cual repercute directamente en los bolsillos de las familias y en la competitividad del país, el cual tiene el sobrepeso y la obesidad, afectando a 73 por ciento de los adultos y el 35 por ciento de los niños en el país.
Ante este panorama, el Gobierno de México fue uno de los pioneros en el continente en llevar manos a la obra para atacar las complicaciones relacionadas con el exceso de peso, sin embargo, sus medidas se han estancado y con el tiempo, organizaciones de la sociedad civil han criticado que, al igual que en otros países, existe un “contubernio” entre las entidades de salud pública y las empresas, lo cual puede observarse cuando se adoptó un etiquetado de productos favorecido por la industria, así como tibias medidas fiscales y de restricción de publicidad.
“Después de visitar el país en 2012, el Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación hizo bien cuando dijo: ‘La emergencia de sobrepeso y obesidad que México está enfrentando se podría haber evitado o mitigado en gran medida, si los problemas de salud relacionados con cambiar las dietas se hubieran integrado en el diseño de las políticas comerciales del país”. La salud es tan importante para el desarrollo como el comercio; los países no deben perseguir uno a expensas del otro”, finaliza The Guardian.