ENTREVISTA | El gran poeta nacional, Xavier Villaurrutia: Pedro Ángel Palou

10/03/2018 - 12:04 am

En una gran biografía, en forma de novela basada en sus cartas, el escritor recrea los años que pasó el poeta en los Estados Unidos, sus paseos por las calles del centro de la Ciudad de México y sus noches de fiesta en las décadas del treinta y cuarenta, iluminadas por el amor que le profesaba a Agustín Lazo, compañero de toda una vida.

Ciudad de México, 10 de marzo (SinEmbargo).- Como Alejandra Pizarnik –que se suicidó en 1972–, la muerte de Xavier Villaurrutia tiene ese misterio de los poetas y a veces uno piensa “médicamente” si cuántas de las pastillas que ahora se toman en contra de la depresión, de la bipolaridad, no podrían haberle ayudado.

Fue un 25 de diciembre de 1950, él tenía apenas 47 años y había dejado una obra literaria inmensa, propia de un hombre de más edad, en un país que fluía culturalmente, tanto así que Elena Poniatowska dijo en Mérida: “México es inferior a su pasado”.

Amigo íntimo de Salvador Novo –quien murió a los 70 años, víctima de un infarto-, hoy se recuperan varias de esas figuras. Por caso, Luis Felipe Fabre acaba de publicar, Escribir con caca (Sexto Piso), contradiciendo o valiéndose más del decir de Octavio Paz para ensalzar la importancia de Novo y Palou nos ofrece En la alcoba de un mundo. El amor y la oscura muerte de Xavier Villaurrutia (Seix Barral) para decir era el poeta nacional y hoy podemos leer a la cultura más allá de Octavio Paz.

“El más célebre de los Contemporáneos –cuya altísima sensibilidad lo volvió vulnerable- contempló a la muerte y quiso darle forma de verso”, dice Pedro Ángel, en una novela prodigiosa, que nos obliga a leer los poemas, la crítica literaria y las obras de teatro de un hombre que fue central y lo sigue siendo para nuestra cultura.

Un libro esclarecedor que nos obliga a revalorar a Xavier Villaurrutia. Foto: Especial

–Viendo la biografía de Xavier Villaurrutia, uno se conmueve mucho. ¿No será él el gran poeta nacional?

–Sí es el gran poeta nacional, estaba llamado a serlo, la muerte tan temprana a los 47 años le sustrajo esa posibilidad. Era lo mismo un gran crítico como el gran impulsor del cine, estaba metido en todas las artes y estaba construyendo una poesía cada vez más intensa, más íntima, más poderosa. El otro poeta contemporáneo sería José Gorostiza, que estaba planteando ese gran libro que es Muerte sin fin, pero Villaurrutia estaba con el tema de la intimidad, algo casi imposible en esos años, plantearse la propia intimidad. Lo vemos por ejemplo en el “Nocturno a Los Ángeles”, donde vemos absolutamente de lo que está hablando. Algo que sólo Novo había podido hacerlo.

–Tú escribiste una novela, usaste la primera persona, hay pasajes que son conmovedores, ¿cómo fue la escritura?

–La esquizofrenia de escribir este libro fue fundamental. Meterse en la vida de Villaurrutia, es tremendo. Los diarios son inexistentes, porque las familias son muy pacatas, en su caso se conserva muy poco para la memoria. Hay algunas cartas que le escribió a Salvador Novo, son ocho cartas que me ayudaron a sumergirme en la obra completa de Xavier Villaurrutia y empecé a entender su estilo, las sutilezas de su prosa e intentar escribir como él en la primera parte del libro. Había que arrojarse a su insomnio, a sus lecturas, Eugene O’Neill me fue fundamental para entenderlo. María Izquierdo, su propio amante Agustín Lazo, eran los pintores que le gustaban y también entender ese México que vemos demasiado anquilosado por la idea de nacionalismo versus cosmopolitismo que no existía. Eso es una lectura posterior que hacemos de la realidad de los ’30, a propósito de una guerra ficticia que el propio Octavio Paz inventó. Villaurrutia y sus amigos bailaban danzón en el Salón México en la noche, buscaban amantes, a comprar sexo en las calles, fumaban marihuana con Diego y con Frida, no había esa separación en la vida cotidiana.

–Acaba de sacar el libro Escribir con caca, sobre Salvador Novo, el gran poeta Luis Felipe Fabre y uno ve eso, no estaba esa separación

–Exacto, es un invento de la crítica y también un invento de Paz, que inventa una tradición para él quedar como el gran poeta. Hay un libro peligrosísimo que se llama Contemporáneos: Xavier se escribe con equis, donde hace operaciones muy curiosas. La primera es meter a Villaurrutia en un cajoncito pequeño del que no sale, alguien que no se atreve a hablar de su sexualidad, que es un escritor de la clase media, escribe un teatro de ideas. Luego convierte a Jorge Cuesta en el gran poeta y “Canto a un dios mineral” en el gran poema, para poder después decir –aunque sin decirlo­– que “Piedra de sol” es el gran poema largo mexicano y no “Muerte sin fin”. Hay un momento del libro, muy peligroso, insisto, en el que Paz dice que Jorge Cuesta revela la estafeta de la literatura mexicana. No sabemos lo que dice y además la literatura no está hecha de esos secretos. No es que alguien tenga el juego y se lo pase al elegido. Los escritores en particular entre los 30 y los 40 eran funcionarios, estaban formando un país de la nada, era un país en pañales.

–Octavio Paz escribió sobre Salvador Novo…

–Claro, porque él quería establecer un canon donde él fuera un poco la excepción, donde hubiera salido de la nada. Villaurrutia y Novo construían otra tradición, que iniciaba en Ramón López Velarde con “La suave Patria”.

La esquizofrenia de escribir este libro fue fundamental. Meterse en la vida de Villaurrutia, es tremendo. Foto: Secretaría de Cultura

–Hablas mucho del sexo, como algo muy íntimo, pero con idas y vueltas al decirlo

–Yo he trabajado mucho Los contemporáneos y ahora que hablas del libro de Fabre, es muy bueno, pero no cuenta todo, como los juegos que había entre ellos. Villaurrutia jugaba al travesti con los soldados del Colegio Militar, Novo se vestía de Adelita, para que estos caballeros tuvieran sexo con él, iban mucho a Puebla y a Veracruz, porque se sentían más en libertad no sólo en el sexo sino también con el tema de la droga, ambos fumaban marihuana. Villaurrutia, al mismo tiempo que hacía eso, tenía una colección de muñecas de porcelana en su casa, en la calle Donceles, muy cerca de dónde está la Dirección de Literatura de la Secretaría de Cultura. Villaurrutia venía no de una clase media como Paz lo quiere ver sino de una familia aristocrática.

–¿Quién es Agustín?

–Agustín Lazo, el gran pintor mexicano, cuya tragedia es mayor que la de Villaurrutia. Cuando muere Xavier él tira todos sus cuadros, se encierra y muere veinte años después. En la segunda y en la tercera yo le doy cierto protagonismo a la relación íntima y a las infidelidades de Lazo que a Villaurrutia le cuesta mucho aceptar. Es una sexualidad muy abierta la de ambos, lo que al poeta le molestaba no era buscar un sexo nocturno, eran las relaciones largas que Lazo tenía. Hay un rompimiento muy fuerte con Lazo, que está documentado y sobre el que yo trabajo mucho para construir la historia de Xavier Villaurrutia.

–¿Fue suicidio lo de Xavier Villaurrutia, en esa época si eras poeta te suicidabas?

–Bueno, él venía del suicidio de quien consideraba su mejor amigo, Jorge Cuesta. He discutido mucho con Octavio Paz, quien no aceptaba que Villaurrutia se había suicidado. Yo hablé mucho con Elías Nandino y Luis Cardoza y Aragón, escritor y artista guatemalteco que vivía en México, que fue muy amigo de ambos, y ellos aseguraban que se había suicidado.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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