El último estudio incluyó a dos mil 247 niños estadounidenses de entre 12 y 17 años el verano pasado, y halló que la vacuna de dos dosis era eficaz en un 80 por ciento para prevenir la infección sintomática por COVID-19.
Estados Unidos, 10 febrero (AP).- Novavax anunció el jueves que su vacuna contra la COVID-19 demostró ser segura y eficaz en un estudio realizado con menores de 12 a 17 años.
La compañía ubicada en Maryland elabora una vacuna a base de proteínas —un tipo distinto a las inyecciones más utilizadas–, la cual se suma al arsenal de vacunas que ya existen contra esta enfermedad.
La vacuna de Novavax ha sido autorizada para su uso en adultos por los organismos reguladores de Gran Bretaña, la Unión Europea y otros países, así como por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y está siendo examinada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
Con estos nuevos datos, Novavax tiene previsto ampliar el uso de sus vacunas hasta los menores de 12 años. Posteriormente este año planea iniciar las pruebas en niños más pequeños.
El último estudio incluyó a dos mil 247 niños estadounidenses de entre 12 y 17 años el verano pasado, y halló que la vacuna de dos dosis era eficaz en un 80 por ciento para prevenir la infección sintomática por COVID-19.
Eso fue cuando circulaba la variante Delta, muy contagiosa. La empresa dijo que seis personas que recibieron la vacuna desarrollaron COVID-19 leve en comparación con 14 niños a los que se les aplicaron inyecciones de placebos. No se registraron infecciones graves.
En junio, Novavax anunció que su vacuna tenía una eficacia de aproximadamente el 90 por ciento contra los síntomas del COVID-19 en un estudio de casi 30 mil personas en Estados Unidos y México. Y más recientemente, ha citado resultados de laboratorio que dejan entrever que la vacuna ofrece cierta protección contra la variante Ómicron, considerada altamente contagiosa, aunque el refuerzo funcionó mejor.
La vacuna de Novavax se elabora con copias cultivadas en laboratorio de la proteína de la espícula que recubre al coronavirus, mezclada con una sustancia química que refuerza el sistema inmunitario. Eso es similar a las vacunas utilizadas durante años contra otras enfermedades, como la hepatitis B. Se trata de una tecnología diferente a la de las opciones de Pfizer y Moderna, que proporcionan instrucciones genéticas para que el organismo fabrique su propia proteína de la espícula.