Un 56.9 por ciento de las mujeres en Latinoamérica y 54.3 en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores de mayor riesgo para el empleo. Antes de la pandemia, el 11.1 por ciento de las mujeres ocupadas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado, pero tras la crisis en México bajó al 33.2 por ciento.
Santiago de Chile, 10 de febrero (EFE).– La pandemia del coronavirus generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en Latinoamérica, donde la tasa de participación femenina cayó un seis por ciento en 2020 hasta el 46 por ciento, frente al 69 por ciento de la masculina, reveló este miércoles la Cepal.
En el informe “La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad“, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que alrededor de 118 millones de mujeres latinoamericanas se encuentran en situación de pobreza, 23 millones más que en 2019.
El organismo de Naciones Unidas indicó además que la tasa de desocupación femenina fue del 12 por ciento el año pasado, cuando “se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo“.
La tasa de participación laboral se define como porcentaje de la población en edad de trabajar (tanto ocupados como desocupados), mientras que la tasa de ocupación se calcula como el cociente entre los ocupados y la población en edad de trabajar.
“Debemos avanzar hacia una sociedad del cuidado. La pandemia nos ha mostrado que los que sepan cuidar y cuidarse van a tener mayores oportunidades de sobrevivencia en el corto y largo plazo”, apuntó en rueda de prensa la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena, tras presentar el informe de forma telemática.
La pandemia, que está viviendo una segunda ola en varios países y ya suma casi 20 millones de infectados y más de 600 mil muertos en la región, ha provocado la mayor crisis económica en los últimos 120 años en Latinoamérica, con una contracción en 2020 del 7.7 por ciento, según Cepal.
La región, con 626 millones de personas y considerada la más desigual del mundo, enfrenta la pandemia en un momento de debilidad de su economía, con un crecimiento que apenas alcanzó una tasa del 0.1 por ciento en 2019. Antes de la COVID-19, la Cepal preveía que Latinoamérica crecería un máximo de 1.3 por ciento en 2020.
EN SECTORES CON MAYOR RIESGO
Según el documento, un 56.9 por ciento de las mujeres en Latinoamérica y un 54.3 en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores en los que se prevé un mayor efecto negativo en términos del empleo y los ingresos por causa de la pandemia.
“El trabajo doméstico remunerado, que se caracteriza por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota, ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis de la COVID-19 en la región”, agregó Bárcena.
En 2019, previo a la pandemia, el 11.1 por ciento de las mujeres ocupadas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado, pero tras la crisis los niveles de ocupación en el sector cayeron 24.7 en Brasil; 46.3 en Chile; 44.4 en Colombia; 45.5 en Costa Rica; 33.2 en México; y 15.5 en Paraguay.
La región, afirmó la jefa de Cepal, “debe invertir en la economía del cuidado y reconocerla como un sector dinamizador de la recuperación, con efectos multiplicadores en el bienestar, la redistribución de tiempo e ingresos, la participación laboral, el crecimiento y la recaudación tributaria”.
Otro de los sectores fuertemente afectados por el cierre de fronteras y las restricciones a la movilidad es el turismo, que en la región está altamente feminizado, con un 61.5 por ciento de los puestos de trabajo ocupados por mujeres, de acuerdo al informe.
Para Bárcena, es “urgente” reforzar las políticas de empleo y asegurar a las mujeres participación en los sectores dinamizadores de la economía “en condiciones de trabajo decente”.
Además, concluyó, “resulta fundamental avanzar en un nuevo pacto fiscal que promueva la igualdad de género y que evite la profundización de los niveles de pobreza de las mujeres, la sobrecarga de trabajo no remunerado y la reducción del financiamiento de políticas de igualdad”.