“Es más frecuente de lo que pensamos”, según afirma en una entrevista con Europa Press el doctor José Manuel Ramos Rincón, coordinador del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien explica que en todas las enfermedades hay personas que apenas desarrollan síntomas, mientras que otros ninguno, o en cambio muchísimos, llegando a presentar cuadros graves y en última instancia, mortales.
Madrid, 10 de enero (Europa Press).- Todos tenemos en la cabeza el ejemplo de la COVID-19, donde muchos son asintomáticos o apenas presentan síntomas, mientras que en otras personas es tan grave el cuadro que desarrollan de enfermedad que pueden llegar a morir. ¿Esto puede suceder con otras enfermedades, o sólo con la infección por el SARS-CoV-2?
“Es más frecuente de lo que pensamos”, según afirma en una entrevista con Europa Press el doctor José Manuel Ramos Rincón, coordinador del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien explica que en todas las enfermedades hay personas que apenas desarrollan síntomas, mientras que otros ninguno, o en cambio muchísimos, llegando a presentar cuadros graves y en última instancia, mortales.
Según subraya, las formas de presentarse una enfermedad van a depender de muchos factores, y en primer lugar del inoculo que tienen del microorganismo responsable (cómo y cuánto se ha introducido de ese patógeno en la persona). “Cuantos más virus y bacterias adquiera el paciente, mayor probabilidad de enfermedad con síntomas. Si ha estado expuesto a cinco virus es muy diferente que si lo ha estado a 15 virus”, agrega.
Por todo lado, indica que el desarrollo de síntomas también dependerá del germen que se haya introducido en nuestro cuerpo: “No todos los virus son iguales, algunos son más virulentos que otros. Parece que no todos los coronavirus son iguales, por ejemplo, sino que hay mutaciones que les hacen ser más agresivos. Con la COVID-19 se sabe también que hay personas que expulsan poca cantidad de virus, mientras que otros muchísimo, son los que se llaman ‘grandes diseminadores’ o ‘superpropagadores'”.
Por tanto, el desarrollo de una enfermedad más o menos grave dependerá del virus o de la bacteria que sea, de la cantidad que la persona adquiera del mismo, al mismo tiempo que de la fisiología de la persona, según añade, otro factor que condicionaría la respuesta del organismo ante ese microorganismo: “En algunas personas su sistema inmune responde de forma diferente ante estos gérmenes. Si son grandes respondedores son personas que seguro que tendrán muchos síntomas, entre ellos la fiebre por ejemplo, mientras que en otros su respuesta es menor y tendrán menos síntomas. Depende por tanto también de la fisiología de la persona”.
Con ello, el médico internista sostiene que las personas que son asintomáticas y superan algunas enfermedades sin problemas lo harán bien porque reciben poca cantidad de un determinado microorganismo, y porque su organismo responderá inmunológicamente de forma normal, de forma que casi no tendrán síntomas. “Si tú tienes poco virus o bacteria, pero tu organismo responde mucho, presentarás síntomas. Otra posibilidad es que tú tienes muchos virus y aunque respondas poco tienes síntomas porque has cogido varios gérmenes; si coges muchos virus y respondes mucho, tienes una enfermedad muy marcada”, añade.
Sobre si es frecuente que en una enfermedad se sea asintomático, el miembro de la SEMI señala que todo dependerá de la patología, y de los factores antes mencionados. Un ejemplo de este tipo de enfermedades, aparte de la COVID-19, sería la mononucleosis infecciosa, una infección causada por el virus de Epstein-Barr. “El virus se disemina a través de la saliva y es por ello que a veces se la llama ‘enfermedad del beso’, siendo más frecuente entre adolescentes y jóvenes. Hay personas que tras contagiarse desarrollan pocas molestias, mientras que otros tienen una afectación muy marcada, con amigdalitis, fiebre muy elevada, afectaciones del estado general con hepatitis, mientras que otros lo pasan de forma desapercibida”, detalla el doctor.
Otro ejemplo sería la tuberculosis, donde hay personas que tienen la bacteria de forma crónica pero que no la transmiten porque la han adquirido y está dormida, sin causar enfermedad, lo que se llama ‘la infección tuberculosa latente’; y luego la tuberculosis que en algunos casos es con pocos síntomas, como tos, y sí transmiten la enfermedad.
En este sentido, la OMS recuerda que es una enfermedad causada por Mycobacterium tuberculosis, una bacteria que casi siempre afecta a los pulmones, y que es curable y prevenible. “Se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos bacilos para quedar infectada. Se calcula que una tercera parte de la población mundial tiene tuberculosis latente; es decir, esas personas están infectadas por el bacilo pero (aún) no han enfermado ni pueden transmitir la infección. Las personas infectadas con el bacilo tuberculoso tienen a lo largo de la vida un riesgo de enfermar de tuberculosis de un 10 por ciento”, añade la entidad.
Después, se encontraría la enfermedad de Chagas, también llamada “tripanosomiasis americana”, potencialmente mortal y causada por el parásito protozoo Trypanosoma cruzi (T. cruzi). Según la OMS, la transmisión se puede producir por vía oral (alimentaria), por sangre/productos sanguíneos, por la transmisión de la madre al hijo (congénita), y por trasplantes de órganos o incluso por accidentes de laboratorio. “Se trata de una enfermedad que las personas la adquieren en la fase aguda, por estar en contacto con el parásito, y permanece en muchas de forma crónica y asintomática, pero se puede transmitir, siendo mortal en algunas personas”, describe el doctor Ramos Rincón.
NO SÓLO SON ENFERMEDADES INFECCIOSAS
Eso sí, el coordinador del grupo de Enfermedades Infecciosas de la SEMI avisa que no sólo hay enfermedades infecciosas que pueden ser asintomáticas, sino también hay no infecciosas, como la diabetes, que muchas personas padecen sin saberlo, y cuyas manifestaciones aparecen años después de desarrollar la enfermedad a nivel de riñón, de corazón, y de vasos sanguíneos o de sistema nervioso.
También el experto cita a la hipertensión arterial, una patología cardiovascular que padecen muchas personas y de la que gran parte de veces no son conscientes, pese a ser una fuente de muchos problemas de salud. A su vez, menciona a los aneurismas, un ensanchamiento anormal de una parte de una arteria debido a la debilidad en la pared del vaso sanguíneo, que muchas personas tienen sin saberlo, unos abombamientos que van aumentando con el tiempo y a partir de cierto tamaño tienen el riesgo de que se puedan romper y debutar en una rotura que origine mayores problemas.
La osteoporosis sería otra enfermedad de la que podemos ser asintomáticos, según menciona Ramos Rincón, debida a una disminución de la densidad de la masa ósea de los huesos, y a otros múltiples factores, que en casos avanzados conlleva la pérdida del calcio de los huesos y, con ello, la posibilidad de fracturas, y con todas las complicaciones asociadas a éstas. Igualmente, apunta a la hipercolesterolemia, un daño que se produce porque el colesterol se va depositando en las arterias y perjudica en el largo plazo a nuestro sistema circulatorio, favoreciendo patologías como los infartos o las cardiopatías isquémicas.
En última instancia, el experto recuerda el papel de las denominadas “enfermedades silenciosas” y qué papel ocuparían dentro de las enfermedades que pueden ser asintomáticas: “La COVID-19 es aguda, puede estar asintomático el paciente pero es una enfermedad aguda, cuando sucede lo hace en un corto periodo de tiempo, mientras que las enfermedades silentes son crónicas, de larga evolución, como la osteoporosis, hipercolesterolemia, chagas, por ejemplo, son asintomáticas de larga evolución. El coronavirus es aguda, en personas asintomáticas y sintomáticas, pero es aguda”.